𝙎𝙚𝙣𝙩𝙞𝙢𝙞𝙚𝙣𝙩𝙤𝙨 𝙣𝙪𝙚𝙫𝙤𝙨 - 3

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ESTA HISTORIA ES ADAPTADA BAJO EL PERMISO DE LA AUTORA.

-¡Lo sabía! ¡Ese maldito Jungkook! –gritaba una enfurecida Jennie

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-¡Lo sabía! ¡Ese maldito Jungkook! –gritaba una enfurecida Jennie.

-Jennie, cariño… -contestó suspirando Yoongi.

Los dos estaban en el coche, camino al orfanato del distrito de Ginza, orfanato al cual Jin les había dicho que iban a dejar al crío.

-¡Ni cariño, ni nada! ¡Ya le vale a Jin! ¡”Por favor, dale una oportunidad a mi hermano”! –exclamó imitando a Jin- ¡Mírale! ¡La primera oportunidad que le damos y lo primero que hace es meter a NUESTRO HIJO en un orfanato! ¡Y encima de que todo esto es culpa de Jin y él ni siquiera está aquí! ¡Podría venir de los malditos EEUU y ayudar un poco, ¿no crees?! ¡Es lo menos que puede hacer encima de que…! –y siguió retrucando y repitiendo sus mismos argumentos durante todo el camino.

A la vez de que esta situación era un pelín preocupante, a Yoongi no le dejaba de hacer gracia. Desde luego, Jin les iba a deber una muy gorda, sobre todo a Jennie. No se perdería la cara que pondría su amigo cuando la fiera de Jennie se echase encima de él. Sonrió. Aunque le duró poco porque su cabeza no dejaba de darle vueltas a miles de planes que podría llevar a cabo para que su pequeño no fuera dado en adopción y para que, al final, por mucho que le costara admitirlo, que Jungkook no tuviera otro remedio que quedárselo.

Mientras que su mujer seguía quejándose, el coche paró en un semáforo. Yoongi escuchaba sin interés a Jennie, pues sabía que se repetía más que un loro, cuando de repente se le ocurrió una gran idea. Idea que no se la iba a esperar ni siquiera alguien tan inteligente como Jungkook.

-Shhh… Calla un momento, Jennie. Tengo una idea –anunció sonriente Yoongi. La mujer se calló de momento y le miró interesada. Cuando a su marido le venían ideas a la cabeza, lo más probable es que las situaciones en las que se encontraran en algún momento solían salir bien paradas.

El semáforo volvió a ponerse en verde, al tiempo que Yoongi comenzaba a relatarle lo que había pensado. A cada palabra que decía, Jennie abría más y más los ojos hasta que Yoongi terminó y entonces dejó escapar un chillido de alegría, abrazando eufórica a su marido. El coche fue haciendo zigzag hasta que Yoongi pudo tomar otra vez el control.

-¡Jennie! ¡Casi nos matamos! –gritó asustado Yoongi- Un poco más y no sobrevivimos antes de volver a ver a nuestro hijo…

-¡Lo siento! ¡Pero es que tu idea es la mejor, cariño! ¡No me podía contener! ¡Jajaja! –comentaba alegremente.

-Vale, vale… -dijo sonriendo ante el buen humor que había recuperado- Ahora vamos a parar en una cafetería; no va a hacer falta que hagamos nada y me vendrá bien un café, ¿qué te parece?

-Lo que quieras –contestó más relajada Jennie.

Pararon en una cafetería a dos manzanas del distrito de Ginza y se pidieron dos cafés. Cuando se los trajeron, Yoongi tomó un sorbo del suyo y sacó su móvil. Marcó un número y bajo la controladora mirada de Jennie, esperó a que le cogieran el teléfono.

Un problemón muy llorón | LK ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora