Enero.

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Me vienes, en sueños. Te vas, me dejas sin aliento. Las alas de espuma que creo con tu memoria no sirven y no vuelo. Desciendo rápido, y con estos versos aleteos.

Por que la caída duele, y tú haces el resto.

Vivo revivo y convivo con tu recuerdo, ya me he acostumbrado, tengo gran tolerancia al dolor. 

Las palabras se me clavan en la mente, siempre la misma frase, siempre la misma alusión, que se diluye entre amargos estremecimientos. Siempre la misma culpa  y el sentimiento de no haber llegado a tiempo.

Me condeno a mi mismo sin juicio celebrado. Me cebo con lo poco que queda de mi estado. Siempre lo supe. Pero no estaba en mis manos. 

Me acongoja pensar que puedas volver. Más terrible que la ida, es la vuelta, el regreso. Por que me romperías en mil pedazos, por que todo sería tremendo. Volver a perder otra vez. Volver a Enero.

Se escapó entre mis manos, y nunca tuve tiempo. Nunca tuve tiempo. Se escapó entre mis dedos, y no tuve fuerzas para sostener lo que estaba cayendo. La culpa, la pena, el tiempo. La risa, el llanto, el miedo. 

Es curioso como la ira nos acompaña en la incomprensión, y como la desdicha nos acompaña en el tiempo. Nos recriminamos todo hasta el momento, por que no estamos siendo justos, no somos lo que queremos.

Poner nuestra vida en ojos de alguien que queremos es condenarse al desconsuelo. 

No existe daño sin amor, pasión sin miedo, temor sin temblor, ni angustia sin titubeo.

Rezar ciertas líneas te llevan a desmoronarte, a aliviarte a cambio de ansiar lo que desprecio.

Qué horror escribir con soberbia. Que imbécil escribir con valentía.

No hay frases que aplaquen esta decepción.

Que duro es olvidar, que duro no soñar. Que duro vivir con miedo. 

Que increíblemente osado es caminar sobre las azoteas de tu recuerdo. 

Por que la caída duele, pero tu haces el resto.


Enero color Azabache.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora