3. De demencia

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¿Cuando se empezó a delimitar los límites de la normalidad y la demencia?

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¿Cuando se empezó a delimitar los límites de la normalidad y la demencia?

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Adrien la escuchaba hablar, o al menos la intentaba. A Lila Rossi no le paraba la boca nunca; ya sea para regañar a la servidumbre si el aire soplaba sobre su peinado hasta para presumir de toda la fortuna que gozaba actualmente la familia Rossi y cuán asediada era por los italianos y cualquiera que la viera. No podía negarlo, era linda: poseía unos ojos aceituna muy lindos, de un bronceado natural envidiable y pómulos bien marcados que la volvían realmente un delirio por completo, pero...

—Adrien Agreste. Gran amigo. Que gusto verte.— escucho de repente entrar al gran comedor a su mejor amigo Nino Lahiffe, aquel guardia de la estación de trenes con ella que le resultó imposible no entablar una amistad. El chico provenía de una familia humilde, tuvo que ahorrar semanas enteras para poder comprar su uniforme de trabajo; alzó su mirada alegre dejando completamente de lado a Lila y fue abrazarlo.

—Nino. Llegaste.— tiraba con entusiasmo mientras apretaba a su mejor amigo con euforia para después separarse. El moreno rió.

—Por supuesto, pequeño zángano, siempre cumplo mis promesas.— respondió divertido y con su ya típico tono jovial. La italiana veía la escena con desprecio, se levantó de su asiento y caminó hasta ellos para rodear el brazo de Adrien y atarse bien a él.

—Adrien, querido.— pronunció con tono meloso.— ¿Quién es... él?— el veneno de sus palabras era bastante marcado, no escondió ni un poco el asco que le causaba ese moreno de clase humilde.— ¿Es algún nuevo sirviente del que yo no me haya enterado?— Nino rió con ironía, asintió lo más amablemente posible.

—Así que esta es la preciosa e inigualable Lila Rossi de la que mi mejor amigo no me ha parado de hablar. Vaya.— se inclinó ante ella y tomó su mano para depositarle un beso en sus nudillos.— Eres más hermosa de lo que las palabras de mi amigo decían. Señorita ¿Cómo es que su delicada mano aún no lleva un anillo de compromiso?— la morena sonrió ya más satisfecha con la presencia del Lahiffe y se soltó del brazo de Adrien por fin.

—Ay, que lindo saber que aún hay personas que se preocupan por las penas ajenas.— soltaba con una pequeña sonrisa.— También me pegunto lo mismo, pero ya me estoy encargando de ello.— miro de reojo a Adrien, quien no hizo más que rodar los ojos. Nino rió un poco al verlo.

Entre tinta y telas // AdrinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora