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Rey entró al departamento y sin pensarlo fue a dejar la leche en su respectiva heladera. Todos los movimientos de Rey fueron seguidos con la mirada del Padrino, generando un ambiente ambiguo.
Todo el acto se volvió incomodo, hasta que El Padrino decidió hablar.

-¿Por qué tardaste 40 minutos en ir al super?

Rey se quedó parado en frente de la heladera, sin reacción. No sabía que decir. Aunque, algo se le ocurrió.

-Perdón... Me perdí en el sendero de la vida.

Siempre que Rey se pone nervioso: comienza a decir estupideces. Allí no era la excepción.
Ante tal respuesta, el Padrino comenzó a reír desconsoladamente. Rey se rió con él sin entender el motivo. De repente, el Padrino cerró la boca; para luego, hablar.

-¿Tuviste que correr en el sendero de la vida? Digo, porque estás todo sudado.

-Y bueno, quise hacer ejercicio.

-¿Hiciste ejercicio con la leche en la mano?- Pregunta el Padrino realmente interesado en saber-. Eso suena raro, o ¿Acaso hiciste ejercicio antes de ir al supermercado? Porque eso suena aún más raro.

Rey y Sergio se miraron fijamente. Los dos querían comerse vivos. Sabían que nada bueno iba a salir de esa situación. Tratando de que el momento no siga siendo incomodo, el Padrino invita a sentarse a Rey. Él un poco extrañado acepta. Agarra una silla de por ahí y la coloca a unos 2 o 3 metros de Sergio. Sus miradas conectaron fijamente.
Por otra parte, los sentimientos de Rey volvieron a cambiar: esta vez se sentía decaído e intrigado. Sergio apoyó una pierna sobre la otra y cruzó sus brazos, aparentando verse más interesante. Hasta que él volvió a romper el silencio.

-Yo sé que estas pensando. Sinceramente, no me agrada que desconfíes de mí, pero, tengo mis motivos- Comienza a hablar el Padrino, con un tono sumiso; aunque provocador -.

Rey lo seguía mirando, en ningún momento le sacaba la mirada de encima.

-No pienso disculparme, ni tampoco retractarme. Lo hecho, hecho está.

-¿Entonces me traicionaste?- Rey interrumpe la charla para dar su pregunta controversial -.

En realidad él ya se esperaba una posible respuesta. Digamos que le gusta el masoquismo.

-¿Traicionar?- Sergio sonrió -. No te debo nada. Ni a vos ni a nadie. Yo hago lo mío y punto.

Un silencio profundo, sumando la respuesta de Sergio, logró sucumbir cualquier sentimiento de Rey. La agonía duró literalmente 1 minuto; ni un segundo más, ni un segundo menos. Los ojos de Rey se tornaron cristalinos y más transparentes de lo normal. Pequeñas y saladas lagrimas comenzaron a brotar de sus marrones ojos. Mauro se levantó de la silla y fue a buscar algo en su mochila: el Padrino ni se inmutó. Rey abrió el bolsillo de su respectivo bolso y peló su 9mm: el Padrino ni se inmutó. Rey apuntó su arma al Padrino ,y él continuaba sin inmutarse.

-Levántate y ven conmigo-. Le dice Mauro a Sergio -.

Ante la desventaja notoria de Sergio, no le quedó de otra que acceder. Se levantó de su cómoda silla, la acomodó en la mesa y levantó las manos en alto.

-¿A donde vamos?- Pregunta Sergio, aunque inmutado -.

-Al Valhalla- Responde Rey -.

El Disparo De ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora