Trece

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Saúl llegó temprano y marcó al móvil de Johana. Ella ya estaba lista esperándolo, así que enseguida bajó las escaleras y se encontró con él. Irían al restaurante Gordon Ramsay. Johana lo adoraba, había ido una o dos veces con sus padres (por su cuenta no habría podido permitirse el lujo de aquel lugar). También sabía que conseguir una reservación era dificilísimo, por lo que la sorpresa le gustó el doble.
- ¿Cómo lo has logrado?  indagó  Esta mesa en la terraza es perfecta.
- El amor es la fuerza que mueve al mundo  dijo él dándoselas de entendido  El amor por ti lo mueve todo.
- Y tú - dudó por unos segundos - ¿Me amas?
- ¿Quién haría todo esto por ti sin amarte?
- Mis amigas.
- ¿Son lesbianas?  bromeó.
- ¡No!  protestó  Pero la última vez que me deprimí me organizaron un día casi tan perfecto como hoy.
- Casi  repitió  He ahí la diferencia, el de ellas fue casi perfecto, mientras que el mío es perfecto del todo.
- Ese día no fue perfecto por tu culpa.
- ¿Qué dices?
- Estaba feliz porque tengo unas amigas geniales, pero mi última depresión fue cuando me dejaste.
- Lo que más me gusta de ti es que siempre dices lo que piensas, crudamente y sin rodeos.
- La verdad no ofende.
- Pero duele, sobre todo porque a mí me dolió muchísimo dejarte ir  dijo bajando la mirada  No hablemos de temas tristes  pidió  Te traje aquí porque quiero proponerte que seas mi novia.
- Espera - reflexionó  Me besas en los labios, me abrazas, me preparas paseos románticos, me traes a cenar en mi restaurante favoritoy ¿no somos novios?
- Te pedí una oportunidad, pero no me has dicho si me la darás o no  sonrió.
- ¿Crees que la mereces?
- Yo creo que sí  bromeó  Me he gastado una fortuna.
- Precisamente ese es el problema  se molestó  Me ha encantado todo lo que has hecho hoy por mí, pero mi amor no es algo que se compre.
- Lo sé. Perdona, solo bromeaba.
- No me ha gustado la broma  volvió a protestar  ¿Recuerdas las cosas que me gustan?
- Eres una romántica sin remedio, amas la literatura, crees en el amor y prefieres las rosas y los poemas antes que las comidas en restaurantes caros.
- Así es.
- Entonces lo he hecho todo al revés  protestó en tono jocoso  Al menos por despistado, ¿me das una oportunidad?
- Si no lo hago porque seas despistado o romántico, lo haré porque eres increíblemente insistente  sonrió.
Salieron del restaurante de la mano. Los dos pares de ojos competían por brillar con más elegancia, pero sin que ella se diera cuenta, sus pupilas no lucían tan felices como pretendía su sonrisa. El sentimiento que ella recordaba, causado por él, había desaparecido. Adoraba a Saúl, pero aquello aquello no podía ser amor. Un profundo agujero, con la capacidad de trasportarte en otra dimensión era lo que había en su mirada. Estaba cómoda, se sentía segura, sin miedo, por lo que tapó sus oídos con la música de su mp3, se abrazó a Saúl sentada en la parte trasera de la moto e ignoró los gritos de su corazón.
Pasearon durante largo rato hasta llegar a una mansión azul celeste. Johana la miró intentando adivinar qué artista famoso podría vivir en ella.
- ¿Te quedarás así toda la noche?  dijo Saúl quitándole uno de los audífonos.
- Perdona  reaccionó - ¿Qué hacemos aquí?
- Es la casa de la que te hablé.
- ¿Tu nueva casa?  se sorprendió.
- Sí.
- Parece un palacio.
- Es el lugar al que pertenecen las princesas como tú  sonrió tomándola de la mano y arrastrándola al interior.
- De repente todo lo que cuesta muchísimo dinero es lo que merezco  dijo - ¿Qué es lo que te hace sentir tan culpable?
- Ya te lo dije. Me siento culpable de haberte dejado ir, de que haya pasado un año sin vernos.
- Yo sí te he visto. Eras tú quien siempre miraba para otro sitio cuando coincidíamos.
- Nunca estabas sola.
- ¿No puedo tener amigos?
- Tienes demasiados amigos hombres.
- Y tú eres un celoso  protestó sonriendo  Y para colmo, de los que no tienen derecho.
- ¿No?  dudó sentándose en la cama que había en la habitación más grande del lugar.
- No  aseveró ella dándose cuenta de que estaba en un sitio donde la luz titilante de varias velas hacía brillar los ojos de él, se fijó que estaba sentado en la cama, en el medio de la cual había un corazón hecho con jazmines  Pero - perdió el habla por unos segundos - ¿Jazmines?  lo recordaba, ella solo se lo había dicho una vez y él lo había recordado para darle aquella sorpresa  Lo has recordado  sonrió.
- Quiero que seas mía  respondió - En todos los sentidos, por lo que haré lo necesario para conseguirlo.
- Quieres acostarte conmigo  tradujo un poco incómoda.
- Sí  respondió descaradamente  Pero tampoco es un pecado. Además, no será la primera vez.
- Es cierto  asintió  Pero al menos es una bonita manera de convencerme.
Sobran las palabras para describir lo que sucedió a continuación: la luz de las velas convertía la sombra de sus cuerpos en una sola figura…

ImpredecibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora