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    —Familia, me acsfixian— se quejó en un susurro ahogado el estadounidense, el momento había sido hermoso pero le faltaba el aire.

      —Shh, no arruines el momento— lo calló su madre, aún acariciando su cabello.

     —Eh, cariño, creo que enserio no respira— intervino su esposo, aflojando el abrazo.

      —Bien, bien— la francesa rompió el abrazo muy lentamente y se quedó frente a su hijo otro momento más.

      —Vengan, pasen— sugirió Reino Unido dándoles unas pequeñas palmaditas a sus hijos —Y España, ve a lavarte la cara y cálmate un poco, luego baja si quieres— se dirijió al español con cierta cara de asco por la cantidad de mocos y lágrimas mezcladas en su cara.

      El español no respondió pero hizo caso a la petición, levantándose del sofá y caminando escaleras arriba.

     —¿Les ofrecemos algo? ¿Té, café, agua?— preguntó la francesa sin perder sus modales, aunque dentro solo quería gritar de alegría y llorar mares enteros por su hijo.

      —No gracias mamá— se adelantó Canadá, tomando un lugar en el sofá.

      —¿Tu quieres algo cariño?— su madre dirijió su mirada a USA, quién bajo la mirada al suelo.

      A decir verdad, siempre le dio vergüenza que alguien le pregunté si quería algo.

      —¿Café con leche y vainilla, tal vez?— mencionó su padre.

      Él agradeció que lo recordará y asintió con la cabeza. A pesar de tener 22 años y un mucha más experiencia en ciertos temas, siempre tuvo el pequeño problema de no saber cómo pedir o aceptar algo. Claro, en tiempos de guerra mandaba a un portavoz a hacerlo, pero ahora su único portavoz era asentir con la cabeza.

      —Entonces café con leche y vainilla será— sonrió su padre y se fue hacia la cocina.

      USA se quedó esperando en la sala junto a su madre y hermano, observando las distintas fotos familiares que colgaban de la pared (y también de amistades, claro). Francia con Italia y Gracia. Reino Unido con España y Portugal. Su hermano Australia junto con sus fieles amigos: su tarántula llamada Teru y su gran serpiente escupidora llamada Kou. Su hermano Canadá con un rifle de caza y su padre sosteniendo un animal muerto (probablemente un zorro o quizás otro). Su hermana Nueva Zelanda en un cuadro con tres fotos: en una, tenía su bello vestido rosa de ballet y una brillante medalla plateada colgando de su cuello. En la segunda se la observaba feliz y orgullosa con un uniforme blanco y un cinturón negro en su cintura. Y, en la tercera, una vieja foto de su fiesta de quince junto a Vietnam, en ese tiempo su primer novio. Finalmente, había una foto suya con su fiel motocicleta negra, luciendo un autentico atuendo de bad boy de película norteamericana.

    —Eras todo un rebelde— comento su madre con una media sonrisa— recuerdo bien que un días te pusiste ronco luego de un concierto y no dejabas de reír con Australia diciendo algo de baby girl— soltó una pequeña carcajada.

     Canadá se hecho a reír e incluso su padre desde la cocina soltaba lindas carcajadas.

      —JAJA Hello baby girl JAJAJA— Su hermano imitó su vos de "fuck boy" ronco.

      —Si que me odian— en vez de decirlo con odio y pena, lo dijo con ternura y gracia para echarse a reír.

       Toda la casa estalló en risas y anécdotas, desde que eran bebés hasta desde los 19 de USA.

       —¡Oh! ¿Y esa vez que Vietnam se puso tan nervioso de conocer a papá, que sirvió el té en el vestido de mamá?— contó el canadiense recordando la primera vez que el vietnamita conoció a los padres de su novia.

        —Creo que jamás la tintorería le salió tan cara— comentó su madre con cierta nostalgia. Un vestido blanco, no solo de diseñador sino que también bastante caro en las tiendas, costaba costaba unos treinta mil en la tintorería.

        —Y ni recordemos su discurso de disculpas— su padre llego a la sala nuevamente con una taza blanca de café con leche y vainilla, bueno, eso y dos malvadiscos y un poco de crema batida. Se lo entrego a USA (quién ya se le había agua la boca) y se sentó del lado derecho en el sofá junto a su mujer — Lo siento, señorita Francia. Aunque quizás le hice un favor, digo, el vestido no le quedaba tan bien, ¡Digo! ¡Lo siento!— imitó al chico mientras soltaba una gran sonrisa.

     —Jamas dijo que me viera mal en ese vestido— menciono la francesa, ella recordaba muy bien ese discurso (era su vestido favorito de ese entonces, ahora es un color azul marino).

      —uuhh, te descubrieron papá— el canadiense río por lo bajo con la situación.

     USA solo se dispuso a llevar la taza a su boca y dejar que la crema batida le haga un pequeño mostacho blanco, mientras fingía beber un poco. Sus ojos empezaron a ver un partido de tenis entre las palabras de sus padre, primero su padre, luego su madre, luego su padre y así.

     —¡Oh, c'mon! You never use that dress now. Why? Because you know it, that dress make you look fat. Or no, mh, dear? (¡Oh, vamos! Tu nunca usas ese vestido ahora. ¿Por qué? Porque lo sabes, ese vestido te hace ver gorda)— atacó su padre.

      —¿¡A sí!? Pues no es como que a ti te quede bien ese traje de gala que usaste, te hacía lucir ridículo y anticuado con esa chaqueta— contraatacó su madre.

       USA se sacó la taza de la boca y lamió el bigote de crema batida de su labio. Él y Canadá están en silencio observando la pelea, era normal que pelearan al recordar algo o simplemente hablar, por algo no se hablaban o tenían conversaciones largas.

     —¡Basta los dos!— gritaron desde la planta alta.

     España bajo corriendo las escaleras y se enfrentó a las dos furias que el estadounidense llamaba padres, curiosamente vestido con una camisa y pantalones de su padre.

      —¿¡Qué no ven que su hijo está aquí!? ¡Si van a pelear, háganlo por algo en el que estén seguros tengan razón y lleguen a un jodido acuerdo!— los regaño enojado.

      —Pero yo estoy seguro de que se anticuado— aseguro la francesa, recibiendo una mala mirada de parte del Español.

      —Y yo estoy seguro de que me quedan mejor tus faldas, pero no lo ando discutiendo contigo— y con ese hecho ambos mayores se callaron —Joder macho, les dije que no era buena idea pelar por idioteces y parece que le hablo a una pared, gilipollas— dijo mientras se masajeaba el puente de la nariz.

      USA tomo otro sorbo del café y se tranquilizó. España era el único que calmaba a las furias de sus padres, en especial de su padre, causando que en ocasiones el estadounidense pensara que él era su abuelo.

     —¿Me das un malvadisco?— preguntó su hermano a su lado cambiando de tema.

      USA no dijo nada y saco con sus manos uno de los malvadiscos y le puso algo de crema batida para entregárselo a su hermano.

      —Gracias— el canadiense sonrió y su hermano le devolvió la sonrisa.

      Lentamente saco el segundo malvadisco y también le puso algo de crema batida para acercarlo al que le dio a su hermano. Chocaron ambos malvadiscos como copas de champaña en un brindis y se los comieron a la par, olvidando todos sus problemas por unos cinco maravillosos segundos.

Because (Coutryhumans, USA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora