Cuenta atrás para la boda.

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Las siguientes semanas fueron duras para Hermione, estaba en su casa en compañía de Diana, una joven que debía cuidarla mientras se iba a vivir con los Malfoy.

La muchacha era bastante agradable con ella y trataba de aconsejarla sobre todo lo que tenía que hacer, conocía bien a los Malfoy, sus padres trabajaban en una de sus empresas, ella era de su entera confianza, y a Narcissa la trataba bastante a menudo.

—Hermione míralo por el lado positivo, vivirás tres años en una lujosa mansión en la que no te faltará absolutamente nada y se te concederá todo lo que desees dentro de lo que se te va a exigir. Comprende que son una familia de gran rango y fortuna, vas a vestir los mejores trajes, te pondrás las mejores joyas... usarás el mejor maquillaje... beberás el mejor vino... tendrás la mejor educación del mundo mágico Hermione. Te espera una vida que miles de chicas envidian y desearían tener, no te preocupes por la relación con ellos, os veréis lo imprescindible. Desde luego, de puertas para afuera serás una autentica Malfoy y como tal debes comportarte, de puertas para adentro sólo tendrás que preocuparte por la servidumbre que suelen informar siempre a todo el mundo de lo que pasa dentro de la casa... pero sé de buena fuente que no te van a molestar, no te van a maltratar para nada créeme, en sus formas con los muggles han cambiado radicalmente. Trata de aprovechar el tiempo dentro de la mansión cultívate y disfruta de tu nueva situación, Draco te tratará con respeto, y sus padres lo harán igual o mejor que él, no te preocupes por cómo será tu vida con ellos, las humillaciones y los tiempos de insultos se quedaron en el pasado querida, lo mejor que puedes hacer es estar todo el día ocupada con actividades y el estudio, y ya veras como se te pasa el tiempo volando, no digo que lleguéis a ser amigos, pero seguro que si todos hacéis un esfuerzo, vuestra relación será de lo más cordial.

Hermione escuchaba impasible, pensativa, con el corazón compungido y entristecida de haberse vendido por un puñado de oro. No entendía cómo pudo dejarse coaccionar tan fácilmente. Ahora tendría que hacer bien su papel, se le exigía aprenderse el protocolo de la mansión y un mínimo de cosas de la familia, en especial de Draco, por suerte Diana la ayudaría con la tarea para que le fuera más llevadero.

Hermione se aprendió de memoria todo lo que tenía que saber sobre la familia Malfoy, desde sus tatarabuelos hasta primos, tíos, y padres, por último tuvo que aprenderse todo sobre Draco. Había nacido seis meses antes que ella y tenia el signo de Escorpio, fue criado por niñera desde que nació hasta los tres años, luego tuvo institutrices y tutores hasta los diez años, momento en el que entró en Hogwarts. Tuvo una niñez complacida y tranquila, además de ser hijo único, mimado y engreído por toda su familia, su color favorito era el rojo escarlata, su olor, el de las rosas..., etc...

Hermione se aprendió su comida y postre favorito, las aficiones que tenía, lo que no le gustaba y lo que le fastidiaba. Era impresionante lo que estaba haciendo, ¡se había aprendido la vida de los Malfoy! ¿quién lo diría...?. Era extraño, estaba empezando a conocer su mundo, estaba empezando a conocer a Draco Malfoy.

Aquello la abrumaba demasiado, Diana lo notaba y entonces le decía —no te preocupes querida, es mas fácil de lo que crees, tres años no son nada, además Draco es un chico muy guapo y educado, es un caballero, ha cambiado muchísimo, no te lo hará pasar mal, puede que al final terminéis siendo amigos.

¡Ja!, nunca seria amiga de semejante personaje, que la hizo sufrir de aquella forma en todos esos años y que presenció su tortura en la mansión sin inmutarse, encima tendría que irse a vivir con su familia. «En fin.. » pensaba para si misma, «sólo serán tres años, y seré libre, después cuando trabaje y gane dinero les devolveré hasta el ultimo centavo, no pienso deberles nada».

Ella seguía ensimismada con sus pensamientos cuando Diana la interrumpió:

—Hermione dentro de nada hay que empezar a elegir la decoración de la ceremonia... el vestido... la tarta nupcial... y mil cosas más, lo mejor es que te acompañe al mundo mágico para que Narcissa y tú os pongáis de acuerdo.

—No pienso tomar parte de eso Diana, no quiero saber nada de la boda, bastante tengo con todo lo que voy a vivir después .

—Hermione es tu boda, y te guste o no estás implicada. Tienes derecho y además tienes el deber de tomar decisiones...

—Leí el contrato, eso no lo especifica en ninguna parte, no me interesa Diana, mira... todo lo que decida la señora Malfoy... lo aceptaré, como si me hace vestirme de chimpancé en la ceremonia, me dará igual.

—No digas tonterías Hermione, estas hablando de "Narcissa Malfoy", y de la boda de su hijo, según ella, Draco se merece una princesa, así que si te hace vestirte de algo será de princesa. Créeme, para ellos la imagen es muy importante, entiendo cómo te sientes, pero debes saber que a Narcissa le agradaría que decidieras algunas cosas, por ejemplo... —terminó de decir aclarándose la garganta —, cosas que ella ignora, es decir... sobre tus gustos con respecto... bueno ya sabes.

—No me estoy enterando de nada, por favor explícate.

—Bueno, realmente no has preguntado nada acerca de la boda, ni de la ceremonia ni de lo que pasará después. Algo que debes saber es que siendo Draco y tú menores de edad, no podéis tener viaje de novios.

—Mucho mejor, no sabría como actuar, me pondría excesivamente nerviosa estar a solas con él fingiendo todo el día lo que no siento y encima aguantando la presión.

—Pero tienes que pensar en eso Hermione, es de lo que quería hablarte, tienes que tomar decisiones, no sólo es elegir el color de las flores de los adornos, ni el pastel, tienes que comprar ropa y zapatos nuevos... algunas joyas y accesorios... y bueno, también Draco y tú tendréis que poneros de acuerdo en lo que ocurrirá después de la boda...

—La ropa y los accesorios me dan igual, si la señora Malfoy no quiere verme en su casa con mi ropa pues que elija ella lo que me tengo que poner, quiero estar lo más tranquila posible y no amargarme ni amargar a los demás con discusiones insignificantes, ¿y a qué te refieres con lo que ocurrirá después de la boda?.

—Te estoy hablando de tu luna de miel —entonces le tendió una revista con diferentes modelos de camisones de luna de miel. Hermione los miro uno a uno, nunca había visto nada igual, eran realmente... no sabía cómo describirlos, eran muy bonitos pero... también demasiado...

Se fijó en uno que era totalmente transparente con partes en encaje y seda, la chica del modelito llevaba debajo sólo una ligera braguita a juego con el camisón en seda y encaje igual de transparente, eran el tipo de telas que no ocultaban absolutamente nada. Apartó la vista y alejó de sí aquella revista.

—No pienso ponerme estas cosas ni loca.

—A eso me refería Hermione, cuando una mujer se casa cambia casi toda su ropa íntima, en especial la de dormir.

—No pienso ponerme nada de eso.

—Hermione, ¿has pensado en tu noche de bodas? —Diana estaba muy seria, esperaba que esa misma tarde resolviera todas y cada una de sus dudas, pues la boda seria en tan sólo una semana.

—No, en realidad no he pensado en eso, yo... supongo que será un día ajetreado, terminará la ceremonia y la celebración, y cada uno se irá a su cuarto a descansar.

—Compartirás habitación con Draco, es lo normal porque estaréis casados ¿entiendes?, tenéis que dormir juntos, ten en cuenta que os pueden someter a una investigación en cualquier momento, no puedes fallar en nada, te harán mil preguntas y estarás obligada a responder a cada una de ellas, no podréis ni meter un sofá en esa habitación, cualquiera sospecharía de vuestro pasado lleno de odio. Además estarás expuesta a él, Draco te verá con tu ropa de dormir, no puedes vestir cualquier cosa ni dormida. No es sólo por vivir en casa de los Malfoy cariño, es que estarás casada, tienes que vestirte como lo hace una mujer casada y ésto es lo que llevan todas, incluida tu futura suegra. Si entra alguna doncella en vuestra habitación tienes que dar a entender que lo amas, tienes que hacer ver que lo estás seduciendo en todo momento y sobre todo en el momento más importante, que es cuando te metas en la cama con él.

—No lo entiendo, ¿¡hasta ése punto tengo que fingir!?.

—¡Pero por el amor de dios, criatura! ¡por supuesto que sí! —exclamó sorprendida de la actitud de Hermione—, además seguramente revisarán vuestra ropa, y lo normal es que encuentren ése tipo de prendas, no las que usas ahora.

—Pero yo... no sé si pueda...

—Pues tienes que poder Hermione, y por supuesto, tendréis que decidir si consumaréis el matrimonio en vuestra noche de bodas o más adelante.

–¿Consumar... el...? —Hermione se estaba quedando sin aire, en eso sí que no había pensado ni un segundo desde que recibió la noticia de que se tenía que casar con Draco Malfoy—, te... refieres a...

—Me refiero a que tengáis una relación sexual, es así como se consuma un matrimonio —Hermione lo sabía, pero no se creía que tuviera que cumplir esa parte del contrato —, bueno eso lo tendréis que decidir entre los dos, y si no ocurre ni en la noche de bodas ni en la luna de miel tampoco pasa nada, de hecho tenéis tiempo hasta el tercer mes creo... pero sólo hasta el tercero, porque si esperáis más vuestro matrimonio se declararía nulo —Hermione estaba muda, realmente estupefacta, tarde o temprano tendría que acostarse con Draco

—Que voy a hacer... —no paraba de repetirse con el corazón a mil por hora, era incapaz de imaginarse el sólo roce de su piel, y ahora tendrían que acostarse, ¿cómo iba a hacer eso con alguien, que aparte de que no amaba, había llegado a odiar con todas sus fuerzas?, ¿cómo podía siquiera imaginar un beso suyo? —, no... no puedo... no podré hacerlo... —instintivamente se tapo la cara con las manos y a repetirse a si misma —, es imposible, no podré hacerlo, no puedo... no puedo hacer ésto... —Diana fue a la cocina y le sirvió un baso de agua, se lo tendió y se sentó a su lado abrazándola.

—Hermione cielo, claro que podrás, ya lo verás, piensa que Draco estará igual o más aterrado que tú pensando qué debe hacer, pero superaréis la prueba, créeme que podrás, mira... no es tan raro... -Hermione levanto la vista y la miro intrigada.

—Muchas mujeres sienten... bueno... muchas mujeres tienen necesidades sexuales y se buscan una pareja sólo para satisfacer ese deseo, incluso hay mujeres que lo hacen con varias parejas, no se trata de amor, es sólo sexo, deseo y nada más —Hermione la miraba con cara de no poder entender lo que le estaba contando —, Hermione, tú ya tienes dieciséis años, ¿nunca te ha gustado ningún chico?.

Pensó un momento en Ron, en lo que significaba de verdad para ella y en cómo era su relación con él, ése chico siempre la había querido mucho, siempre la trató con mucho cariño y respeto, y en el último año le había pedido que fuera su novia.

Después de aceptar su propuesta, ella trató de que las cosas les salieran bien, pero notaba que les faltaba algo, no sentía esa emoción y todas esas chispas al verlo, de las que hablaban sus amigas cuando comentaban cosas sobre sus parejas. No sentía ese deseo que consumía, ni la necesidad de estar a su lado en todo momento, no notaba esas mariposas en el estómago cuando la besaba. Lo quería mucho, y le debía mucho más, pero no lo amaba.

Hermione se daba cuenta de que lo aceptó en aquel entonces, sólo porque a sus dieciséis años nunca la habían besado, siempre pensaba que ningún chico se interesó por ella en ese sentido, y quería saber qué se sentía al estar con alguien, quería tener una pareja, deseaba sentir ése cosquilleo de las que todas las chicas hablaban al ver a su novio, y como eran muy buenos amigos desde hacía años, y Ron la respetaba y le demostraba continuamente que le gustaba, ella decidió dar una oportunidad a la relación. Pero tenía claro que más que nada lo estaba haciendo por gratitud.

—Bueno... hace unos meses tuve un novio.

—¿Y llevabas mucho con él?.

—Pues no..., pero lo conozco desde primero, somos amigos desde entonces.

—Vaya... ¿y ése chico..., te habría gustado estar más tiempo con él?.

—Pues sí... la verdad.

—¿Y qué tal besaba?.

—Pues... normal supongo...

—¿Cómo que normal?, ¿acaso no alucinabas con sus besos?, ¿o es que no sabía besar?.

—No... nada de eso... sí que sabía besar solo que..., no sé...

—Por lo que veo ése chico no te atraía en absoluto. Verás, cuando alguien te gusta de verdad aunque lo haga mal, alucinas cuando te besa, te sientes... como en las nubes... estas todo el día pensando en él y en el momento de tenerlo cerca para volver a besarlo. Si no sentías eso con ése chico, es que no te gustaba de verdad, puede que te atrajera, pero no lo suficiente. Hermione, cuando tienes una pareja que te gusta y te hace sentir todas esas cosas tan especiales, sólo piensas en estar con esa persona todo el tiempo, al principio, seguramente, habríais hecho lo que hacen la mayoría de las parejas, darse la mano... pasear, estar todo el día juntitos... besarse, besarse ,besarse y besarse. —rieron las dos —, poco después de eso es cuando nace el deseo, empiezas a necesitar más y más sus besos y sus caricias, sientes cómo todo tu cuerpo reacciona ante su presencia. A veces esa sensación aparece con tan sólo un pensamiento, y es en esos momentos cuando decides acostare con él.

Hermione, bastante sorprendida porque no esperaba esas explicaciones abrió la boca y los ojos descomunalmente, e intentó decir algo, pero no supo qué contestar, ella nunca había sentido la necesidad de acostarse con nadie, nunca tuvo ese deseo, de hecho jamás experimentó nada parecido de las veces que Ron la besó. Por eso le era tan difícil entender lo que Diana trataba de explicarle.

Muchas veces escuchó hablar a sus amigas de cuando hacían el amor con sus novios, de lo que vivían y de cuánto lo deseaban una y otra vez. Pero Hermione sacaba la conclusión de que exageraban, de que a veces cuando te enamoras te vuelves irracional y haces o dices un montón de tonterías, por lo que ella solía tratar siempre esos temas con bastante indiferencia. «total, son cosas que a mi no me afectan en lo más mínimo, soy demasiado racional como para dejarme llevar por un instinto tan primitivo y poco lógico como ése... » pensaba siempre. Aunque tenía razón en un punto, a ella no le afectaba, no lo podía entender porque nunca deseó a nadie, es más, nunca le había gustado nadie como para sentir nada parecido.

—No quiero meterme en tu vida Hermione, pero en las parejas eso es lo que pasa. Cuando te gusta alguien, quieres hacerlo todo con él, incluido éso. Lo que te quiero decir con ésto, es que no es tan espeluznante acostarse con alguien a quien no amas, de hecho es bastante habitual, y Draco es un chico bastante atractivo, ha cambiado mucho, es todo un hombre, es mucho más educado y realmente caballeroso. Si olvidas por un momento vuestro pasado, finges y te convences de que le acabas de conocer, es muy posible que te sientas atraída por él, empezara a gustarte, incluso lo desearas, y es en esos momentos es cuando sentirás esa... necesidad, que por otra parte si te cuesta demasiado sólo tendrás que cumplir una vez. Sólo una vez Hermione, ésto tienes que saberlo, sólo estás obligada a acostarte con él una vez, y si te pide más, está sólo en tus manos concedérselo o no.

Hermione estaba muy contrariada, era demasiada información, no sabía cómo procesarla, no sabía qué responder ni qué decidir en ése instante.

—No te preocupes... Draco y tú os pondréis de acuerdo, él te escuchará, pasará cuando tú te sientas preparada, con respecto a tu atuendo...

—Diana —cortó Hermione—, que se ocupe la señora Malfoy, yo no pienso decidir absolutamente nada de la vida que voy a tener con ellos, sólo intervendré cuando esté preparada para... para consumar el matrimonio.

—Está bien... como tú quieras cariño, sólo te digo que trates de amoldarte de la mejor manera posible, porque si no, esos tres años te parecerán tres siglos.

...

Diana le comentó a Narcissa que Hermione ponía en sus manos todas las decisiones con respecto a la boda, así que sólo tendría que contactar con ella para hacerle el vestido, el peinado y alguna que otra cosa más. Para ello la llevaría al mundo mágico y empezarían las modistas a trabajar la tela directamente sobre ella.

Casi todo estaba listo ya, la lista de invitados, el templo para la ceremonia, los decorados, los carruajes nupciales, el sabor del pastel, la cena, el baile, la habitación matrimonial para su hijo y para su futura nuera en la mansión... además de su nuevo atuendo.

Narcissa se encargó de comprarle nueva ropa digna de la esposa de su hijo, no podía vestir de cualquier manera, tenia que ser la más elegante, la más fina. Aparte de ropa y zapatos, bolsos y maquillaje, también tenia su propio tocador en la habitación, aunque compartiría el enorme vestidor con su futuro marido. Sólo faltaba el vestido y la ropa que llevaría en su noche de bodas.

Todo esto se lo había dejado Hermione a ella, y Narcissa, encantada, había escogido minuciosamente cada detalle, siempre lo mejor, lo más digno. —Mi hijo se merece una princesa —había dicho siempre.

Draco ya lo tenía todo, incluso se aprendió el dossier de Hermione a la perfección, en verdad se sentía superior a ella y pensaba darle donde más le dolía, iba a ser más inteligente que ella.

Narcissa elaboró una nueva normativa que tanto Draco como Hermione debían comprometerse a cumplir. Una vez casados, el pasado era el pasado. Fuera de la casa se comportarían como un verdadero matrimonio, y dentro de la casa también. Se podrían relajar sólo en privado y con la mayor discreción. Nada de discusiones ni de comportamientos fuera de tono, y por supuesto nada de maltrato de ningún tipo. Lo más importante era que el matrimonio tendría consumarse lo antes posible. El contrato dictaba que dentro de los tres primeros meses, pero Narcissa sabía que para no levantar sospecha debía ser en el primer mes de casados.

Una peculiaridad que tenían los enlaces de paz, era que se podían encontrar ocultas en ellos, una gran cantidad de pruebas y trampas creadas por los legisladores. De esa manera podían desenmascarar a quienes trataban de engañar y burlar esa ley, uniéndose a alguien que fingían amar, cuando en realidad sólo lo hacían para librarse de la pena de prisión.

Muchas veces, los implicados que en realidad se odiaban, fingían ser un matrimonio real en todos los aspectos. En gran cantidad de casos, sobre todo en los primeros que lograron imponer, aquellos que contrajeron dicho enlace, después de la boda acordaban irse por separado a vivir sus vidas lo más lejos los unos de los otros.

Poco después se descubría que rehacían sus vidas y formaban otras familias mientras tanto. Tres años después como estipulaba la ley, los falsos cónyuges se reencontraban en el ministerio para anular el matrimonio.

El departamento de Alianzas de paz, después de estudiar todos y cada uno de los casos, se fueron dando cuenta de los engaños, por lo que decidieron tomar medidas drásticas que evitarían el fraude, al menos durante los tres años obligatorios que imponían los legisladores.

Una de las normas era que debían vivir esos tres años bajo el mismo techo, además de compartir habitación, podían ser sometidos a investigaciones en cualquier momento o lugar, y la clausula más importante era que debían consumar el matrimonio en los tres primeros meses de casados.

La mayoría de la gente se reía de ésto, y se preguntaban con burla e ironía cómo narices iban los jueces a enterarse si se acostaban o no con sus parejas. Pues muy sencillo, los legisladores habían creado especialmente y solo para ese tipo de enlaces, un hechizo para los anillos, que tanto el hombre como la mujer estaban obligados a llevar durante ese primer trimestre.

El hechizo se preparaba con algo de esencia de cada uno de ellos, cuando la pareja llevaba a cabo ese primer encuentro sexual, las esencias de esos anillos se mezclaba y creaban una magia muy especial distinta a las demás, era imposible de imitar. Esa magia estaba ligada fuertemente al contrato matrimonial. Una vez desprendida de los anillos, sus partículas viajaban impregnadas en el aire hacia el ministerio, en busca de su correspondiente contrato, cuando lo encontraban, esta esencia mezclada de ambos, quedaba plasmada y sellada en el acta, en forma de tinta con la leyenda de -Enlace consumado-

Ésta leyenda no se podía falsificar de ninguna forma, no se podía crear algo parecido en el documento, ni se podía borrar de ninguna de las maneras, muchísimo menos se podía evitar que quedar plasmado en el contrato. En otras palabras, era incorruptible.

Tampoco había forma de manipular los anillos, era imposible.

Narcissa lo sabía muy bien, y había visto cómo aquellas personas que habían pillado en el engaño despreciando la última oportunidad que el ministerio les daba, terminaron encerrados de vuelta en Azkaban, pero esa vez de por vida.

Narcissa hizo que sus abogados estudiasen meticulosamente las leyes de la Alianza de Paz, pero le comunicaron que no existía forma posible de incumplir ninguna de sus normas, en especial la de consumar el matrimonio, le aconsejaron que lo mejor que podía hacer era hablar con su hijo y hacerle entender que si no llevaba a cabo toda la normativa del contrato, no sólo encerrarían a sus padres en Azkaban lo que les quedara de vida, si no que también iría él.

Ella animaría a Draco a hacer ése esfuerzo, puesto que era algo que no tendrían que repetir jamás. Sabía que sería duro para Hermione y para él, dar ése paso, entendía lo difícil que iba a ser para ellos después de cómo se habían llevado durante años, pero conocía un astuto remedio que ella misma y su marido habían tomado en la noche de su boda con la intención de poder cumplir así con su deber conyugal.

Luxurium, ése era el potente y eficaz elixir que muchas parejas con matrimonios concertados habían bebido en sus tiempos, vieja costumbre que con el paso de los años dejó de ser común y sólo ocurría en algunas familias importantes de matrimonios arreglados como el suyo. Narcissa sabía que era más que una simple poción, ese poderoso elixir no sólo desinhibía y alteraba los sentidos, relajándolos y envolviéndolos en una voluptuosa sensualidad, que poco a poco desprendían por cada uno de sus poros quienes la ingería.

La eficiente pócima hacía que sintieran una irresistible atracción por la pareja, un deseo irrefrenable, una pasión tan asfixiante que solamente se calmaba poseyendo a la persona indicada, sin embargo algo tan potente debía tener efectos secundarios, que iban desde un continuo deseo de sexo, hasta una obsesión enfermiza que rozaba la locura, por lo tanto tenía que elaborarse al pie de la letra y exactamente como se debía, pues el más mínimo error podría alterarla y convertirla en un peligroso veneno.

Narcissa encargaría la pócima a la persona adecuada, iría ella misma en persona para garantizarse a sí misma que no habrían fallos, y de ese mismo modo quien la elaborase, al ver a la señora Malfoy, tendría mil veces más cuidado en su preparación.

A tres días de la boda, esa misma tarde se encamino hacia el bosque de Landorf para encargar el eficaz luxurium a la vieja bruja Enom. Quedaba poquísimo para el enlace, pero lo tenia todo controlado, incluso había mandado una lechuza a Hermione, dictaminándole su nuevo comportamiento desde el mismo momento en que leyera la carta, hasta que se divorciara de Draco:

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Querida Hermione;

Te envío esta nota que marcará tu nuevo comportamiento desde éste momento hasta que te divorcies de mi hijo Draco. Como ves, ya no te llamaremos más Granger, tanto Lucius como mi hijo y yo, al igual que el resto de la familia, te llamaremos Hermione, los demás te llamaran señora de Malfoy o Hermione Malfoy. Puesto que estás prometida a mi hijo ya debes utilizar nuestro apellido.

Has de saber que ésto mismo que te estoy comunicando a ti, también lo he hablado con Draco y se ha comprometido a cambiar para que nuestra convivencia sea lo más pacifica y cordial posible. Sé que no sentís el uno por el otro la menor de las simpatías, por decirlo suavemente, pero tendréis que dejar atrás vuestros viejos odios y resentimientos, una vez mi hijo ponga en tu dedo el anillo, no habrá cabida para ninguna clase de insultos ni tratos vejatorios, es algo que os advierto a ambos.

Una vez casados os comportaréis como un matrimonio, os tutearéis y os trataréis con la mayor amabilidad posible.

Una vez casados fingiréis de cara a los extraños que os amáis, de cara a la calle serás una Malfoy y como tal serás tratada con el sumo honor y respeto que merece tu nuevo apellido. En la mansión deberéis seguir fingiendo el mismo comportamiento puesto que no sabemos si nuestra servidumbre haya podido ser comprada por el ministerio para averiguar si mentimos, solamente en la más absoluta intimidad y muy discretamente podréis ser vosotros mismos y sinceraros, pero eso no significa que podáis irrespetaros ni maltrataros de ninguna forma.

Una vez pongas un pie en la mansión se te exigirá un comportamiento modelo digno de la nueva señora de Malfoy hijo. Cumplirás a rajatabla el protocolo de la mansión y el de tu nueva vida, tendrás que hacer todo lo posible por convivir pacíficamente con Draco, si eso significa evitaros mutuamente exceptuando en vuestras obligaciones, tenéis permiso, pero ni siquiera vuestros amigos más íntimos deben saber que no os amáis.

De antemano Draco se comportará contigo como todo un caballero, y no volverá a tratarte como lo hizo en su día.

Bien, en la mansión tienes obligación de hacer tres comidas familiares, desayuno, almuerzo y cena, el té puedes tomarlo sola o en familia, también puedes rehusarlo. Como mejor te plazca.

Para las tres comidas vestirás de etiqueta, y debes estar preparada para recibir visitas importantes en esas tres comidas, pues en nuestra casa es bastante habitual. Sólo en tu habitación podrás vestir un atuendo informal, y llevarás el uniforme en horario escolar que será de nueve de la mañana a seis de la tarde.

Te preguntarás por tus estudios... pues has de saber que Draco y tú comenzarán las clases después de vuestra luna de miel, que durará una semana, justo después de casaros. A causa de que ambos sois menores de edad no tendréis viaje de novios, pero se os garantizará una semana libre de ningún tipo de obligación en la que podréis hacer absolutamente todo lo que os plazca. Eso sí, tendréis que estar juntos, y en esa semana no os podréis evitar, puesto que seréis bastante observados y estoy segura que muy de cerca por los investigadores de los matrimonios falsos por enlaces de paz. En esa semana haced un esfuerzo, si es necesario ignoraros, pero no podréis estar separados.

Después de esa semana sólo estaréis obligados estar juntos en horario de estudios, cuando se os indique y por supuesto en vuestro dormitorio.

Ahora te comentaré cómo transcurrirá el día de la boda. Un día antes de enlace espero que te acuestes pronto, pues te espera un viaje largo y pesado.

A las siete de la mañana cogerás el tren mágico que te dejará en la estación de Hellidrom donde te esperará un carruaje para llevarte al Palacio de las Novias, llegarás sobre la una y almorzarás conmigo.

A las dos de la tarde te comenzarás a arreglar, te harán el peinado, te maquillarán y te las doncellas te vestirán.

A las cinco en punto compartiremos un carruaje hasta el templo en el que se celebrará la ceremonia, después de ésta, os retratarán los fotógrafos con la familia y los invitados, se harán los brindis pertinentes y se servirá el banquete nupcial, luego Draco y tu abriréis el baile. La gente se quedará celebrando vuestra unión hasta que le plazca, pero la costumbre es que el novio y la novia se retiren a las doce en punto y marchen a su luna de miel.

Sobre las doce u doce y media, vuestro carruaje personal os llevará hasta la mansión que será tu nuevo hogar durante los próximos tres años, y una vez allí podréis descansar.

Hermione esto es todo, espero que comprendas lo importante que es para todos nosotros que esto salga bien, así que debo insistirte en que hagas un esfuerzo y pongas el mayor empeño posible. De parte mía y de Lucius tendrás un buen trato, eso no debes dudarlo, y por parte de Draco tendrás el adecuado.

Atentamente, Narcissa Malfoy.

.

.

—Es increíble... —dijo Hermione con clara irritación.

—¿Él qué?.

—No sé cómo aguantare tanta presión Diana... ya siento como si me ahogara.

—Tranquilízate Hermione, será más fácil de lo que crees si empiezas a aceptar de una vez que estarás casada con Draco, y vas a vivir con ellos tres años, empieza a aceptar tu nueva vida y todo irá fluyendo poco a poco.

«O mejor, me resignare a una nueva vida triste y vacía, me sentiré más sola que nunca... ». pensó Hermione para si.

—Hermione te sorprenderás de lo mucho que han cambiado, ya lo verás, ¿tienes hambre? —le comentó cambiando de tema—. Voy a hacer la cena ya.

—Pues sí, si que tengo, gracias.

—De nada, la verdad es que estás demasiado delgada, se te notan muchísimo los huesos y luces algo enfermiza, ¿seguro que te sientes bien?.

—Sí claro... es que... bueno, con la muerte de mis padres y todos los problemas se me ha ido quitando mucho el apetito...

—En la mansión comerás mejor, verás como coges unos kilitos y te verás preciosa.

Diana le sonrió y le guiño un ojo, a lo que Hermione respondió apartando la mirada algo entristecida. Diana enseguida entró en la cocina, preparó una deliciosa ensalada con queso y pescado con patatas. Le había salido bastante bien, de postre habían comprado helado, éste se lo comieron frente al televisor.

—¡Hermione se nos había olvidado!.

—¿El qué?.

—¿No sabes bailar verdad?, me refiero al baile nupcial.

—No, ¿es necesario que baile? por favor... dime que no tengo que hacer ése ridículo...

—Mañana a primera hora empiezas las clases, y no acepto un no por respuesta Hermione, todos los ojos estarán fijos en vosotros dos el día de la boda, muchísimo más en el baile, de hecho os toca abrirlo.

—¿Y acaso ése estúpido baile es obligatorio?, ¿dónde lo pone en el contrato?.

—Lo mejor será empezar mañana a las nueve, ufff... que contratiempo... sólo quedan tres días para la boda.

—¿Diana me estás escuchando?.

—Por cierto has de saber que tu prometido es un gran bailarín, y seguramente os invitarán a menudo a los bailes, más te vale aprender bien Hermione, no está bien visto que un recién casado baile con otra mujer que no sea su esposa, además es difícil de creer con las aptitudes que tienes, que Draco te supere en algo tan nimio como el baile...

Hermione, que había empezado la cena bastante animada, se irritó mucho con la noticia y los comentarios de Diana, tenía que aprender a bailar a la perfección en tres días y no podía negarse a ello, a pesar de que el contrato no lo estipulaba. Hermione empezaba a verse envuelta en normas y comportamientos estúpidos a su parecer.

Subió a su cuarto pensando en cómo eran sus vidas en Hogwarts, en cómo la familia Malfoy, en especial Draco, la estuvo tratando hasta entonces. Se acostó enseguida y Diana recogió la cocina, poco después se fue a la cama ella también.

Hermione seguía despierta, tratando de dejar de pensar en los insultos y humillaciones a los que Draco la sometió durante seis largos años, pero pronto la venció el sueño. Estaba profundamente dormida cuando soñó con su boda, se despertó sobresaltada y abrumada por culpa de una pesadilla.


Enamorarse del enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora