4. De secretos

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El colapso de una sociedad siempre inicia por un secreto

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El colapso de una sociedad siempre inicia por un secreto.

Estar en ese pequeño cuarto le causaba tranquilidad, aunque de cierto modo también estrés

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Estar en ese pequeño cuarto le causaba tranquilidad, aunque de cierto modo también estrés. Era por demás obvio que Adrien ocultaba un secreto, que toda la familia lo hacía; los Agreste nunca fueron conocidos por ser personas muy sociales, y al parecer no es que se les dificultara ese ámbito, puesto que tanto Adrien como Gabriel tenían una facilidad de habla impresionante que dejaba aturdido a cualquiera.

Entonces ¿Qué era lo que los mantenía en silencio?

No podía evitar pensar en la conversación que tuvo esa tarde con él. "Tuve unos incidentes hace un par de años" pero... ¿cuáles? Era por demás evidente que tras ellos Adrien había optado por agarrar una segunda identidad, la cual tuvo la fortuna de que fuera la primera con la que ella lo conociera.

Sostenía el tren de juguete entre sus manos pensando en cada una de sus palabras. Había otras dos personas que sabían del incidente según lo que le contó ¿quienes eran y por qué sabían? Sus manos cosquilleaban. Respiró profundo, debía dejar de pensar en eso.

Las telas que había subido a la habitación reposaban en la mesa desde hacía más de una hora y su libreta de bocetos estaba abierta. Los observaba de vez en cuando solo para caer en cuenta que su atención no estaba realmente enfocada en eso, sino en los secretos que Adrien Agreste pudiera tener. A todo esto ¿Por qué le estaba contando todo esto a ella? ¿Por qué ese día simplemente no optó por pasarla y dejarla sin su boleto? O en todo caso ¿Por qué entabló una conversación de lo más casual con ella en el vagón si a penas se conocían? Esa cita, esa pelea con Xavier-Yves y la chica que colgaba de su brazo ¿Qué es lo que ellos sabían y por qué le preocupaba?

Escuchó tocar la puerta haciéndola escapar de sus pensamientos. Regresó su mirada extrañada, Adrien simplemente entraría y nadie nunca iba a hacer el aseo de ese cuarto ¿Quién podría ser?

—¿Sí?¿Qué sucede?— cuestionó aproximándose a la entrada para abrir un poco.

—Disculpe señorita, la he estado buscando por toda la mansión.— un joven con traje de la servidumbre se inclinaba ante ella con rectitud mientras sus manos le ofrecían una pequeña caja. Ella la recibió.

Entre tinta y telas // AdrinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora