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Arillo

Una semana. Una maldita semana había pasado desde la última visita de Dabi. Ese día temí por mi vida, estaba desesperada por respirar. Apretó mi cuello con tanta fuerza que dejó marcas, tuve que pedir días en el hospital diciendo que me sentía mal y cosas así. Fue una experiencia horrible y que no me gustaría volver a experimentar. Tengo que hacer algo, no puedo permitir que haga lo que quiera conmigo y cuando quiera. ¿Quién se cree que es? Tengo que luchar, tengo que hacer algo... Todo esto pasó por mi culpa, porque no quise denunciarlo por un simple capricho mío y de los vecinos...

Un ladrido interrumpió mis pensamientos.

—Ah, ¿quieres más comida, Ibad?

Tomé su platito y lo llené con comida, se lo volví a dejar y este volvió a comer moviendo su cola felizmente.

Lo miré con ternura, si bien no fue traído en las mejores condiciones, es un cachorro muy lindo y afectuoso.

Lo llevé a la veterinaria y se sorprendieron al ver en el estado en que estaba. Me dieron instrucciones exactas de que hacer y cada cuando debería llevarlo al veterinario para un chequeo y sus vacunas.
La sarna que en un principio era horrible de ver debido a que te revolvía el estómago, ahora se encontraba un poco mejor. Aún falta mucho tiempo pero poco a poco va creciendo su pelo. Aún sigue en mal estado pero lo importante es la energía que le pone a su vida y al cambio. En unos meses estará como si nunca le hubiera pasado esa situación horrible. Poco a poco volvía a tener carne en su piel y huesos. Sonreí y acaricié su lomo, Ibad movió sus caderas a un ritmo descomunal.

Largué una carcajada.

—Que cosita más linda... ¿Tú dueño vendrá a buscarte o te dejó aquí conmigo? —lo tomé en mis manos, alzandolo—. Digo, no me opongo a que vivas conmigo pero no tengo tiempo para cuidar de ti y esas cosas... Espera. ¿Fuiste un regalo de él para mi? ¿Lo eres? —siguió mirándome.— ¿eres una clase de demostración afectuosa? —suspiré—. Claro que no... ¿que estoy diciendo? ¿Dabi? ¿Regalandome algo y más un cachorro? Suena hasta patético cuando lo digo.

Volví a dejarlo en el suelo y volvió a devorar su comida.

—Espero que mínimo venga a buscarte y no espere que me haga cargo de ti si no eres un re-...

<<¡¿De todas formas que me importa?! ¡¿Por qué quisiera que el me regale algo?! ¿Tanto necesito su atención y afecto? Vamos, __(tn) no caigas tan bajo...>> me recordé.

Di media vuelta en busca de algo que comer. Obtuve unas papitas y una gaseosa, me sirve para el momento.

Me tiré en el sofá y encendí el televisor. Mi serie favorita se encontraba esperándome justo a tiempo.

Sonreí feliz.

Sin Dabi, sin preocupaciones, sin señales de posible muerte sin nada... solo yo.

Ibad apareció mirándome desde abajo suplicando que por favor, le suba conmigo.

—Y un cachorrito...

Una vez se acomodó entre mis piernas empecé a darle caricias, pensativa.

Dabi es... inentendible. A veces es una persona—si se puede considerar — dentro de lo normal, pero otras veces es un psicópata en todas sus letras.
A veces es de una forma y otras veces de otras, nunca sabes que es lo que te puede tocar y en cierto modo es...

Sacudí mi cabeza.

Es peligroso e inestable. Demasiado bipolar.

Dejé escapar el aire de mis pulmones.

—Tú dueño es bastante inusual y bipolar, ¿eh? —tomé su carita entre mis manos. Besé su nariz, enternecida—. Que suerte que no copiaste su carácter...

Debería ir a un psicólogo... el otro día me tomó por sorpresa, tuvo una actitud que nunca antes la vi... y creo, que ahora con el tiempo, voy a verlo más seguido...

Tengo que hacer algo. Tengo que hacer algo o definitivamente voy a morir en uno de sus ataques.

•••
¡hola y adiós!

Átropos || Dabi Y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora