Treinta y uno Ansia de sangre.

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Aparecieron todos formados en una línea, esquivando los árboles en perfecta sincronía

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Aparecieron todos formados en una línea, esquivando los árboles en perfecta sincronía.

Las posiciones en las zonas exteriores estaban ocupadas por miembros con capas grises, y la tonalidad se iba oscureciendo hasta llegar al centro de la formación. No se les miraba el rostro por la capucha que llevaban.

No logre ver ninguna señal o algo por el estilo, pero se esparcieron más. Las figuras grises se fueron a los costados mientras las de capas más oscuras fueron por el centro con movimientos muy precisos. Avanzaron con lentitud, sin prisa ni tensión ni ansiedad.

Los Vulturis se miraban bastante disciplinados y calmados, hasta ese momento, como si quisieran no demostrar emoción alguna. No demostraron asombro ni consternación por el grupo de vampiros que los esperaba. Tampoco se sorprendieron al ver al par de lobos gigantes situados en el centro de nuestra formación.

Sin poder evitarlos, los conté. Eran treinta y dos, y eso sin contar a las dos vampiras de capas negras y aspecto frágil que estaban al final. Parecían las esposas. Como estaban tan protegidas, intuí que no formarían parte de la pelea. Pero aun así, nos superaban en número. Seguíamos siendo diecinueve peleadores y siete testigos que iban a presenciar cómo nos vencían. Éramos muy pocos y eso que teníamos a los lobos de nuestro lado.

—Se acercan los casacas rojas, se acercan los casacas rojas —murmuro Garrett antes de soltar una risa entre dientes.

—Así que han venido. —dijo Vladimir a Stefan.

—Ahí están las damas, y toda la guardia. —contestó Stefan. —Míralos, todos juntitos. Hicimos bien en no intentarlo en Volterra. —

Y entonces, mientras los Vulturis avanzaban con paso lento, otro grupo comenzó a posicionarse al final en el claro. Parecía que nunca iban a acabar de llegar. Pude ver en los rostros de los recién llegados la sorpresa y una cierta ansiedad al descubrir un grupo de vampiros a la espera del ataque en su contra, pero esa preocupación pasó enseguida y cambiaron el rostro a uno más seguro cuando vieron el número de vampiros de su lado y que además ellos se encontraban hasta el final de la fila de los Vulturis.

Ese grupo alterado y caótico de cuarenta y tantos vampiros eran los testigos de los Vulturis, los encargados de extender la buena noticia de que habían acabado con el crimen una vez que estuviéramos muertos y también de atestiguar que los reyes italianos se habían limitado a actuar con imparcialidad. La mayoría parecían esperanzados no sólo de ver la masacre, sino también de participar a la hora de desmembrarnos y quemarnos.

No íbamos a durar nada. Incluso aunque nos las ingeniáramos para neutralizar las ventajas de los Vulturis, ellos nos podrían superar. Incluso aunque matáramos a Demetri, Jacob y Leah no iban a ser capases de déjalos atrás

Pude identificar a Irina rápidamente, ya que se miraba fuera de lugar entre todos los testigos. No apartaba la mirada horrorizada de Tanya, la cual estaba al frente. Edward soltó un gruñido bajo.

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