En polos opuestos

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-Pues ya podemos descartar la posibilidad de que mueran hoy, pero aún así, no hay mucho que nosotras podamos hacer sin esa agua mágica que nos dio el tipo de la cicatriz- dijo la anciana de la tribu del pantano terminando una de las sesiones de curación que habían llevado a cabo desde hacia media semana para mantenerlos fuera de peligro y ayudarles a tener la fuerza necesaria para el viaje que tendrían que emprender a la mayor brevedad posible -tienes suerte de estar delicada princesita, pero no te salvarás de un buen puñetazo de mi parte- exclamó Toph con una sonrisa burlona, no era la mejor o más indicada para dar ánimo, pero lo hacía (al menos a su manera) -tambien espero poder darte ese gusto Toph, pero en una buena pelea de lodo- respondió Katara con una sonrisa no tan notable pero sincera -y en cuanto a ti pies ligeros, tendré que enseñarte mejor para que no te vuelvan a dar una paliza; bueno, excepto yo- replicó hacia Aang en un estado similar a Katara -oh oh- soltó el niño al saber lo que le esperaba, Toph era una maestra muy, muy severa y dura... Era una maestra tierra orgullosa después de todo.

Apenas un día desde que Zuko partió, no se a donde o porqué, y no le pude dar a su tío más respuestas de las que yo ya tenía -Una sesión de curación mañana y podrán partir- informó la anciana dando la vuelta para ser envuelta por las turbias aguas pantanosas -Bueno que bien que estén bien, comenzaré a planear nuestra ruta, está vez no hay que desviarnos-

Pese a las curaciones llevadas a cabo los últimos días, era necesario que los atendieran en el polo norte, donde estaban los mejores curanderos del mundo... Y el agua de los espíritus, tal vez Pakku o el rey del polo norte les podrían dar un poco más para dejar a Aang en mejores condiciones.

Aún tenía recuerdos de lo que pasó, Ba Sing Se; Azula y los Dai Lee se habían apoderado de toda la ciudad, Jet había muerto (probablemente), y ahora la nación del fuego podrá controlar todo el reino tierra.

La situación era muy mala, pero aún tengo esperanzas en Aang: en qué todos encontraremos la manera de resistir para ganar está guerra, parar al señor del fuego; y salvar al mundo, y su equilibrio.

Siete bandidos estaban ahora atados al tronco, más que nada con navajas y espadas de mala forja, pero con suministros suficientes para durar un tiempo.

Pasados unos días de su partida del particular pantano, cayó en la cuenta de que si bien aún no se decidía qué debía hacer; sabía cómo podía llegar a hacerlo. Cada vez que se ponía la máscara del espíritu azul, sentía una libertad como no la había conocido, ese sería su modus operandi.

Si bien no estaba seguro de ponerse del lado del avatar, o alinearse con su nación, sabía que lo que su gente le hacía a los demás no era correcto; pero siendo realistas, que podría hacer un simple desterrado contra un ejército colosal.

No sabía siquiera como podría o si debía combatirlo. Pero algo tendría que hacer de algún modo, debía avanzar; literal y metafóricamente.

Yo haré mi caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora