Tú Puedes, Amor [STEREK]

Semana número tres

Dejando desabrochado los primeros tres botones de mi camisa roja y acomodando mi cabello hacia atrás sin importarme mucho, apreté el cinturón que traía puesto en mis  jeans y salí del cuarto del baño, viendo al instante, frente a mi, el cuerpo de Stiles tendido en la cama con las extremidades extendidas formando de alguna manera una estrella. Reí con suavidad.

- ¿Ya estas listo, cariño?

- Hmm- mascullo con los labios cerrados al igual que los ojos, sus músculos completamente relajados sobre las sábanas.

Subiéndome con cuidado a nuestra cama, me situé entre sus delgadas piernas y flexione mis brazos para así juntar nuestras frentes. Sus parpados revolotearon torpemente hasta que sus grandes ojos mieles rodeados de espesas pestañas aparecieron finalmente mirando en mí dirección, un hermoso brillo irradiando de ellos. Era impresionante.

- Amo tus ojos, Stiles- las mejillas de mi chico inmediatamente tomaron un ligero tono rojizo, pero rodo los ojos de todas formas, contradiciendo su reacción. Sonreí con autosuficiencia.

- Amas todo de mí, acéptalo, grandulón.

- Lo hago, caramelo- besé sus carnosos labios cortamente y luego su mejilla- ¿Nos vamos?

...

Sujetando con seguridad a mi novio por la cintura, nos guie dentro del bar, el cual estaba repleto de personas, con pasos fuertes y decididos en dirección a la zona de encuentro, intentando que nadie empujara a Stiles por el camino.

Sonreí cuando visualice a la pareja en una mesa en una de las esquinas del local conversando animadamente y riendo, un par de cervezas ya en acción en sus manos, por lo que camine un poco más rápido, emocionado por conocer a este chico que hacía feliz a mi amigo.

- ¡Empezaron sin nosotros!- grito Stiles mientras golpeaba desprevenidamente a Isaac en la nuca, logrando que se atorara de la impresión- Traidor.

Reí fuertemente y me senté entre Isaac y Stiles. Isaac aún se estaba recuperando, por lo que el moreno se presento solo, tomando un largo trago de su vaso.

Pirata.

Puto Isaac.

- Es un gusto, Scott, yo soy Derek y él es Stiles.

- Tus tatuajes son asombrosos, hombre, ¿Te dolieron mucho?

Rodee los ojos cuando una mirada engreída apareció en el rostro de mi chico, pero una agradable y fácil conversación se sumó después al igual que las cervezas.

Después de una hora de risas descontroladas, historias estúpidas y conocernos un poco más entrando así en confianza, nos decidimos por bailar un poco, por lo que ahora me encontraba tomando a Stiles de la cintura y dirigiendo nuestros movimientos al ritmo de la música, besándonos de vez en cuando mientras que Isaac y Scott bailaban, pero seguían conversando felizmente ignorando a todos a su alrededor.

Besé el hombro de mi chico.

- Creo que Scott es asombroso para Isaac, ¿Tu qué crees, cariño?- pregunte un tanto fuerte en su oído para que me escuchara a través de la música, pero Stiles ni siquiera hizo un amago de haberme escuchado, seguía moviéndose algo distraído. Fruncí el ceño- ¿Stiles?... Stiles- gire a mi chico para así observar su rostro, pero lo atrapé rápidamente cuando su cuerpo se tambaleo hacia un lado, casi cayendo como peso muerto- Mierda, ¿Qué te ocurre?- pregunte preocupado, mirando sus facciones demacradas, sus ojos idos y entrecerrados, mirando nada en específico.

Tomándolo fácilmente en mis brazos al estilo nupcial salí rápidamente del local, notando que Isaac y Scott nos siguieron al instante.

- ¿Qué paso, Derek?

- No lo sé, joder- hablé histérico- Stiles esta acostumbrado a beber y hoy no tomo mucho, esto no... no es normal. ¿Le habrán puesto algo a su bebida? Puta madre, ¿Y si lo drogaron?

- Derek, cálmate amigo, no creo que eso haya sucedido, este local aunque este repleto de personas, es tranquilo y no viene cualquiera.

Mordí mi labio inferior caminando a pasos acelerados hacia el auto.

- Lo llevaré a casa, chicos, lo lamento.

- No te preocupes, avísanos cuando ya hayan llegado al departamento. ¿Puedes manejar?- asentí hacia Scott, colocando con cuidado a mi dulce chico en el asiento del copiloto y poniéndole el cinturón para que estuviera seguro.

- Vas a estar bien, corazón, tu tranquilo — susurré contra su frente sudorosa, dejando un casto beso en ella.