No cabe más decepción en ti.

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Sube hacia mi el calor seco de una estufa que funciona torpemente, que no logra calentar. El frío se apodera de mis manos y hace que mis dedos tiemblen ante este papel. La tinta, que espanta viendo tanto drama, decide vagamente dibujar mis facciones entristecidas sobre papel rayado.

Me da miedo pensarte.

¿Notas el agobio perpetuo que tengo?
Ese dolor que te estruja el pecho, esa soga que te ata las costillas y las clava hacia adentro, sintiendo un frío punzante que te asfixia; esa sensación de fracaso que te abriga y te esclaviza por las noches.

Viene ese recuerdo nítido, perfectamente detallado que encadena penas a tu corazón y lo jala, despellejando dulcemente con dolor y culpa. Culpa de no saber. Porque la mayor tragedia del hombre es saber que eres una decepción, que has decepcionado. Porque en lo más profundo, un ser querido, tenia esperanzas de que solo fuese un espejismo.

Me marchito y surco las arrugas de un dolor con lagrimas que no arreglan nada. Inundando la indiferencia de un mundo que sigue impasible, aunque adentro se siga saturando de livianos cuerpos nutridos con amargura.

No cabe más decepción en ti. Ni en mi.

Pero siempre hay sitio para más. 

Aunque rebose.

Pese a que desborde y llague mi cuerpo.

Enero color Azabache.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora