Después de la reunión, algunos miembros del elenco se dispersaron por el set, donde se grabaría la mayor parte de la película. Carlos Herrera, afinaba detalles de algunas líneas con los editores del guion. Virginia platicaba muy a gusto con Martín, terminaba de comentarle acerca de la premier de su último trabajo.
―Si quieres, podemos eliminar esto y agregar algo menos brusco ―sugirió Gisela, haciendo ademanes―. Solo si estás de acuerdo.
La hermana menor de Virginia, lo había conocido en esa reunión mañanera. Le pareció que la pelinegra se quedó corta, con la descripción. Ese sujeto le parecía lo más lindo, que vio alguna vez. Enseguida le cayó bien.
―Perfecto ―comunicó, enseñando una sonrisa―. Es que, ya el tono de voz que usaré es rudo. Con esas palabras, la destruiré.
Por inercia, volteó a mirar a Virginia que no salía de conversar con Martín en una esquina del sitio. Estaba de perfil, sus facciones ahora eran más hermosas que antes.
―Solo es actuación ―dijo Gisela.
―Eso no significa que no sientas nada, y ese dialogo no es la excepción ―respondió tajante. La mujer se sonrojó y le revoloteó el corazón, de admiración por él―. Te pareces mucho a Virginia, ¿son parientes?
―Es mi hermana mayor ―contestó, meneando su coleta prensada en el centro de la cabeza.
Carlos abrió los ojos sorprendido. ―Caray. Pareces mayor tú.
―Me lo han dicho ―bajó la mirada a sus pies, un sonido ininteligible del actor la hizo admirarlo de nuevo―. Es por mi contextura, ¿no?
Gisela era cinco años menor que Virginia. Tenía el cabello castaño originalmente, pero se lo tiñó de amarillo, haciéndola parecer rubia. Su tez era blanca, sus ojos color miel y perdió su figura, al decidir que no haría caso a las dietas y empezó a comer como si no hubiera un mañana.
―A decir verdad, si ―confesó. Nunca le gustó mentir―. Eres hermosa, igual que tu hermana. Son muy parecidas.
―En la adolescencia lo éramos más ―comentó, recordando como las confundían entre sus amistades―. Ambas teníamos el cabello castaño.
― ¿Nos vamos, mi hermana? ―Virginia apareció, interrumpiéndolos. Estuvo rato, viéndolos desde su lejanía y quiso saber de qué hablaban. Determinó lo inmersos que estaban en su conversación―. Perdón, no quise ser inoportuna.
―No lo eres, querida ―dijo Gisela, guiñándole un ojo―. Carlos, ha sido un placer. Haré los cambios, y luego lo hablaré con el equipo.
Él les sonrió a las dos y le extendió la mano, para estrecharlas.
―Tendré paciencia. Muchas gracias. ―Giró con sus talones y se despidió con un beso en la mejilla de Virginia, tomándola desprevenida. Tuvo la ventaja de sentir el perfume varonil, embriagándole las fosas nasales―. Que tengan un buen día, nos vemos para las grabaciones.
Se marchó, sin darle tiempo a la pelinegra de reaccionar a su saludo.
Su expresión era incrédula, se mojó con la lengua los labios y reaccionó, porque su hermana la haló por un brazo y la arrastró al estacionamiento.
―Deberías ver tu cara ―bromeó Gisela, quien no paraba de reírse―. Te dejó muda. Creo que él se dio cuenta.
―Cállate, por favor ―espetó, estrujándose la cara con las manos―. No me dio chance de hablar. Se largó, como si nada.
―Sabía que ejerció algo en ti, por eso lo hizo. ―Se encogió de hombros, mientras se subía al puesto de piloto. Virginia la imitó―. Me parece, que le gustas.
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H I D D E N ©✔
Romance«Porque, yo no soy ella y tú no eres él. Afortunadamente». Historia dedicada a dos personas, las cuales amo y admiro en demasía.