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     Cuando Canadá y USA estaban a una hora de llegar, Venezuela ya iba por la quinta taza de café. A decir verdad, empezaba a pensar que debían hacerle una estatua a Rusia en su honor, de verdad, no entendía cómo él y su hermana lograban controlar día y noche a México Sur. Entre que atacaba a los estadounidenses, a Perú, a Argentina, a Uruguay y hasta trato de "seducir" a Chile, era un dolor de cabeza.

   —¿Otro más?— interrogó Perú al verlo tomando más café que respirando.

   —Dejalo— interrumpió Uruguay detrás suyo.

    Los tres estaban en la cocina, Venezuela sentado en la isla de está y Perú recostado contra la mesada. Uruguay simplemente entro por la puerta.

   —A mí México Sur me tiene las bolas por el piso, no me lo banco. Trato de comerme unas tres veces, es más— sin demora se sacó la remera y mostró unas tres o cuatro mordidas que tenía en las costillas— estas son de anoche— dijo señalando las mordidas que parecían hechas con colmillos.

     Y los tres comenzaron a reír. El ambiente había sido tenso y serio, mientras Perú se preparaba para dar una solución al problema de M.S (México Sur) pero todo se vio interrumpido con el tono de llamada de Argentina. Uruguay reconoció el tono, verán, Argentina tenía solo dos tonos: el primero lo usaba con todos, el clásico tono de "Boca yo te amo" (la mitad del año era Boca, la otra, River) y uno especial que había reservado para una persona especial.

  ¡De aquel amor! ¡De música ligera!

  -¡Argentina!- gritó Uruguay, aguantando la risa- ¡Tu novio te llama!-

    No corrió escaleras abajo, sino que se deslizó por el barandal de la escalera y corrió hacía la cocina desesperado. Un año, un maldito año que ninguno tuvo la oportunidad de hablarle al otro por asuntos de trabajo, tiempo e incluso parecía que el mundo estaba en su contra cuando se llamaban mutuamente y la señal se cortaba. Pero ahora no iba a perder esa maldita oportunidad, no hoy. Ni mañana. Ni nunca.

   -¡Dame acá!- exclamó el argentino tomado su celular de la mesa de la cocina.

    Contestó, esperando y rezando para que hubiera señal. Había. 

  -¡Brasil!- gritó al oír la voz de su novio. Ambos hablaron, preguntaron del estado del otro y hablaron de lo mucho que se extrañaba mutuamente.

  -Al menos alguien esta feliz en todo esto- dijo Venezuela, siguiendo con la vista a Argentina mientras este salía de la casa -Suertudo-.

  -Vene...- expresó Perú con tristeza.

   Venezuela volvió a tomar café, mandando a la mierda los berrinches de su amigo para que deje de tomar. Era café o alcohol, y no quería volver al alcoholismo. No ese año. Pensaba que sería buena idea salir a explorar el terreno de los estadounidenses, quizás comprobar la existencia de la casa del árbol de la que México le había hablado, o tal vez nadar en la piscina de la casa, o tomar una siesta.

  -¡Come here, you little devil! (ven aquí, pequeño diablo)- gritó Carolina del Sur, corriendo tras Texas.

 -¡No!- gritó este en su defensa -¡LEAVE ME ALONG!- enfadado, gritó y subió por las escaleras.

   Lo último que escucho Venezuela fue un portazo y un "¡TEXAS, OPEN THE FUCKING DOOR!" por parte de Carolina del Sur. Suspiró, agradeciendo solo tener veintitrés "hijos" y no cincuenta, como USA. No aguantaría.

  -¿Entonces... cocinas tu o yo?- preguntó Uruguay tratando de disimular y romper el ambiente tenso que se formó con los gritos.

  -¿Sabes cocinar lomo salteado?- preguntó el peruano con ironía.

Because (Coutryhumans, USA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora