Siete

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El sonido del móvil la hizo sentarse de golpe en la cama. ¿Cuánto había dormido? Miró el reloj, había transcurrido tan solo media hora que para ella pareció una eternidad. Finalmente, el cansancio la había vencido; tuvo bastante fuerza para obligarla a dormir profundamente. Estiró el brazo cogiendo de la mesita de noche el móvil: - Hola amiga, ya estoy despierta, me siento bien, el dolor no es fuerte. Gracias por cuidar las dos cosas más preciadas que tengo. ¿Nos vemos mañana? - Johana sonrió y respondió: - Pasaré el día entero contigo si eso deseas, Alma cuidará de Rocky.
Se levantó de la cama y salió al comedor. Su comida estaba servida y sus padres la esperaban.
- Pensamos que no tenías hambre - dijo su padre.
- Estoy famélica - respondió, luego sonrió y dijo - Daniela está bien, me acaba de enviar un mensaje. Se está recuperando.
- ¡Qué bueno! - se alegró su madre - Ahora ya no pondrás mala cara a todos.
- No digas eso - protestó - Yo no le he puesto mala cara a nadie.
- ¿Qué hay de la señora de los libros?
- Tampoco a ella a pesar de que estaba verde de furia.
Todos rieron y terminaron de cenar. Johana se dirigió al baño en su habitación y se lavó los dientes. Después se sentó en la terraza a leer.
A las 9:00pm sintió el timbre. Supo que era él, sin necesidad de preguntar, lo sentía; y su corazón comenzó a latir algo desesperado.
- Johana - llamó la sirvienta - Hay un joven buscándola.
- ¿Dijo su nombre? - interrogó sin volverse.
- Sí, dijo que se llama Alessandro y que es su compañero de clases.
- Por favor, pídale que suba hasta aquí.
- Enseguida.
Intentó continuar con su lectura hasta que él llegara, pero no podía concentrarse en las letras que se le escapaban antes de ser atrapadas por sus ojos - ¿Cómo supe que era él? ¿Y por qué estoy tan nerviosa? - ese era el único pensamiento que había en su mente y eso era lo único que podía leer en aquel libro.
- Bonsoir - sonrió y la besó en la mejilla.
- Hola - respondió dejando claro que amaba su lengua materna.
- Comment allez vous? - insistió.
- Je suis comme çi comme ça - terminó cediendo - Pero no tengo deseos de hablar en francés. Mis pensamientos están bastante desorganizados ahora mismo.
- Me dijiste que había sucedido algo que te había hecho odiar al mundo.
- Una señora compró las últimas cinco copias del libro que fui a buscar, me maltrató, le dijo a todos incluido mi padre que yo estaba siendo irrespetuosa con ella y no quiso venderme al menos un ejemplar del libro cuando le iba a pagar el doble o más de lo que cuesta. No lo entiendo. Compró cinco libros, ¿por qué no podía venderme uno? ¡Solo uno!
- ¿Estás tan alterada por eso?
- Entre otras cosas, pero eres como mi madre. Tú tampoco lo entiendes. Es un libro de edición limitada, muy difícil de conseguir.
- ¿Autor?
- José Ángel Buesa.
- ¡Lancé mi única flecha, y se perdió en la sombra. Y nunca he de saber si llegó a las estrellas!
- ¿Lo conoces? - se sorprendió - Es un poeta cubano, el más popular de su tiempo; y ese es un poema algo triste.
- El arquero - especificó - Es mi favorito. ¿Te gusta la poesía?
- No mucho.
- ¿Entonces?
- Me gustan algunos poetas.
- ¿Ejemplos?
- Pablo Neruda, Gustavo Adolfo Bécquer, Rubén Darío, Mario Benedetti, Buesa
- Los románticos.
- Soy romántica.
- ¿Qué otro tipo de literatura te gusta?
- Me encanta Gabriel García Márquez, he leído casi todas sus obras.
- Tiene varios best-sellers. ¿Te gusta la literatura americana?
- Me gusta bastante, pero leo casi todo lo que cae en mis manos: Jack London, Alejandro Dumas, Antoine de Saint-Exupéry, Federico Moccia  señaló el libro que estaba leyendo cuando él llegó  Jean Webster, Hans Christian Andersen, Herminio Almendros, Humberto Ecos, etc.
- Eres toda una polilla.
- Leer me relaja muchísimo. También me gusta escribir.
- ¿Qué escribes?
- De todo un poco, pero sobre todo cuentos cortos. Me encanta la narrativa.
- ¿Has escrito novelas?
- No estoy muy orgullosa de ellas, pero sí.
- ¿Por qué?
- Critico mucho las novelas. Le dan demasiadas vueltas a cualquier asunto; y, además, en ellas los finales siempre son felices. Demasiado predecibles.
- No has leído lo suficiente.
- Sé que hay novelas que no acaban bien, pero entonces ¿qué sentido tienen? Quien lee el tipo de novelas que critico, lo hace con la esperanza de que, en alguna parte, tal vez en un mundo paralelo donde todos son finales felices, esas cosas hermosas, sí existen.
- Defiendes a quienes leen esas novelas, pero no te gustan y tampoco quieres escribirlas.
- No es que no me gusten, es que agotan mi paciencia. Además ¿quién dice que no las escribo?
- ¿Las escribes?
- Sí, pero no estoy orgullosa de ellas. Ya te lo dije hace un rato. ¿Me estás prestando atención?
- Sí, pero me encanta mirarte a los ojos; y a veces, cuando te brillan como ahora, todo lo demás deja de existir.
- ¿Qué dices? - se sonrojó.
- Es una cita de una novela que leí hace un tiempo. A mí me pareció que eso no era darle vueltas al asunto, le dijo claramente que estaba enamorado de su mirada.
- Tienes razón - sonrió aliviada - Pero no en todos los casos es así.
- Bueno, hagamos algo: déjame leer algunos de tus cuentos y una de tus novelas, tú escoges; y te diré cuál me gusta más y si de verdad eres talentosa.
- Y tú, ¿desde cuándo eres crítico literario?
- No lo soy - sonrió - Pero supongo que escribes para un público ávido de lectura. Ese es el mejor crítico.
- Está bien - cedió - Te haré una selección. Léela y me dices  dijo entregándole algunos manuscritos.
- Tu compañía es agradable - explicó - Pero mi curiosidad es enorme. Me voy ahora mismo a leer - la besó en la mejilla y bajó las escaleras sin darle tiempo a reaccionar. Cuando se dio cuenta, él ya no estaba; pero en su rostro había una sonrisa y en su mirada brillaba un sentimiento que ella adoraba, aunque desconocía.

ImpredecibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora