Me gustaría escribirte. Definirte, rozarte con mis palabras acariciando cada rincón de tus lastimosos tormentos. Ser capaz de entrar y despejar, soltando torpes puñetazos al aire, todas tus dudas. Pero las palabras no se encadenan entre ellas, se enlazan conmigo y sus eslabones me inundan los vocablos tranquilizadores que intento soltar por la garganta.
Ser y estar. La pareja de incongruentes que se repelen. Verbos que juegan con y contra nuestra historia.
Porque solo soy contigo, pero no estoy.
Y cuando estoy contigo, me cuesta tanto ser yo.
Eres, y demuestro esa expectación inmensa, esa curiosidad silenciosa de quien se ahoga en unos renglones de un libro regalado. Ese deseo de encontrar una línea, una traza, esa alusión que te despierta la mirada y consigue la reacción de una mente completamente alerta e ilusionada.
Siempre creí que al centrarnos en alguien, si esa persona nos alimenta, nos conmueve, nos quedamos catatónicos, inmersos en la persona. Como un libro, dejamos de ser nosotros y levitamos entre las vivencias del otro. Puros, indemnes, pero sintiendo y vistiéndonos con sus mejores galas.
Encontramos ese placer extraño en ponernos botas y chapotear en los charcos del dolor.
La mentalidad estúpida del superhéroe, que necesita que alguien esté en apuros para salvarlo. Todos estamos rotos. Y todos disfrutamos intentando sanar aquello que no nos pertenece. Lamernos las heridas que condescendía fingida.
Hay algo en ti que me hace tener miedo de tus puertas. Nunca estas en apuros, no estás en peligro.
A veces pienso que cuando estoy a tu lado no soy yo el que está en problemas.
Y aquí estoy, con los ojos hundidos en ti, esperanzado, leyendo en tu carne los capítulos de tu relato.
El lector suicida.
Si me escribes con palabras firmes. Tan crudas como yo te escribo a ti. Si me lees con las manos titubeantes.
Si me plasmas en tu obra.
Y descifro todo lo que tu no puedes ver.
Acabaremos perdiendo otra vez.
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Enero color Azabache.
PoetryBreves ensayos tristes sobre meditaciones, pensamientos y observaciones de cada día. Me siento un cretino cuando escribo cosas tan pretenciosas. Todo nos lleva a pensar que tenemos que existir por algo, pero no. La realidad es que estamos de paso...