Falling for You - [KatsuDeku]

| 11 |

Después de aquel nefasto día donde fue más consiente en lo que se había visto envuelto, Katsuki decidió poner su atención en cosas que en ese momento tenían más relevancia.

Sin negarlo, las palabras de aquella amistad habían calado en lo más profundo de sus pensamientos. Concluyo que había sido como lo pensó. Su muestra de afecto fue totalmente ignorada por quien menos había pensado en ese momento. ¿Qué hizo mal?, Katsuki sabía que desde el día uno había puesto su empeño como persona y novio, entonces ¿era un mal alfa?

Una parte de él le gritaba lo mal que había cuidado a la pareja de ese momento, que no supo cómo hacer que permaneciera a su lado y cuidara lo que era de ambos. Pero otra parte –la que tenía más razón- sabía que tal vez si había sido descuidado, pero tampoco había sido fácil, incluso ahora. La decisión de tener al cachorro había sido de ambos y Bakugo no hizo más que buscar el bienestar de los tres. Entonces procesando aquella conversación llegaba una y otra vez a que él no había sido una total mierda. El hecho de ser consciente de que Camie solo buscaba retenerlo de alguna manera lo puso enfermo y enojado durante un par de días. Se preguntaba si en algún momento había tenido cariño hacia su hijo o todo había sido una completa fachada de la omega. Pero, también daba gracias a por su decisión de marcharse. Pensar que en un futuro diferente habría vivido una mentira al lado de la omega era de alguna manera horripilante, no quería eso para su cachorro y tampoco para él.

Hablo con sus padres tres días después de aquello, con la mente clara y tranquila. En frio. El rostro de su Masaru mostro la decepción que sintió por las acciones de la muchacha a la que habían conocido desde que era una niña. La ira de Mitsuki no fue sorpresa para los alfas, su puño había golpeado la mesa del comedor, el enojo era palpable para ellos, grito por varios minutos sobre lo insensata, deshonesta y egoísta que había sido la madre biológica de su nieto. Masaru calmo a su esposa cuando pensó que era suficiente furia para la omega. Katsuki se había mantenido quieto, escuchando a su madre y sin decir una palabra. Cuando la ira se despidió de los adentros de Mitsuki, ambos padres miraron a su hijo. Aunque Katsuki quisiera ocultarlo sabían que algo dentro de él estaba dolido. Su confianza fue hecha trizas. Esa noche, mientras Haru dormía, se dejó abrazar por su madre permitiendo que llorara por él, las lágrimas de la omega dejaron pequeñas gotas en el hombro de su hijo.

El asunto se trató de evitar después de aquello. Y las distracciones fueron buenas. El vocabulario de Haru empezó a extenderse y a la vez limitarse en "papá" y "no". El cachorro era ajeno a como el ánimo de Katsuki subía cada vez que le decía "papá" (aunque también le había dicho "papá" a su biberón lleno de leche, a las galletas y a sus juguetes favoritos). En fin, Haruki no había estado inquieto y llorando como lo había estado haciendo en el campus gracias a la presencia omega de Mitsuki. Sin embargo, la preocupación por que volviese a suceder una vez que se fueran tenía a Katsuki pensando en alguna solución (que en realidad no había).

Katsuki se había movido con el tema de su mudanza. Su investigación por internet lo había arrojado a la oferta de un pequeño departamento que se rentaba a estudiantes. Tiene una sala-comedor, cocina, un pasillo que guiaba a una habitación y un baño, en sí era un total de 44 metros cuadrados. Esta semi-amueblado en cuando a la cocina y sala y estaba más que bien con eso. Acordó con su padre sobre llevar un estante, un armario pequeño y la cama que había en su habitación. Era todo lo que necesitaba por el momento. Con sus ahorros podía despreocuparse la renta los primeros cinco meses, y si seguía siendo tan buen ahorrador no tendría que preocuparse de lo demás.

Se comunicó con la universidad diciendo que desocuparía el dormitorio antes de las clases para mover sus pertenencias restantes y entregar la llave que le habían dado. Fue así como semana y media antes del comienzo del nuevo semestre cargo junto a Masaru sus cosas en una camioneta, se despidió de Mitsuki prometiendo cuidarse como lo había hecho hasta ese momento. El camino fue un poco más corto que cuando viajaba en tren. El tiempo se llenó de conversaciones aleatorias y suspiros de un bebé durmiendo satisfecho con los últimos cuidados de la abuela.