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La luz ascendió, los pájaros cantaron, y Rey se despertó.
Esa noche la pasó súper cómodo. Al dormir abrazado de la chaqueta de Dante, su olor generó un sentimiento de nostalgia por parte de Rey. Una noche cálida, sin dudas.
Se levantó del sillón, saludó al Padrino que se encontraba en el living: con un beso en la frente, y se dirigió a la cocina. El desayuno lo esperaba. Al abrir el refrigerador se encontró con la sorpresa de que no había leche. Indignado por tal atrocidad, Rey se armó de valor y fue a comprar más al supermercado. Agarró las llaves de la casa, saludó otra vez al Padrino y partió.
Un vez en la calle, Rey se dirigió al supermercado en busca del delicioso néctar. El trayecto sería de unas 12 cuadras, por lo que Rey no tardaría mucho.
A la quinta cuadra, Rey notó algo súper extraño. Una antigua casa estaba siendo opacada (o eso parecía). Misteriosamente, en la puerta de aquella, se encontraba un auto estacionado. Rey no pudo identificar el auto; debido a que no se encontraba lo suficientemente cerca como para analizarlo. Luego de unos segundos caminando, sí pudo identificarlo.
Su primera reacción fue de sorpresa y risa. Alguien tenía exactamente el mismo auto que Rey: un Rover 45. Y extrañamente, alguien también tenía: la misma abolladura en el parabrisa que el Rover 45 de Rey. Efectivamente, ese auto era de Rey. "A la mierda la leche" pensó.
Se clavó con los dos pies en frente del lugar. Saltó la mini reja que dividía la casa con la calle. Una vez adentro de la propiedad privada, Rey intentó encontrar una entrada sin generar ningún ruido. La primera idea que tuvo fue rodear la casa, cosa que hizo. Al llegar a la parte trasera de aquella, observó que una ventana se encontraba semi abierta, por lo tanto, Rey abrió un poco más el vidrio y entró. Adentro de la casa pudo observar la situación. La cocina conectaba con el living; que a su vez, conectaba con un largo y extenso pasillo.
En cuclillas, siguió deslizándose en busca de alguien o algo. Su desplazamiento no fue muy largo, hizo poco menos de 5 metros. Antes de cruzar la puerta de la cocina, alguien llamó al teléfono fijo de la casa. Mauro se escondió atrás de la pared que estaba al lado de la puerta. Su temor era que alguien estuviese en ese lugar, y al contestar el teléfono lo viese. Luego de unos muy pocos segundos, una persona enmascarada bajó. Rey no logró identificar la máscara porque lo pilló de espaldas, aunque Rey suponía que se trataba de la misma persona que se encontró en la antigua casa. De repente, el extraño atendió el teléfono. Rey se concentró en escuchar.

-Hola, sapo. Si, te escucho bien. Decime.

Unos segundos de silencio predominaban, hasta que el enmascarado volvió a hablar.

-Sisi. Igual ya expliqué la situación. No sabíamos que iba a caer a la casa. Fue un imprevisto.

Otra vez se dio un breve silencio. Rey estaba atónito. El enmascarado nuevamente volvió a hablar.

-¿Me escucho apagado? Es que recién llego al lugar que me mandaron, sigo con la máscara puesta. Ahora me la saco.

El enmascarado se desenmascaró. Aunque, Rey no logró verlo bien, ya que estaba de espaldas.

-Claro, entendí. Te lo vamos a llevar con vida.... Sisi. Ahora llamo a Sergio para ver si tiene alguna novedad. Perfecto, nos vemos.

El enmascarado cortó la llamada, agarró una silla de por ahí y se sentó en frente del teléfono. A Rey le extrañó la conversación. No quería ser el centro del mundo, pero algo olía mal. Parecía que estuviesen hablando de él mismo.
El plan de Rey era el siguiente: ir agachado  sin hacer ruido en busca de la espalda del Sujeto. Rey podría ser flaco, pero su entrenamiento de defensa personal daba frutos.
Paso a paso, él comenzó a acercarse aún más a la espalda del Sujeto. Justo antes de que Mauro aplique una mata león, aquella persona comenzó a llamar a alguien. Rey decidió esperar un poco hasta que termine de marcar el último número. Tenía la esperanza de que aquel "Sergio" no fuese el Padrino.
El último número fue marcado. En ese preciso instante, Rey se levantó e intentó tomar del cuello al Sujeto. Su único intento fracasó, debido a que su brazo no logró conectar con suficiente agarre, por lo que comenzó una batalla campal. Nuevo objetivo de Rey: lograr que el "Anfibio" no alarme a la otra persona que llamó. Rey logró conectar un gancho perfecto en su estomago. Apenas cayó al suelo por el dolor, se oyó una voz en el teléfono. El Sujeto volteó en un instante. Rey vio sus intenciones, y sin dudarlo, le pateó la cara, noqueandolo en el momento. Agitado, Rey corrió hasta el teléfono fijo para escuchar la voz del famoso "Sergio".

-Hola, ¿Michael? ¿Sos vos?- Unos pocos segundos en silencio. "Sergio" volvió a hablar -. ¿Hola?- Eso fue lo último que Rey logró escuchar. Acto previo, "Sergio" colgó el teléfono.

Por primera vez en mucho tiempo, Rey volvió a contemplar la traición. Efectivamente, era el Padrino. Su timbre de voz era exactamente idéntico al de él (un tono grave y peculiar. Su voz era parecida a la de Frank Sinatra). 
Rápidamente, Rey agarró la máscara del Sujeto (era de Kevin Spacey). Lo agarró de las piernas; un poco antes de las rodillas, pero un poco después de los talones, y lo arrastró hasta un sótano que se encontraba atrás de las escaleras principales. Una vez allí, Rey lo ató fuertemente a una especie de tubo grande y grueso que se ubicaba en el centro de la habitación. Lo ató de pies a cabeza, inclusive: las manos, boca y ojos. El sujeto se encontraba amarrado, sin poder hablar ni ver. Rey miró aquella escena. Lentamente fue caminando hacia atrás. Subió las escaleras con cautela. Al llegar al living, salió corriendo con todas sus fuerzas al supermercado. Luego se arrepentiría de ser tan imbécil y tan poco cuidadoso; puesto que no se sabía si había alguien mas en la casa.
Una vez afuera, Rey corrió hasta el supermercado. 40 minutos tardó su estadía en aquel lugar.
Llegó al supermercado transpirado y agitado. Agarró una leche de  una heladera de por allí, no debería olvidarse su verdadero cometido. La pagó y volvió corriendo a la casa del Padrino. Su intención era disimular y hacerle creer de que nada pasó. No era el momento de ser irracional. Por ahí, Rey conseguiría extraer un poco de información (aunque por dentro no lo quisiese).
Mientras Rey corría esas 10 cuadras hasta su destino, su gran temor pasó por sus ojos: la traición. Maldita y dolorosa traición. Los sentimientos de Rey eran extraños. Su tristeza descendía cada vez que daba un paso. El odio lo calcomía.
Finalmente, Rey llegó al departamento. Nervioso, buscó en su bolsillo del pantalón la llave de la puerta principal. La agarró firme y abrió la cerradura. Él caminó un largo pasillo (no tan largo como el departamento de Rey) hasta llegar al ascensor. Presionó el botón del mismo, y no funcionaba; por lo que Rey tuvo que usar las escaleras. Por consecuencia,  los sentimientos de Rey volvieron a cambiar: él sentía miedo. No se sentía listo para encararlo, incluso, Rey comenzó a preparar un plan de defensa por si algo salía mal. El último escalón fue pisado. La puerta estaba en frente de Rey. Se limpió un poco el abundante sudor de su cara y brazos. Por suerte, ese día hacía mucho frío.
Rey abrió la puerta. De fondo se encontraba el Padrino sentado en una silla apuntando a la puerta. Los dos se miraron. Rey entró. Sin darse cuenta, se encontró en el mismísimo infierno.

El Disparo De ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora