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Arillo

Dabi se detuvo.
Se detuvo al oír la palabra y no sabía si eso era buena señal o no. De todas formas, ¿por qué lo dije? ¿No tengo autocontrol?

Levantó su rostro pero su mirada seguía oculta y el lugar donde nos encontrábamos, no era muy iluminado que digamos.
Sentí su sonrisa a centímetros de mi cara, podía sentirla. Podía hacerlo.

Su pecho vibro con poder y de su garganta brotó una profunda carcajada.

¿Que ocurre? ¿Dije algo chistoso? Dabi en verdad necesita ayuda médica...

—Esa es mi chica. A partir de este momento tú ya no tienes poder sobre ti misma, ¿oíste? Yo soy tu dueño.

Soltó el aire en sus pulmones, victorioso y me levantó del suelo, apoyándome en su hombro.

—Vamos a estrenar mi juguete.

Tiró mi cuerpo al colchón sin cuidado algo.
Me miraba con prepotencia desde arriba, haciéndome sentir inferior y pequeña. Mi vientre bajo empezaba a producir sensaciones.

—Di: Wof.

No desvíe la mirada.

Puso un semblante serio.

—Dije algo. Di: Wof.

Al ver que no obtenía respuesta rodó los ojos exhausto; se quitó el inmenso abrigo que siempre lleva dejando sus brazos al descubierto. Levantó su dedo índice y una pequeña llama apareció.

—Dije algo. ¿Tengo que domesticarte? Eso sería demasiado agotador para mi, __(tn). Obedece la orden. Obedece la orden de tú papi. Di: Wof.

—W-wo...wof —solté en un murmuró avergonzada, corriendo la mirada.

—Más fuerte.

—Wo-wof.

—Otra vez.

—Wof.

Rió y se acercó a mi a cuatro patas, obligándome a recostar mi espalda en el colchón.

—Vamos a marcar este cuerpo tuyo por dentro y por fuera. Vamos a marcar mi nombre para que no estés con nadie más. Nadie pueda tocar a mi juguete. O yo me encargaré como lo hice con el estúpido de Dylan.

¡Dylan! ¡cierto! ¡asesinó... asesinó a Dylan!

—Oh, parece que alguien cayó en cuenta de lo que sucedió. Te tardaste bastante en procesarlo. Pero no va a estar por mucho tiempo en tu mente. No tienes permitido hacerlo —mordió mi cuello con brutalidad a la vez que rompía mi camisa.

Intenté quitarlo de encima, sentía que en cualquier momento me arrancaría la piel. Me soltó y empezó a lamer la herida, luego dejó besos humedos en casi todo mi cuello y succionó con fuerza dejando marcas. Todo esto, con mis manos atrapadas en las suyas y sus uñas queriendo clavarse con intensidad en mis muñecas.

Fue bajando hasta mi pecho donde me dedicó una mirada divertida y empezó a jugar con estos.

—Necesito soltar tus manos. Quiero tocarte con mis dedos en todo tu cuerpo. Si lo hago, ¿prometes no hacer nada? —me miró amenazante. Pasé saliva y asentí— buena chica.

Empezó a seguir la línea de mi cuerpo, desde debajo de mis axilas hasta mis glúteos. Luego de ahí agarró mis rodillas con fuerza y las separó.

—Esto es tan... —pasó la lengua por su labio superior, con aires de arrogancia y diversión. Ya tenía asimilado que le gustaba jugar conmigo, con mis reacciones.

Cuando estaba a punto de rozar su nariz con mi zona íntima se separó brusco.

—¿Sabes qué? No lo haré. No lo haré hasta que me lo pidas de rodillas, hasta que me ruegues que te haga mía. Que te penetre con todo mi ser. Y hasta entonces, te dejaré siempre con las ganas, quiero que me lo digas, quiero oirte suplicarlo.

—¿Qué...? —solté inconsciente y mi tono de voz sonó desilusionado, lo que a él le agradó.

—Y no faltará mucho para eso, __(tn). Estaré esperando que te pongas de rodillas y me pidas que te lo haga en esta misma habitación. Espero ver tú mejor expresión cuando lo hagas. No me gusta que me fallen.

•••
¡hola y adiós!

Átropos || Dabi Y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora