5; parte de mí

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—Mi madre habla de ti todo el tiempo.

—¿En serio? La mía está obsesionada contigo "Soobin, querido ¿cuándo traerás a Hueningkai?" "¿Cómo está el angelito Kai?" "¿Ya comió Kai?"

Caminaban por el pasillo del hotel hacia la habitación que ambos compartían, era un día viernes a las 11:38 p.m. y por fin habían llegado a descansar después de un largo día, la buena noticia es que tenían este fin de semana libre, hace vario tiempo que no tenían algo así y se sentía de maravilla, aunque tan sólo fueran dos días.

—Extraño muchísimo a la señora Choi, siempre ha sido la mejor conmigo. —respondió el menor con una tímida sonrisa.

—Creo que te prefiere a ti antes que a mí. —rió Soobin, rascándose la nuca. —Y no la culpo.

—Oh venga, no digas eso. —Hueningkai reía suave mientras levemente jalaba de la camisa del mayor, haciendo que se acercara a él.

Soobin sintió como algo lo poseía cuando, con delicadeza, pegó a Hueningkai contra la pared, tomándolo de la cadera con su mano derecha mientras que su brazo izquierdo estaba recargado sobre la pared, al lado de la cabeza del más pequeño.

—Yo te prefiero a ti, siempre. —habló Soobin, tenía una mirada en sus ojos que hacía sentir mariposas en el estómago de Hueningkai.

—Y yo a ti. —respondió viéndolo hacia arriba, los ojos del pequeño siempre fueron los más expresivos y esta vez reflejaban claramente la eterna devoción que tenía hacia el mayor.

Repentinamente sintieron como si la plática hubiera tornado un rumbo diferente, ya no sólo era madres cariñosas y bromas dulces, sino sentimientos de por medio que les carcomían la cabeza a ambos.

—M-Mi madre quiere hacer un pequeño almuerzo especial mañana, sólo sería mi familia, ya sabes, mis hermanas, mi tía, mis padres, quieren invitarte y... a mí me encantaría que estuvieras ahí. —continuó Hueningkai, trabándose un poco con las palabras. Tenía las manos sobre el pecho de Soobin.

—Pero por supuesto que iré, es una alegría poder acompañarte, además de que la comida es deliciosa... siempre y cuando no intentemos hacer otra barbacoa bajo la lluvia. —bromeó Soobin haciendo referencia a una de las veces que visitó a la familia Huening, logrando sacar una carcajada del menor.

—Prometo que no. —contestó, negando con la cabeza mientras aún reía.

Hueningkai miraba hacia abajo, tenía sus ojos achinados de tanto reír, tenía ese lindo rosa natural pintando sus mejillas, tenía su cabello castaño oscuro y ondulado sobre su frente, y esos labios... Soobin sabía que no debía de pensar en aquellos labios si es que no quería meterse en problemas.

Hueningkai por otro lado sentía una emoción inmensa abarcarse en su pecho, el mayor tenía el poder de ponerlo tan nervioso pero al mismo tiempo no encontraba paz más magnífica que en sus brazos.

En un movimiento un tanto sorprendente, Hueningkai se acercó al mayor y le plantó un tierno beso en el cuello, no tan arriba debido a la diferencia de estatura pero aún así lo hizo, y se lo dió con una ternura tan distintiva del menor. El corazón de Soobin se aceleró, ese beso si que lo había tomado desprevenido pero aún así no actuaría como si él mismo no hubiera sido el que le había dejado chupetones a Hueningkai por todo el cuello cuando eran aprendices, así que devolvió el beso.

Soobin no pudo parar una vez que empezó, al principio lo hizo con parsimonia pero tras cada roce se perdía cada vez más, tal como lo hacía hace ya varios años, "marquitas de amor" les llamaban, se dejaban chupetones en el cuello hasta que tuvieron que parar de hacerlo cuando debutaron y esas marcas podían malinterpretarse.

Chicles | sookaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora