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La noche estaba por caer y los dos chicos esperaban ansiosos a que llegara la hora de marchar hacia la fábrica. La tensión se podía palpar con las manos sudadas de Hope, aunque las víctimas más directa del nerviosismo era la uña del dedo pulgar de Yoongi, tenía todos los números para comenzar a sangrar en cualquier momento, el chico la había mordido hasta casi llegar a la raíz. 

El rubio se levantó de la silla en la que había pasado las dos últimas horas configurando su ordenador y camino decidido hacia la cocina abriendo el armario de debajo del fregadero, cogiendo una botella de cristal trasparente con un líquido color café. 

— ¿Te apuntas? —dijo mostrándole la bebida a su amigo. 

— Has tardado demasiado tío, necesito un trago. — exclamo Hope.

Yoongi no era un bebedor habitual, pero la ocasión requería medidas extraordinarias, pensó mientras servía en dos de sus mejores vasos de cristal tallados. 

— ¿Por qué brindamos? —pregunto Hope alzando el vaso medio lleno. 

— Por los nuevos comienzos —propuso el rubio alzándolo también. 

Chocaron enérgicamente sus copas y bebieron de un trago aquel whisky que Jimin guardaba para una ocasión especial que aún no había llegado. 

Aquella bebida les quemo la garganta como fuego, pero el sabor a madera vieja les dejo un regustillo seco agradable. Yoongi sirvió de nuevo sin pensárselo dos veces. 

— ¿Y ahora? —pregunto Hope divertido. — ¿La Paz en el mundo? —rio. 

— Mmm... Brindemos por nosotros, brindemos por el SOPE —dijo con una sonrisa. 

— ¿SOPE? —ambos se miraron y rieron, — ¡Por el SOPE! 

Quizás era por las cuatro veces que brindaron o por una mezcla de nervios y alcohol, pero Yoongi se sentía bien, capaz de cualquier cosa. Los dos amigos rieron y juraron amistad eterna entre medio de los brindis, reforzando un lazo que se fortalecía rápidamente como una casualidad escrita por el mismo destino. Cuando menos se lo esperaban ya era de noche, tenían que partir hacia las fábricas y animados cogieron sus abrigos y mochilas con sus equipos para salir.  

El camino a la fábrica les tomo bastante tiempo, llegar a una zona tan alejada de la ciudad era complicado y más por la noche, cuando el transporte público tenía los servicios mínimos. Hope parecía bastante asustado y es que acostumbrado a la seguridad de su habitación, caminar de noche en un polígono industrial abandonado, le ponía los pelos de punta. Algo totalmente diferente para Yoongi, quien caminaba con las manos en sus bolsillos animado aún por los tragos de whisky. 

En la entrada del sector 6 se encontraban dos hombres encapuchados, con los rostros cubiertos por la capucha de sus abrigos y pasamontañas. Yoongi sintió reconocer esa vestimenta, le parecía haberla visto antes y no hace tanto. 

Era una área muy grande, seguramente más de una hectárea, la fábrica dentro de la zona había sido un matadero que cerró tiempo atrás, pero aún conservaba un ligero hedor a cadaver, el recinto estaba cerrado por altas rejas de metal con alambres de espino en la parte superior. A medida que se acercaban Yoongi trataba de observar posibles maneras de huir, sentir el miedo de Hope, le hacía querer protegerlo y controlar al máximo la situación. 

Cuando estuvieron a escasos metros de los hombres, uno de ellos les hizo una señal con la cabeza y camino dirección a la entrada de la fábrica. Los dos chicos le siguieron silenciosamente viendo cómo el otro hombre mantenía su posición en la entrada. En cuanto el encapuchado de su delante abrió la puerta, otro salió pasando de largo para ocupar el puesto que había quedado libre. 

Criminales | La vida de Min YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora