El primer día

14 1 0
                                    

La joven de cabello castaño avanzaba con una sonrisa plasmada en el rostro, nerviosa por retornar al instituto, siete meses habían transcurrido desde aquel terrible accidente, en donde sus padres habían muerto. Su expresión era solo una máscara para decirle al mundo que estaba bien, que todo había mejorado, aunque por dentro sintiera que estaba muerta.

Cada vez que alguien le procuraba una mirada cargada de pesar, deseaba desaparecer del mundo. No quería que la compadecieran, ya que eso solo la hacía sentir peor, los demás no notaban que cuando la miraban con tristeza la hacían retroceder todos aquellos meses en los cuales había intentado avanzar un paso a la vez.

Delante de ella caminaba un nuevo estudiante quien se había mudado unas semanas antes, las miradas cargadas de admiración lo seguían a donde quiera que fuera, sus anchos hombros, los ojos azules y el cabello negro, eran motivo para que todas se sonrojaran cuando este les brindaba un asentimiento de cabeza en forma de saludo.

La castaña se dio cuenta del revuelo que causaba, no pudo importarle menos, aún así agradeció que alguien opacara toda la atención que ella podría recibir, sujetó con fuerza las cintas de su mochila y respiró profundo al estar de pie en su nuevo salón.

—Puedo hacerlo, puedo hacerlo —se repetía una y otra vez, intentando ocultar el miedo que la invadía al estar de regreso en su vida cotidiana, con la  enorme diferencia de que ahora lo hacía sola.

Cruzó la puerta con determinación a la espera de las miradas curiosas que rápidamente se alzaron al notar su presencia, el asombro de muchos y los murmullos que la acobardaron resonaron en sus oídos, bajó el rostro para evitar que se percataran de lo mucho que la perturbaban. La chica popular y sonriente ya no existía, ni siquiera la sombra de ello, solo podía describirse como un objeto vacío que lo único que hacía era llorar por las noches.

—¡Mariam!, ¡bienvenida! —exclamó Elisa, quien era su mejor amiga.

La mayoría se incorporó para rodearla y llenarla de preguntas innecesarias, ¿Cómo estaba?, ¿estaba saliendo con alguien?, ¿tenía nuevo número de celular?, ¿Quién tenía su tutoría?, después vinieron los comentarios con poco tacto, ¡estás muy delgada!, ¡estás pálida!, ¡no te había reconocido!, ¡que bueno que estés recuperada!, ¡tus padres estarían felices de verte de nuevo en el instituto!, ¡ya era momento!

Intentando responder a todo con el frío corriendo por sus manos, Elisa se interpuso entre todos y la sujetó del brazo, comenzando a responder por ella, en poco tiempo se dispersaron permitiéndole respirar con calma, intentó sonreír, pero la sonrisa no llegaba hasta su rostro, las miradas extrañas no dejaban de seguirla. Los estudiantes no podían comprender como aquella chica hermosa y sonriente de meses atrás se veía tan demacrada.

La falta de apatía era más notoria para algunos, como la chica de cabello rubio que estaba sentada al frente del salón, de nombre Alessa Benavides, quien se había molestado al enterarse del regreso de Mariam, había supuesto erróneamente que llegaría a quitarle la corona, sin embargo, al verla tan frágil sonrió con suficiencia, ella ya no era pieza para competirle, sin prestarle mayor atención siguió conversando con su grupo de amigas.

—¿Estás bien? —preguntó Elisa al notar la palidez de su piel.

—Lo estoy —respondió Mariam dando un suspiro, dejándose caer en el asiento. Giró hacia el cristal de la ventana para asombrarse por el verde de los árboles y el azul del cielo, no recordaba lo bonito que era el jardín del instituto, ni lo llamativo de los edificios. Mientras tanto Elisa seguía al pendiente de los movimientos de su amiga, recordaba cuantas veces se había deshecho en llanto a su lado después de ser dada de alta en el hospital, también el viaje que había decidido hacer hacia el sur del país, a la orilla del mar en donde había dicho quería pasar una temporada antes de asentarse en casa de su tía, quien se había convertido en su tutora legal.

UNA NUEVA OPORTUNIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora