Veinte. Un favor.

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—Hay que ir con los niños. —dije.

No quería que se despertaran y no estar ahí. Además ¿Cómo se verían hoy? Eso era algo que llevaba tiempo rondando mi cabeza.

Edward me vio distraída y preocupada.

—Todo estará bien, corazón. Hay que vestirnos y regresar a la casa en menos de dos segundos. —

Me levante de un salto junto con Edward, y entonces mire como su piel brillaba como diamante con la luz que se filtraba, entonces mire hacia donde estaba la casa grande y luego a otra vez a Edward y así como tres veces.

Que tentación. —pensé. —No, Elina, concéntrate. —suspire.

—Todo consiste en el equilibrio, corazón. Pero lo estás haciendo tan bien que no creo que te tardes mucho en equilibrarte. —dijo.

—Pero tendremos todas las noches para nosotros, ¿No, amor? —pregunte con un puchero.

Sonrió de forma picara.

—¿Crees que soportaría ver cómo te pones ropa si no fuera ese el caso? —dijo.

Eso me ayudo más en el equilibrio, además de mi preocupación de ir y ver como Soo y Mi se miraban más grandes. No soportaría perderme algo importante por un deseo carnal que podía esperar unas horas.

Corrí al armario que la verdad estaba ansiosa de ver.

—¿Cuál es la mía? —

Tal y como me había explicado Edward, la habitación era más grande que nuestro dormitorio. Más bien habría que decir que era más grande que toda la casa entera, y para que mentir me encantaba.

Todo estaba envuelto en bolsas para ropa, impecable y sin etiquetar, fila tras fila.

—Según a como me lo han explicado, todo esto de aquí es tuyo. —dijo señalando una barra que abarcaba la pared izquierda.

—¿Todo eso es mío? ¿Cómo le hare para encontrar algo no tan formal? —dije mientras abría una de las bolsas y veía un vestido elegante color salmón.

—Deja te ayudo. —

Olfateo el aire y siguió el aroma hasta el final de la habitación. Ahí había un armario empotrado, lo abrió y ahí estaba un montón de ropa casual y muy bonita.

—Ahí lo tienes. —dijo mientras de un cajón sacaba un par de jeans de cintura alta y pierna ancha.

—¿Cómo lo hiciste? —

—La mezclilla tiene un olor particular. —dijo. —Todo tiene su propio aroma. —

Olí los jeans para grabarme el aroma para futuras búsquedas.

También saqué de ese mismo armario un crop top de cuadros que hacía juego con una camisa manga larga que dejé abierta, y por último me puse unos tenis blancos.

También saqué de ese mismo armario un crop top de cuadros que hacía juego con una camisa manga larga que dejé abierta, y por último me puse unos tenis blancos

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