10. De tentaciones y aversiones

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Evitarte y seguir sin ti, una tentación que era más una aversión ¿Cómo puedes desear algo que en realidad odias?

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Evitarte y seguir sin ti, una tentación que era más una aversión ¿Cómo puedes desear algo que en realidad odias?

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Luka no dejaba de observarla. Tenía que arreglar esto pronto. Su hermana y su madre regresaban al pueblo en un par de semanas y no hallaba la manera de decirle que tenía viviendo en su casa a Chloe Bourgeois.

Habían pasado tantas cosas desde que Juleka se la llevó para conseguirle un médico que la atendiera; su hermana tenía una influencia decente que consiguió como música, lo más lógico es que ella buscara alguien que la pudiera atender a un precio razonable.

—¿Puedes dejar de mirarme y conseguirme alguna bebida caliente?— él abrió los ojos sorprendido de que hubiese notado su presencie y sólo desvió su mirada; no quería hacerla sentir incómoda, no quería que sintiera miradas no deseadas sobre de ella, no quería causarle el mismo malestar que el patán de Xavier-Yves.

Pero la duda lo estaba carcomiendo, y sin importar cómo tuviera que enfrentarse a su madre y a su hermana, él debía ir ideando un plan.

—¿Es cierto que estás embarazada?— se odió por sólo haber hecho esa pregunta, el saber lo que para ella implicaba y cuestionarla de todos modos era un acto sin duda repugnante de su parte; pero no podía ayudarla sino sabía, no quería más sorpresas, quería volver a tener todo bajo control.

Ella ni siquiera regresó a verlo, permaneció gélida en esa cama, como siempre; la imagen de su espalda cubierta por esa vieja sabana ya le era bastante común. Pasó saliva, sentía poco aire en sus pulmones.

—Escucha, no te puedo...

No terminó su frase cuando la vio levantarse de la cama, sin responderle su pregunta ató su cabello en un nudo y se colocó los tirantes del pantalón prestado que le dio Luka. En seguida notó sus intenciones cuando empezó a avanzar hacia la salida de la habitación: pretendía irse, así, confirmando su respuesta y dejándolo como si se tratara de nada.

La cabeza de Luka reproducía tantas imágenes, sonidos de ella en la noche llorando, lo lento que mordía el pan, lo mucho que evitaba ver a los ojos a las personas, alguna que otra vez que la escucho vomitar. Carajo, pensó que sólo era de paladar exigente. Ni él mismo podía respirar con la imagen en la cabeza de ella estando ahí, con ese bastardo; el idiota pudo haberlo disfrutado pero se notaba a leguas que Chloe no, que había dejado traumas, que fue forzada; y aún peor, que ella tuvo que verlo a la cara por días y fingir que todo era normal.

Entre tinta y telas // AdrinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora