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Arillo

—¿Qué te pasó ahí? —indicó con su mano mi brazo. Casi al instante volví a tapar la herida con la bata del hospital, despreocupada.

—No quiero que se preocupen ni tampoco que me empiecen a preguntar que pasó y esas cosas... sabes lo mucho que detesto los problemas y la atención, Rodd.

Suspiró tomando una posición de "jarra" con sus brazos.

—Ya lo sé. Te gusta vivir tranquila, si fuera por ti serías una planta —reí—. Ya pero en serio, ¿estás bien? Se veía feo.

—Sí, es solo que esta cicatrizando y ya sabes lo feo que se pone cuando pasa eso... Me quemé mientras cocinaba, nada fuera del otro mundo.

—Toma cursos de cocina si no sabes hacerlo, te quiero bien y completa de pies a cabeza.

Hice un gesto con mi mano restandole importancia mientras avanzaba por los pasillos. Rodd me siguió.

—Escucha, tengo-

—No.

—¡Ni siquiera sabías que iba a decirte!

—Estoy entre dos opciones, la primera es que te asista en una cirugía las cuales siempre duran horas o, tienes entradas para algún evento con una multitud de personas y un escándalo. Sea cual sea la respuesta es: no.

—¡Vamos, Arillo! No seas así.

—No.

—¡Por favor! Eres la mejor en asistencia la cirugía.

—¿Es grave?

—Horroroso. Es morboso, justo como te gustan. Y es complicado.

Suspiré.

—Bien. Te asistiré en la cirugía. Pero mejor que sea una buena eh —advertí con el dedo. Este asintió cual niño y se fue feliz.

¿Que puedo decir? Me gustan los casos complicados. ¿Operaciones básicas y fuera de riesgos? Aburridas. ¿Operaciones complicadas y riesgosas? Excelente. No es predecible y nunca son iguales. Únicas en su clase y fascinantes.

<<Dabi>>

Frunci el ceño ante ese pensamiento impulsivo. ¿Por qué Dabi? ¿En estos momentos? No entiendo mi propia mente...

—Disculpa, necesito ayuda con algo.

Giré mi cuerpo para ver al chico pero estaba todo encapuchado y con la cabeza gacha. Demasiado alto...

—¿Si...?

—¿Sabes donde puedo encontrar una molesta enfermera? —levantó apenas su rostro y vi su mirada burlesca.

Miré a todos lados preocupada de que lo descubran.

—¿Que haces aquí?

—Vengo a verificar el ganado.

—¿El ganado?

—Te dije que marco lo que es mío. Vengo a comprobar que nadie se aproveche de lo que me pertenece.

—¿Me estas vigilando...? Esto es acoso.

Rió seco.

—¿Me importa? Te dije que eres mi juguetito y yo no comparto. Ten cuidado con lo que haces burbujita —advirtió ronco acercándose a mí—. Porque te estoy vigilando ahora y siempre... si no quieres que incendie todo esto o haga cosas peores mejor que cierres tu puta boca y controles esa actitud tuya. No me gusta que estés muy a las risitas con ese doctor.

Abrí los ojos asustada.

—¿Desde cuando...?

Sonrió de lado.

—Ya te lo advertí, ¿no? ¿Crees que es una broma? Si es necesario quemar tu cara para que nadie se te acerque lo voy a hacer.

Mi boca se abrió ligeramente, asustada.

—Enfermera Arillo, ¿está todo bien...? —preguntó mi compañera acercándose con cuidado.

Dabi me amenazó claramente con su mirada. Le di la espalda y la miré.

—S-sí. Sí, sí. Solo es un familiar perdido, no encontraba la salida, eso es todo, tranquila.

Ella asintió dudosa y se marchó pero antes le dio una última mirada curiosa a Dabi.

Suspiré aliviada.

—Así me gusta, bien hecho burbujita —susurró en mi oído haciéndome sobresaltar. Cuando me di vuelta Dabi ya estaba a unos cuantos metros alejado de mí.  ¿Que tan rápido es ese psicópata?

Mi cuerpo tembló debido a la situación. Sentir su aliento y voz ronca pero amenazante en mi oído y que provoque te todos mis sentidos se pongan en alerta no era para nada agradable. Tragué saliva tratando de hidratar mi garganta, la sentía seca.

Tengo que tener cuidado.

•••
¡hola y adiós!

Átropos || Dabi Y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora