Epíologo

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    Y ahí estaba, esperando en el hospital a que su hermano saliera de su habitación. De verdad, México Centro jamás considero que su hermano y el cuñada de este se lleven bien. Tenían cierta mala historia y eso le daba la seguridad de que no habría una buena relación entre ellos. Pero mira ahora, ambos charlando de la manera más normal del mundo (bueno, ignorando el hecho de que Ecuador estaba detrás de un vidrio protector y México Sur tenía una camisa de fuerza) como si Venezuela no estuviera a su lado.

  Le alegraba que su hermano menor consiga poder hablar con más gente, le ayudaba mucho. Y más siendo su cuñada. Ni ella sabía que su hermano salía con el médico, se lo contó Ecuador cuando le pidió que la acompañe a verlo. Pero estaba contenta de eso.

  De repente, de una puerta del ala infantil, empezó a sonar una música bastante fuerte y varios gritos. En vista de que aquello no era (para nada) muy normal, fue hasta la sala. Abrió la puerta y ¡Sorpresa!. Todos los niños y sus hermanos mayores bailaban al ritmo de la música movida que reproducía una radio algo vieja que estaba en la esquina.

   —¡Cake by the ocean!— cantaron algunos mientras otros bailaban.

    Entre la multitud de infantes, México Centro pudo divisar a un individuo entre todos. USA, quién vestía de negro con cadenas, se veía realmente bien. Se reía, bailaba y hasta llegaba a jugar un poco con sus compañeros.

     Ella se acercó y saludó a todos, preguntando el porqué hacían todo el alborotó.

     —¿En serio? Ves una radio, buena música ¿Y no te dan ganas de bailar? ¡Porfavor!— se medio quejó Uruguay. De verdad no entendía a la mexicana.

      —si a eso le llamas buena música— susurró ella, llamado la atención de Uruguay.

       —¿Perdón?— dijo este haciéndose el ofendido —anda vos a poner la música su querés, pero mira que tener contentos a todos no es fácil— seguido de esto, la mayoría se rió. No con malicia, sino porque les parecía divertido aquello.

       —Vas a ver— y así consiguieron que México se les uniera a la mini fiesta sin motivo aparente.

       Hubo risas, juegos y hasta llegaron a bailar tango. Hasta que México Norte decidió que sería buena idea armar un baile, pero no uno en el que los niños tuvieran protagonismo.

       —¿Hay algún lugar donde podamos hacerlo?— preguntó al aire.

      —Pueden hacerlo aquí. Llevaré a los niños al patio, le vendrá bien el aire fresco— respondió México Centro.

       Antes de tener una confirmación, reunió a todos los niños para llevarlos al patio del hospital. No era algo grande ni mucho menos, pero tenía mucho juegos y algo de lugar para correr. Todos los pequeños de fueron dejando a sus hermanos mayores y a los países mayores.

     —¡Muy bien todo el mundo!— gritó Buenos Aires cerca de la radio— se que muchos se la saben, así no quiero a nadie sentado- exclamó con menos intensidad al no escuchar muchos murmullos -salvo tú, Israel. Tu si puedes quedarte sentado- susurró lo último dirijiendo su vista con una sonrisa apenada a Israel.

    Israel solo sonrió y soltó una risa para entender que estaba bien. Buenos Aires le miro un poco más el cerquillo que cubría sus ojos y, una vez comprobó que estaba bien, siguió su tarea.

    No pasó nada de tiempo hasta que empiece a sonar una palabra conocida por todos los que estaban en la habitación. 

  -Suavemente.. bésame.. que quiero sentir tus labios besándome otra vez- comenzaron a cantar Argentina y Uruguay, mientras se paraban de sus asientos para bailar.

  -¡Suave!- cantó Perú siguiendo a sus amigos.

 -¡Bésame! ¡Bésame!- cantaron los demás empezando a bailar con la melodía movida y divertida.

 USA, por su parte, pensaba quedarse sentado viendo a los demás. Y bien dicho en pasado porque Perú no lo pensó dos veces antes de levantarlo y llevarlo a la pista improvisada.

 -¡Vamos! Ni creas que te vas a quedar sentado- le dijo, con una gran sonrisa.

 El estadounidense le siguió la corriente y lo siguió sin protestar. Comenzaron a bailar al ritmo de la música mientras algunos seguían cantando la letra. El ambiente era alegre y, a pesar de no saber bailar muy bien lo que sea que Perú y los demás latinos bailaban (estaban en la posición para bailar tango, pero movían los brazo estirados para arriba y para abajo. Raro) lo intentaba de todas formas. La verdad era bastante divertido.

 Y, mientras bailaba en la pista, lleno de alegría y energía, supo que valía la pena seguir viviendo. 

 -¿Acaso no es la vida maravillosa? Te hace perder esperanzas y renovarlas antes de morir- pensó el estadounidense. 

  El tiempo se hizo infinito y la música eterna, junto con su felicidad.

FIN.





  POR FIN, SE TERMINO. Dios, si que exprimí jugo con esta historia. Siento que la cagué feo haciendo esto tan largo, pero bueno. Vuelta atrás no hay. Fue lindo mientras duro, pero ahora me voy a concentrar en otras cosas (considero dejar el fandom de coutryhumans) y... bueno, terminamos con esto.

M.M.

Because (Coutryhumans, USA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora