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Arillo

—¡Hey! —Di un sobresalto en mi asiento y miré en todas las direcciones hasta dar con Yuki.— te estuve llamando y no me prestas atención. ¿Ocurre algo? Estás en las nubes, __(tn).

—Uhm... sí, sí. Sí. No dormí bien, eso es... eso es todo.

Arqueo su ceja y me miró desconfianza.

—Estas así hace dos semanas. ¿De verdad estás bien? Puedo cubrirte o lo que quieras...

—No, Yuki. De verdad que estoy-

—Igual ya hablé antes de venir contigo —sonrió como si travesura hubiera salido bien—. Termina eso y ve a casa. Te cubriré por 3 días, es lo único que pude conseguir.

—Yuki...

—Luego me lo agradeces, ve.

Suspiré viendo que era inútil. Tecleo algunas cosas más en la computadora y me recargo en la silla con la vista al techo.
Yuki en verdad lo hizo esta vez... debo agradecerle más tarde. Supongo que mi estado de verdad está mal como para no rendir bien en el hospital y todo por ese estúpido e incomprensible de Dabi.

Bufé mientras mis manos se deslizan por mi rostro, cansada.

Todo por ese... ese psicópata que me deja helada siempre que nos vemos. Viene a mi departamento, actúa como si fuera su casa y se va. Y a veces, si está con ganas de molestarme, empieza a provocarme y cortar el ambiente en seco con esa estúpida sonrisa de maniático diciendo "Ya sabes que debes decir" ¡agh, me tiene harta! No lo soporto más y tampoco es una cucaracha donde puedo tirarle veneno o simplemente irme del lugar y ya. Ese idiota me seguirá hasta que mi descendencia no exista.

Levanté mi trasero de la silla y empecé a buscar mis cosas para ir a mi casa. Quiero despejar la mente y quiero estar tranquila. Ruego a Dios conque no se me aparezca. He pensado en ponerle doble cerradura a las ventanas pero las terminarían derritiendo y eso me saldría el doble del costo y mi economía no está como para ir derrochando todo.

Ya una vez en las calles en un poste vi un aviso. Y ese aviso, no me gustaba para nada. Estaba por entrar en pánico. Era una foto de Dylan y pidiendo que si lo vieron, que por favor avisen a los números que se encontraban ahí.

Pasé saliva.

Dylan me dijo que nadie sabía quién era yo, que quería mantenerlo oculto porque no quería que sus amigos empiecen a preguntar y molestarle.
Las cenizas de él, se encontraban desparramadas por el suelo del edificio, Dabi se encargó de eso. Las juntó y las tiró como si nada por mí ventana diciendo felizmente "no vuelvas". De verdad que necesita ayuda psicológica.

Al abrir la puerta de mi departamento Ibad me recibió con un ladrido.

—¿Ibad? ¿En serio?

Lo alcé dándole caricias.

—Es tú perro. Decidí darle tu nombre pero al revés.

—No necesito ser un genio para descrifarlo —respondió desde el sofá.—. No es mío, vive aquí. Es tuyo.

—¿Mío?

—Feliz navidad.

—Faltan como tres meses.

Se encogió de hombros.

—Regalo adelantado. Si no lo quieres damelo, a tu amigo le haría buena compañía.

Lo apreté más a mi, negando.

Dabi sonrió satisfecho.

—Te lo tomaste bastante bien... la muerte de tu... uhm... ¿amante?

—Trabajo en un hospital, Dabi.

—¿Y?

—La muerte es mi reality show.

—¡Wow! Casi suenas como uno de nosotros, creo que quieres pasarte a mi bando y estar conmigo, ¿verdad?

—Ni en chiste.

—Entonces tendré que matarte.

Suspiré harta.

—Me vienes diciendo eso desde que me conociste. ¿No tienes otra línea ya?

—Solo quiero que lo recuerdes.

—¿Para vivir con miedo? ¿Atormentarme?

—En cierto modo... y también recuerdes a quién le pertenece tú vida.

—No te pertenezco. Vete de aquí, tu presencia me recuerda a lo que sucedió ese día...

—¿Cuando me dijiste "Daddy"? Digo, "papi". El inglés no es lo mío —me sonrió de costado, divertido por la situación.

—Me voy a dormir —finalicé yéndome a toda prisa y cerrando la puerta de mi habitación. No lo soporto.

•••
¡hola y adiós!

Átropos || Dabi Y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora