Le era difícil mantenerse despierta en la clase de inglés, trabajar esa semana sin descanso había sido tal y como lo había mencionado el señor Orantes, cansado y estresante. Después de las horas que parecieron días por fin cerraron los libros, Elisa se acercó para acuclillarse a su lado, sus ojos parecían rojos y su semblante triste, a consecuencia de lo que había acontecido el fin de semana.
—¿Qué tienes? —preguntó la castaña, justo cuando Henry pasó al lado de ambas sin dirigirles la palabra.
—Necesito contarte, pero no quiero hacerlo en la cafetería —comentó con la voz rota, sin dejar de ver la espalda de Henry.
—Entonces vamos al jardín —sugirió.
Melany y Andrea percibían que algo no iba bien por lo que prefirieron no esperarlas, en el instituto solo se hablaba de que esa mañana Henry y Elisa habían llegado por caminos separados. Lo peor es que los rumores apuntaban a que Mariam era la causante del distanciamiento de la querida pareja.
Se acomodaron en las sillas de bambú que estaban lo bastante lejos, como para que el resto de alumnos pudiera llevar sus almuerzos hasta allí. Elisa comenzó a derramar las lágrimas, como si hubiese estado deteniéndolas desde la mañana. Mariam se sintió culpable por no haber notado desde antes, lo mal que estaba su mejor amiga.
—¿Qué pasa? —preguntó con la voz entrecortada, verla de esa manera también era doloroso para ella.
—Me dejó, Mariam, ¡me dejó! —soltó envuelta en sollozos.
—¡Henry es un imbécil! —indicó Mariam sin poder contenerse, en el viaje a la playa había visto cuan cambiado estaba, pero no había intuido que dejaría a Elisa, no después de los cercanos que se veían.
—No es un imbécil, es solo que no estaba tan enamorado de mi como yo de él, ¡pero eso no quita que me duela!, ¡me duele mucho!, ¿cómo es posible que ni siquiera me hable?, ¡pasa de mi lado como si yo no existiera!, hace dos días que terminamos y ya actúa como un completo extraño.
Algunos alumnos que corrían en los alrededores se quedaban detenidos en Elisa, estudiando la imagen para después comentarla con sus amigos, Mariam solo podía fulminarlos con la mirada, logrando que se alejaran rápidamente.
—Tal vez no quieras escuchar esto ahora, pero es mejor que hayan terminado, ¿para qué quieres a tu lado a alguien que no se ha dado cuenta lo especial que eres?, te aseguro que a donde quiera que vea, no podrá encontrar a alguien mejor que tú.
—Pero... ¡pero yo lo amo tanto!, siempre lo hice, incluso cuando salía contigo.
Mariam sonrió ante esa confesión, quizá en aquel momento le hubiera molestado, pero ahora le daba lo mismo, Henry no era más que un tonto que no se merecía a Elisa.
—Te daré la mala noticia de todo esto, y es que lo amarás durante otro tiempo más, te será difícil sobrellevarlo así que llora todo lo que tengas que llorar, yo estaré para escucharte y acompañarte, parte de crecer es sufrir.
—¿Se supone que eso me tiene que animar? —preguntó, mientras se limpiaba la nariz—. ¡Porque no me consuela en nada!
—No, es solo la verdad, ¡ya me conoces, no soy buena para animar!, pero si te aseguro que después de ese proceso, te sentirás mucho mejor y ya no te dolerá tanto, quizás después de un tiempo te sentirás mejor sola, tanto que pasarás una buena temporada así, o tal vez conozcas a alguien que te quiera tanto como te lo mereces, la vida da muchas sorpresas, tan solo hay que ir paso a paso.
Elisa había detenido su llanto, miraba fijamente a su acompañante pensando cuanto más ella había sufrido, y estaba allí intentando reconfortarla, parecía que cada cosa buena que pasaban de repente se convertía en mala, sin embargo y a través de los años siempre permanecían unidas.
Al entrar al salón escucharon las exageradas risas de Alessa y Anastasia, unidos a ellas, se encontraban Henry y Luis, quienes de soslayo repararon en las dos amigas que entraron sin mirarlos. Para Elisa era doloroso ignorar a Henry, pero al saber que estaba con esas dos le hacía querer llorar de nuevo. Mariam en cambio le importaba en lo más mínimo que ellos se hicieran más unidos.
Henry no reparaba en Elisa, por supuesto que le guardaba cariño, pero era mejor estar en caminos separados, en cambio Mariam seguía adueñándose de toda su atención, al verla revisar su celular con esa sonrisa enamorada, lo tenía cabreado. Daniel no era más que un niño rico, que se aprovechaba de su exnovia solo porque estaba en un momento complicado, pero sabía que en cuento llegara alguien de su mismo estrato social terminaría dejándola.
—¡Cuidado se te cae la baba! —expresó Alessa con burla.
—Solo estaba pensando —respondió con seriedad.
—Pensando en Mariam —comentó con ironía.
—Sea lo que sea, no te importa —soltó molesto.
—¡Oye no enojes!, solo preguntaba, además si tanto te gusta, podríamos hacer que regrese contigo.
Henry pareció extrañado por lo que le ofrecía, tenía esperanzas de regresar con Mariam, pero debía esperar el momento indicado, y este no lo era. —No sé de lo que estás hablando, pero no quiero regresar con Mariam —mintió.
—¡Como digas!, pero si más adelante te decides, solo avísame —indicó Alessa, codeando a Anastasia, quien también esperaba que el rubio aceptara.
Mariam esperó que Elisa recogiera sus cosas, Melany y Andrea ya sabían que habían terminado y se sentían un poco incomodas de preguntarle, preferían esperar al día siguiente para que ella se los dijera, pasaron solo despidiéndose y se marcharon con pesar.
—Le dije a Daniel que me iba a ir contigo, él insiste en llevarte a tu casa, ¿no sé si quieres?
—Otro día, hoy prefiero caminar.
—Entonces le avisaré.
—¡No!, ¡vete con él!, ya sabes que mi casa está bastante cerca.
—¡Claro que no!, nos vamos juntas y no hay discusión.
—¡Te quiero tanto!, pero, ¿Sabes qué quiero?
—¿Qué?
—Un chocolate caliente y un pastel con mucha azúcar.
Mariam sonrió por el antojo de su amiga, siempre que estaba triste quería comer muchas cosas dulces. —Entonces vamos, ¡te invito!
Después de comer y dejar a Elisa en su casa, Mariam corrió para llegar hasta su casa, tenía solo una hora para adelantar tareas antes de irse a trabajar, se detuvo abruptamente al pasar en frente del lujoso restaurante francés, en donde el auto de Daniel se estaba estacionando, sonrió sorprendida por su buena suerte, lo vería, aunque sea solo por un instante, su sonrisa se borró al momento en que una hermosa pelirroja salió del auto. Daniel parecía serio, pero no se resistió a que la chica lo tomara del brazo, para que caminaran juntos.
Mariam se quedó estática, sintiéndose insegura al compararse con ella, nunca antes se había sentido como ahora, tan poco para alguien, Daniel era tan atractivo, proveniente de una buena familia, y la pelirroja se veía exactamente igual, cómo si los dos estuvieran en un mismo plano, donde Mariam no tenía cabida. El viento sopló en su dirección, justo cuando Daniel la observó.
ESTÁS LEYENDO
UNA NUEVA OPORTUNIDAD
RomantikMariam debe regresar a su vida cotidiana a tan solo siete meses de perder a sus padres, el instituto ya no es lo que fue y no logra adaptarse a sus compañeros, su vida parece caer en picada, hasta que alguien se cruza en su camino para ayudarle a sa...