Se detuvo en el espejo para mirar su reflejo, percibiendo la notoriedad de sus ojeras por la falta de tiempo para dormir, aún así las dejó de lado para concentrarse en el brillo de su mirada, sus ojos parecían haber vuelto a la vida, la opacidad que la había acompañado se había alejado, regresándole los deseos por hacer de su ultimo año algo bueno para recordar.
Extrajo del bolsillo el labial nude que siempre le había gustado, pintando sus labios tenuemente, luego soltó el cabello dejando que cayera por sus hombros, respiró para llenarse de fuerzas y salió del baño de mujeres para adentrarse a la cafetería.
Los murmullos que se desataron cuando la vieron entrar, frenaron su intento de seguir hacia la mesa de Elisa, todos parecían estar atentos a sus movimientos, Henry fue el primero en percatarse de su presencia, mirándola sorprendido. Andrea codeó a Elisa quien también giró desconcertada, para luego recobrarse y llamarla con la mano para que se acercara.
Mariam avanzó sintiendo las miradas escrutiñadoras, algunos alumnos pensaban que por fin había regresado la verdadera princesa del instituto, otros en cambio atónitos por verla tan decidida, como si todo lo que le había pasado no valiera la pena, pensamientos contradictorios en cada uno de ellos, quienes no alcanzaban a comprender las altas y bajas que la chica experimentaba cada día de su vida.
—¡Que alegre verte aquí! —exclamó Elisa, corriéndose para darle un lugar a su lado. Henry en cambio se debatía entre los sentimientos que Mariam le despertaba, la sensación por estar cerca de ella cada vez se intensificaba, negó para sí, volteando hacia su amigo Miguel, quien también lo veía con las cejas alzadas para decirle: —. Que incomodo —en voz baja. El rubio le dio un golpe en la pierna para que se callara.
—Tenía hambre, así que quise acompañarlos —respondió Mariam, mirando las bandejas de comida en la mesa, sin deseos de hacer fila para adquirirla, cuando los alumnos no le apartaban la vista.
—¿Quieres un poco de carne y arroz? —preguntó Elisa, sin esperar la respuesta colocó los platillos entre ambas para que juntas comieran.
—¡Gracias! —indicó animada.
—¡Ustedes son como hermanas! —comentó Andrea, recordando la amistad que había visto entre las dos, desde el primer año.
—¡Nos queremos como tal! —respondió Mariam, sintiéndose mejor ahora que la mayoría de alumnos parecían ya no prestarle atención. Elisa se recostó en su hombro al escucharla.
—Si, tan cercanas que hasta se trasladan los novios.
Melany se dio cuenta de su inoportuno comentario, cuando las miradas molestas se posicionaron en ella, haciéndola sentir fuera de lugar. Luis quien también formaba parte del grupo de Henry intentó ocultar su diversión por la realidad de las palabras, hacía un año atrás, Mariam era quien estaba al lado de Henry, ahora era Elisa quien no dejaba de acariciarlo.
—Estábamos hablando del paseo, solo faltas tú por confirmar —indicó Andrea para aligerar el ambiente.
—Iré, ¡ya tengo el permiso! —respondió la castaña.
—¡Siiiiii!, eso significa que estaremos completos —Elisa sujetó su brazo, agradecida de que las cosas se comenzaran a normalizar. Su mejor amiga estaba de nuevo en la mesa, compartiendo con ellos como siempre. Miró a Andrea y a Melany, ambas también eran sus amigas, pero no había logrado conectar con ninguna como lo hacía con Mariam.
—¡Woow, vean quien acaba de entrar! —señaló Andrea.
Mariam volteó de inmediato para mirar en la puerta a Daniel despreocupado, quien recostado en la puerta la buscaba entre las mesas.
—¡Es tan guapo! —soltó Melany.
—¡Claro que lo es! —secundó Andrea, Luis carraspeó al escucharla—. Quiero decir... es atractivo, ¡Pero no tanto como tú! —explicó avergonzada, de haber dicho semejante comentario frente a su novio.
Mientras tanto en la mesa central, Alessa arreglaba su cabello para invitar al estudiante nuevo a formar parte de su mesa, después de todo era el sitio indicado para alguien tan guapo.
—¿Cómo me veo? —preguntó a Anastasia.
—Te ves bien —respondió de mala gana. Ocultando que ella también estaba interesada en el nuevo estudiante. Había buscado información de su familia, enterándose de que aparte del poder de su padre, también vivían rodeados de lujos, siendo dueños de una exitosa franquicia, lo que lo hacía un partido esplendido si quería salir de la pobreza.
Miró hacia la mesa de su prima, intentando deducir si lo de ellos había sido solo un encuentro casual de un día y no una posible amistad, mucho menos que hubiera algo más, alguien tan importante no podía fijarse en alguien tan mediocre como ella.
Alessa se incorporó con interés, dirigiéndose al estudiante que tanto le gustaba, sintiendo las miradas en su espalda, sonrió satisfecha por la atención que recibía—. Hola... —saludó, esperando la respuesta, el chico simplemente asintió— Mi nombre es Alessa y nos sentamos en aquella mesa —insistió, señalando el lugar un poco nerviosa por el desinterés que le mostraba—. ¿Te gustaría sentarte con nosotros? —se animó a decir.
—Gracias, pero busco a alguien —respondió, sin siquiera darle una mirada, haciéndola sentir avergonzada por el rechazo. Escuchó las risas de algunos estudiantes que estaban cerca, les proporcionó una mirada fulminante antes de regresar a su lugar, aparentando que todo había salido bien, con la excusa de que lo había puesto tan nervioso que había preferido no insistirle, algo que ninguno de sus amigos se creyó.
Mariam intentó incorporarse para salir a su encuentro, pero Elisa la sujetó del brazo con preocupación, imaginando que no se sentía bien.
—¿Te pasa algo? —preguntó.
—No, solo quiero ir a hablar con Daniel, nos vemos en el salón —respondió rápidamente, sin percatarse que el pelinegro caminaba hacia ella, quien la sorprendió cuando sujetó su mano y rodeo su cintura.
Los jadeos y murmullos de asombro se escuchaban por todas partes, Elisa parecía haberse quedado sin voz, Andrea y Melany estaban estupefactas por lo inesperado del suceso, Henry en cambio volvía a experimentar esa sensación de celos que habría preferido no descubrir.
Alessa apretó la botella de agua con rabia, observando la escena que incluía la hipocresía de quien parecía estar en duelo, no cabía duda que para ella, Mariam solo buscaba llamar la atención a toda costa. Anastasia no parecía sorprendida, en el fondo sabía que la forma en que se veían al salir de aquel auto no era de una simple amistad, pero estaba segura de que haría algo al respecto, su madre se enteraría esa misma tarde del horroroso espectáculo que estaba dando.
¡Ya tiene novio!, ¡qué bien escondido se lo tenía!, ¡con razón vino a la cafetería!, ¡se ven bien juntos!, ¡es tan descarada!, ¡no puede ser!, ¡es tan dichosa!, ¡quien fuera ella!, ¡se nos adelantaron!, frases y más frases se escuchaban en las mesas que para beneficio de Mariam, no llegaban hasta sus oídos.
—Al parecer no leíste mi mensaje —susurró Daniel, besando su sien.
Mariam esquivó todas las miradas que parecían juzgarla como si fueran los encargados de su vida, miró al dulce chico quien no le prestaba atención a nadie más que a ella, lo abrazó de regreso para demostrar que no tenía nada de que avergonzarse, era ella la única dueña de sus acciones, sujetó la palma de Daniel, para llevarlo fuera de las murmuraciones.
—Lo siento, nos obligaron a dejar el celular en la clase de química —respondió con un leve temblor en las manos, intentando encontrar una solución para lo que le tocaría enfrentar esa misma tarde, estaba segura que Anastasia no se guardaría nada y probablemente su tía de nuevo la golpearía.
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UNA NUEVA OPORTUNIDAD
RomanceMariam debe regresar a su vida cotidiana a tan solo siete meses de perder a sus padres, el instituto ya no es lo que fue y no logra adaptarse a sus compañeros, su vida parece caer en picada, hasta que alguien se cruza en su camino para ayudarle a sa...