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  «Fuck» pensó Washington DC al dar un volantazo para esquivar a un ciervo que se cruzó en el camino.

Iba camino a la casa de sus hermanos, junto con unas cuantas cajas pequeñas de comida china. ¿Por qué carajos sus hermanos querían tanta?. Estaba a unos kilómetros de la casa cuando su celular comenzó a sonar, así que activó su auricular para escuchar.

—Yes?—dijo.

—Gute nacht (buenas noches)— saludo Berlín desde el otro lado.

—What do you want? (¿Qué quieres?)— preguntó queriendo acabar con la conversación.

—mich? nichts. Aber mein Bruder hat die Papiere von der anderen Zeit verloren, hast du sie gesehen? (¿Yo? Nada. Pero mi hermano perdió los papeles de la otra vez ¿Los viste?)— pregunto algo nervioso. Washington conocía bien esa excusa de "mi hermano", era obvio que Berlín perdió los papeles.

—Maybe on your desk, and if not, I don't know (quizás sobre tu escritorio, y si no, no sé)— le respondió al mismo tiempo que giraba en una curva.

El alemán le dio las gracias y colgó la llamada, «dios ¿Por qué me das un compañero tan desordenado? Estoy seguro de que si le doy a cuidar una piedra gigante la pierde» pensó. De todas las capitales que conocía, Berlín era la más despistada de todas.

Aceleró su auto para ir más rápido, la tormenta de nieve no demoraría en llegar y sería el colmo quedar atrapado en Ford Focus sin aire acondicionado. Doblo las tres curvas que le quedaban y llegó frente a la casa. Doblo el auto y entró al garaje, estacionó y bajo con las bolsas de comida china. Entro por la puerta del garaje y dejo todo el la cocina.

—Guys! I'm here! (Chicos! Estoy aquí!)— Gritó para avisarle a sus hermanos. Prosedío a sacar la comida de las bolsas y dejarla sobre la mesa.

  Salió de la cocina y recorrió los pasillos de la casa hasta llegar a la sala. Vio como sus hermanos reían a carcajadas junto con algunos latinos.

—¡Washington!— Gritó Pensilvania al verlo, abrazó a su hermano como pudo y luego lo acercó al grupo.

—Hola a todos— saludó con inseguridad.

—¡Oh Vamos!— le ánimo Pensilvania— ¡No seas tan amargado!— su hermano se paró de pinturas y empezó a despeinarlo.

—¡Oye!— dijo serio, pero riendo a la vez que apartaba la mano de su hermano —¿Sabés cuando duro para acomodar está mierda?— se quejó tratando de arreglar sus tan odiados rulos. Cosa que le resultó imposible.

—Los príncipes no dicen malas palabras— dijo una voz medio sarcástica detrás de él.

—I know dad, pero no puedo lidiar con estás cosas— respondió resignado, mientras escuchaba como su hermano comenzaba a reír y unos platos golpeaban la mesa.

—Ain't my fault (no es mi culpa)— le dijo —Tu fuiste el que quiso acerlo— agregó.

Washington soltó un suspiro resignado, haciendo que su hermano estallará en carcajadas.

—¿Y ahora que te pasa?— le reprochó. Por un pequeño momento de silencio en su mente, supo lo que dijo y escucho. ¡Su papá!.

—¡Dad!— gritó para darse la vuelta y abrazarlo. USA soltó unas pequeñas risas y lo abrazo igualmente.

  Después de ese tierno momento, ambos se sentaron juntos en el sofá. Texas y Nuevo México se acordaron en la alfombra frente al televisor.

—¿Y qué vamos a ver?— preguntó Uruguay acostado en las piernas de Chile.

—¿El mago de Oz?— pregunto Utah en las piernas de México.

—¿Otra vez?— dijo fastidiado California, llegando a sentarse en la alfombra con palomitas.

—¿Qué tal si miramos matar a un ruiseñor?— dijo Pensilvania eligiendo la película.

—Dale, me encanta esa película!— dijo el argentino sentándose junto a USA del lado izquierdo.

—Me too (a mi también)— agregó el estadounidense.

Because (Coutryhumans, USA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora