Aquella esquina junto a Scribbulus

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Harry río por dentro viendo la cara que Draco y Hermione habían puesto al darse cuenta de que era él, quien estaba de reemplazo en el departamento de leyes para la Alianza de Paz. Él también se había sorprendido al verlos entrar, pero su orgullo era más fuerte y enseguida guardó la compostura. Por su parte, Draco estaba en la mayor de las alertas, Harry seguía siendo su enemigo, habían tenido conflictos graves y aunque ambos pudieron darse cuenta de la realidad que los hacía estar enfrentados cuando abrieron la caja de Pandora, eso no tuvo la fuerza suficiente para que pudieran replantearse las cosas. Draco nunca iba a perdonarle que se acostara con Hermione, y que hubiera estado a punto de tener un hijo con ella. Era demasiado duro para él. Harry seguía sintiendo que por su culpa había perdido a su mejor amiga, y que seguramente si él y su familia no hubieran enredado las circunstancias de sus vidas, Hermione estaría casada con Ron, y sino… podría ser que incluso con él mismo. Ahora le hacía gracia volver a verlo y en una posición de suma ventaja, podía jurar que lo tenía en sus manos. Le era tan divertido que tenía que hacer esfuerzos para no reírse en su cara.

—Potter… —mencionó su nombre, con una mezcla de hartazgo y humillación.

—El mismo —respondió sonriente, cruzándose de brazos, y observando cómo Hermione se torcía las manos, nerviosa.

—No recuerdo que hubieras hecho carrera para legislador por la Alianza de Paz.

—Lo que yo hubiera hecho con mi tiempo no es de tu incumbencia, Malfoy. Pero diré que sólo estoy cubriendo una baja, aunque trabajo en el ministerio, éste no es mi campo.

—Entonces será mejor que nos marchemos, necesitamos hablar con alguien especializado —dijo Hermione, dirigiéndose a Draco. Harry la miró serio, pensativo y sopesando las posibilidades que se le estaban ofreciendo, con ellos.

—Si estoy en éste puesto cubriendo al mismísimo ministro, es porque soy plenamente capaz de resolver cualquier problema que tenga que ver con la Alianza de Paz, pero si queréis marcharos… es asunto vuestro. Podéis esperar a que el ministro vuelva y os atienda él mismo, el mes que viene.

Aquella opción era la peor, esperar tanto significaba volver a empezar de cero, y teniendo que presentar una cantidad considerable de documentos que acreditaran el matrimonio de mutuo acuerdo, pasar otra investigación, desembolsar una buena suma de Galeones, y entre un trámite y otro, hasta podría pasar más de un año para poder volver a casarse. Ahora tenían que elegir entre ésa opción, o para contratiempo de ambos, dejar a la suerte y a la improbable buena voluntad de Harry, de que quisiera ayudarlos a resolver el problema.

—Potter… el tema es delicado y como comprenderás, tú y yo nos caemos especialmente…

—Ante todo soy un profesional, Malfoy—respondió Harry, comenzando a molestarse y a mostrarse indignado—, aquí no somos Draco Malfoy y Harry Potter, enemigos y rivales desde siempre. Aquí somos ciudadano y funcionario del ministerio ¿entiendes?, me limito a hacer mi trabajo de la mejor manera posible, sin mezclar en ello ni mi nombre ni mi vida privada. Y ante todo, trabajo por la justicia conjunta entre nuestro mundo y el muggle. No sé si tienes la ligera idea del peso que tiene, pero no te voy a consentir que pongas en duda ni mi capacidad, ni mi profesionalidad. Como dije antes, si no queréis ser atendidos por mí, esperad a que regrese el ministro el mes que viene —. Draco no supo qué hacer, pero Hermione saltó enseguida, tenían que arriesgarse a salvar la situación, antes de que fuera demasiado tarde y se les complicara.

—Harry, imagino que recuerdas cuando me acompañaste a firmar los documentos para mi nulidad matrimonial con Draco.

—Sí, lo recuerdo perfectamente —contestó, pensando que ésa circunstancia ocasionó la ruptura de una amistad, forjada y cuidada año tras año, desde su infancia.

Enamorarse del enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora