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  La Mexicana se encontraba sentada en una silla mientras su compañera le secaba el pelo, debían de ser las once y algo de la noche. Sintió como Ecuador le decía algo, pero no lograba oírla ¿Acaso no se acordaba que tenía el ruido del secador en su oreja?.

—¿¡Qué!?— gritó, logrando que su compañera apagará el secador.

—Te decía, que me des el peine— repitió.

México Centro le alcanzó el cepillo color rojo y negro.

—Gracias— y volvió a quedar sorda por el ruido del secador.

Ese ruido, el aire caliente y su pelo rojo volando sobre su rostro le trajo un pequeño recuerdo. Cuando era una niña, cuando Norte todavía no nacía y cuando Sur no se dejó llevar por su instinto. Cuando nada de eso paso, ella y su hermano jugaban tranquilamente en campo, cerca del pequeño lago.

—El lago de peces deliciosos— solía decirle Sur.

  Pasaban horas jugando, hasta que un día escucharon un pequeño llanto. Al principio pensaban que era un animal herido, así que fueron corriendo hasta él guiados por el sonido del llanto. Pero no era un animal, sino un ¿Niño? ¿Niña? No supieron distinguirlo. Vestía como los niños, pero una pequeña coleta de caballo baja los hacía dudar.

—¿Hola? ¿Por qué lloras?— le llamaron, pero el pequeño no decía nada. Empezaron a hablarle, pero él solo los veía. Así fue siempre. Todos los días escuchaban su llanto, iban con él y le hablaban para calmarlo, él jamás hablo. Y, como nunca escucharon su nombre, le apodaron "llorona" de cariño.

  Aunque un día, él no lloro. No estaba en el lugar de siempre, ni en ningún otro. Los hermanos subieron al árbol más alto y miraron desde arriba, nada. La llorona no estaba. Corrieron con su ¿Cuidador?, y lloraron por tres días.

Ahora que lo pensaba, USA se parecía a ese niño. Sus ojos eran prácticamente los mismos. Un dolor en su cabeza la hizo volver a la realidad.

—¡Ay! Más cuidado pendeja— se quejó viendo como Ecuador le arrancó un nudo de su pelo.

—Bueno Bueno ¡Perdón!— dijo tirando el mechón de lado.

  ¿En qué estaba pensando? Cierto, USA. Estuvo pensando en él varios días después de su pequeña seción de terapia, su historia estaba en el top-3 de las más tristes. Más que nada, pensaba en como recuperaría su peso, aunque para ella era algo..imposible.

-"Esas palabras no quedan bien en la boca de una dama"- pensó simulando el acento de Francia. Ella siempre le dijo que, lo único imposible era desenredar el cabello de una "niña varonil" (osea, ella). Lo demás solo era desafiante.

  Ay, de mi llorona, llorona de ojos celestes.
  Ay, de mi llorona, llorona de ojos celestes.

  Se acordó que, una vez mientras España, Francia y UK estaban en una vinochera (es como una borrachera, pero solo con vino) mientras discutían quien tenía más trabajo como padres, ella estaba en su habitación. Su hermano estaba dormido en su cama, pero ella, al no tener sueño, se recostó en el marco de la ventana. Pensó en su amigo (o amiga, aún no lo sabía) que todavía no aparecía, ya se cumplían dos semanas desde que no estaba. En eso, el viento aumentó un poco y empezó a volar su pelo, recordó esas historias que Francia le contaba. La princesa y el príncipe. La princesa siempre cantaba baladas para su amado y el le corespodía por cartas.

—Algún día querida, podrías ser la princesa— le decía siempre al terminar de leer.

  Tomó involuntariamente su collar con su mano derecha, una pequeña cadena con una "M". Mexico Centro. O cómo ella prefería llamarse, María. Comenzó a cantar, pensando en su llorona.

  Y aunque la vida nos cueste llorona, no dejaremos de quererte.
 
—¡Un día eres potencia y al siguiente cambias pañales!— ignoro como pudo las risas escandalosas de la playa baja, por dios ¿Cómo es que su hermano seguía durmiendo con tanto ruido?.

  Nos subimos al pino más alto llorona, a ver ¿En dónde estabas
  Y como no te veíamos llorona, lloramos por ti.
 

  —Termine— dijo Ecuador volviéndola a la realidad.

  México se levantó de la silla y le dio un gracias a Ecuador, luego fue a su cuarto corriendo. Abrió la puerta de golpe y fue a su escritorio a ver la foto que tenía con llorona, pudo sacarle una a él y a su hermano nada más. Miro atenta los ojos del chico, eran idénticos a los de USA.

  Soltó un suspiro resignado, quizás USA si era o es la llorona pero ¿Qué más da? De eso pasaron décadas, y es probable que la potencia que ahora es su paciente ni recuerde eso. Su celular vibró sobre la cama.

*Llamada entrante de Rusia*.

—¿Hola?— estaba dudosa, a esas horas el chico estaba de guardia en el hospital, así que era raro que tomará el celular. Y, de no estar ahí, siempre dejaba el celular lejos de él con el pretexto de que «No me gusta molestar de noche».

—...— del otro lado alguien solo respiraba, como en las películas de terror.

Hubo un silencio prolongado entre ambos, tanto, que llegó a pensar que la llamada se cortó. Esperaba que fuera una broma estúpida.

—Centro, soy yo, Sur— la voz de su hermano le congelo el alma y la lleno de preguntas —Tranquila, no le hice nada, él se desmallo y necesito ayuda— se explicó.

  —Si voy hasta allá, y lo encuentro con mordidas— no terminó porque su hermano la interrumpió.

—Espera, alguien viene, debe de ser Suiza para controlarnos, adiós— cortó.

  Bien, ahora tenía muchas preguntas y mucho sueño.

 

Because (Coutryhumans, USA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora