Marinette Dupain Cheng sabía que mudarse a Bristol, Inglaterra durante plena época victoriana traería muchos cambios a su vida, pero jamás imaginó verse sumergida en todo ese drama burgués.
¿Qué puede hacer una estudiante de diseñador cuando se ve e...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
"Las prendas ocultan muchos secretos ¿no lo crees?"
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Luchar por ella. Su padre se lo había dejado más que claro. Tenía que encontrar la manera de sacarle la verdad, de averiguar si siquiera estaba planeando algo haciendo todo esto.
Su padre ya estaba haciendo un plan para ayudarle a Chloe, aunque aún no hallaba la solución; quizás debería decirle a Luka que su padre ya estaba enterado. Últimamente y por razones bastante lógicas Luka se había vuelto más lejano si eso era posible: podía ser debido a que había besado a Marinette, los atrapó en una escena calurosa o porque justo ahora él estaba demasiado concentrado en la salud emocional de Chloe Bourgeois.
—Aquí estoy, Adrien, tal y como lo pediste. — alzó la mirada: Marinette. Lucía un vestido elegante, un corsé que seguro se le ajustaba con fuerza pero que marcaba de manera sensual su pequeña cintura, sus ojos delineados, sus labios de tono carmesí y sus mejillas rosadas. Se le hizo agua la boca; no podía despegar su mirada de ella por más que lo intentara. Tomó aire.
—Toma asiento. — Marinette negó.
—No pienso quedarme mucho tiempo. — respondió.
—No comenzare a hablar hasta que tomes asiento. — le contestó.
—Entonces venir aquí ha sido una clara perdida de tiempo. — replicó tomando rumbo de nuevo hacia lado opuesto. Adrien se levantó rápidamente y la tomó por la muñeca para evitar que siguiera avanzando. La fémina regresó a verlo con clara molestia en su mirada, sin embargo, no soportaba más la idea de no entender que es lo que estaba ocurriendo por su cabeza. —Le voy a pedir que me suelte. — exclamó conmocionada. Adrien no comprendía ¿Desde cuando se hablaban de usted cuando estaban a solas?
—Ya basta. — ordenó con fuerza. Sentía que la sangre le hervía, es que en serio no le hallaba lógica a ese comportamiento que le mantenía incluso estando a solas. — ¿Qué pretendes lograr con todo esto? Dime ya de una buena vez.
La azabache se hizo la desentendida y siguió intentando zafarse de su agarre ¿Por qué actuaba así, como si él fuera el enemigo? Maldición.
