Ni siquiera mediocre es una buena palabra, se queda a medias, está casi extinta en una sociedad que lo lleva por bandera, buscamos escapar de ella, pero nos define, nos cala, nos especifica. Es perfecta, pese a no ser una buena palabra, pero no nos gusta porque creemos que nos delimita. Delimitar. No se puede acotar lo mediocre, pues ya lo es. No tenemos más alcance, no tenemos fondo de armario, en nuestro sótano no hay otro piso que nos de una esperanza. Y no lo queremos creer, porque aceptarnos tal y como somos es un trabajo que la sociedad nos ha prohibido hacer, no somos conformistas, porque eso genera dinero. No somos conformistas porque somos una presa fácil para pensar que siempre hay más, algo mejor. Pero no, no estamos delimitados, no estamos acotados, no podemos salir de la cueva de platón, para ver más allá por que no tenemos ojos. No tenemos capacidades para más, no tenemos más capítulos en nuestro libro ni hay una segunda oportunidad. Somos mediocres, vagamos en lo anodino, pensando en que podremos hacer cosas grandes, y nunca hemos despegado un pie del suelo. No podemos sentir aquello que desconocemos, dejemos de buscar más en este fondo de aguas turbias.
Y si las razones para vivir empatan con las razones para morir? vivimos en un tiempo muerto, un momento sin vida, una jauría de minutos que nos persiguen hasta que hayamos encontrado la muerte, la verdad de todo. Tan solo quiero recaer en la sinceridad, en la crudeza.
Supongo que es esperanzador que sentirse mediocre, me suponga un alivio.
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Enero color Azabache.
PoésieBreves ensayos tristes sobre meditaciones, pensamientos y observaciones de cada día. Me siento un cretino cuando escribo cosas tan pretenciosas. Todo nos lleva a pensar que tenemos que existir por algo, pero no. La realidad es que estamos de paso...