Marisa de Lebrón esperaba a los invitados con un menú especial para la ocasión, Su hija Arlén se veía preciosa en el flamante vestido negro, que mostraba su voluptuosa silueta digna de una instantánea. Martín en cambio, fumaba un puro encerrado en su despacho, celoso por la futura presencia de quien le quitaba toda la atención de su hija. Daniel Aldana era un joven millonario en nada parecido a su padre, aun así, no podía negar la euforia que causaba en las damas de la alta sociedad, un buen partido según muchas, aunque para él, solo era un niño atractivo que había conquistado a su hija.
Escuchó el sonido característico del intercomunicador, señal de que los invitados estaban por llegar, se incorporó de la enorme silla de cuero, bebió un trago de whisky y avanzó hasta la sala de invitados para recibir a los Aldana.
Daniel suspiró con malestar al bajar del coche, su padre le había exigido asistir en un mismo vehículo, a lo que él se negó rotundamente, teniendo claro que la hora para retirarse sería su decisión, Mariam era lo único que le motivaba para soportar lo que tenía por delante.
Las luces blancas de la casa iluminaban el amplio balcón, en donde logró ver la silueta de la mujer que tanto disgusto le causaba, distinguió desde esa distancia la sugerente sonrisa que se marcaba en sus facciones, negó fastidiado por la larga noche que le esperaría a su lado. El sonido del auto de su padre lo distrajo, quien venía acompañado por sus sequito de guardaespaldas.
Leonardo descendió dándole una mirada fría, aproximándose con paso seguro para palmear el hombro de su hijo, quien parecía tener una careta rígida, algo que debía cambiar en ese instante para mostrarse más sereno y cordial.
—Relájate hijo, es solo una cena para compartir con nuestros amigos, muéstrate cortés y atento, sobre todo con Arlén, recuerda que esa chica tiene sentimientos por ti —indicó con cinismo.
—Me comportaré como siempre lo hago padre, no tengo que hacer una excepción con Arlén, ella no es algo que me interese.
Leonardo empuñó las manos intentando controlar la rabia que su hijo le producía, cada vez que le hablaba con pasividad él respondía de manera altanera, obviando el hecho de que solo a su lado podría conseguir un futuro brillante.
—Te he dicho que trates bien a la chica, ¡y es una orden! —reiteró amenazante.
La puerta se abrió mostrando al ama de llaves, quien los guiaría a la estancia en que los anfitriones les esperaban. Daniel avanzó dejando de lado a su padre con la única intención de cambiar rápidamente de página.
El salón parecía salido de una especie de revista, en donde todo está perfectamente planeado para que las cosas salgan como el vendedor quiere que se muestren, así de falso le parecía al pelinegro tanta formalidad para una simple cena.
—¡Oh Daniel, que gusto verte! —saludó Marisa con excesiva atención.
—Gracias señora, igualmente —respondió Daniel, notando a Arlén detrás de ella.
—¡No me llames señora!, dime Marisa, después de todo nuestras familias son grandes amigas.
Daniel sonrió ante la exageración de la fraternidad que se decían tener, él sabía perfectamente que lo único que los unía, era la ambición desenfrenada por el poder.
Arlén sintió como se removía cada parte de su cuerpo al ver al chico que tanto le gustaba en su casa. Él era lo único que le faltaba para que su vida fuera perfecta, llevaba años esperando que su amor fuera correspondido, pero cada vez que intentaba acercarse, él se alejaba, haciendo trizas sus esperanzas. Aun así, seguía esforzándose para demostrarse a sí misma que era capaz de lograr lo que se propusiera.
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UNA NUEVA OPORTUNIDAD
RomanceMariam debe regresar a su vida cotidiana a tan solo siete meses de perder a sus padres, el instituto ya no es lo que fue y no logra adaptarse a sus compañeros, su vida parece caer en picada, hasta que alguien se cruza en su camino para ayudarle a sa...