Cuatro

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Alma tenía la espalda recostada a la pizarra, que sonaba rítmicamente contra la pared donde estaba colgada, un pie apoyado en el suelo y el otro alrededor de la cintura de Christopher mientras rodeaba su cuello con los brazos. Él la abrazaba y acariciaba sus senos por dentro de la blusa con una mano; y con la otra le sujetaba la minifalda que llevaba puesta, tocándole a su vez los muslos y rozando, casi sin querer queriendo la seda de su ropa interior; mientras, la besaba apasionadamente, mordiéndole de vez en cuando el labio inferior, las orejas, el cuello o los hombros. Ambos sudaban, pero se divertían. La adrenalina de ser descubiertos bombeaba en todo su cuerpo aumentando el placer en el que se perdieron Alma abrió los ojos y se encontró en su cama, sudando y con el corazón latiendo de prisa.
- ¡No tiene sentido!  le dijo a su amiga luego de contarle el sueño.
- No te molestes conmigo  casi suplicó Johana  No es mi culpa recordar que con David sucedió lo mismo.
- Pero no puede ser, lo que siento por el profe es pura admiración; nada más, estoy segura de eso  dijo y parecía que quería convencerse a sí misma y no a su amiga.
- También estabas segura de no sentir nada por David y luego - dudó por un momento  No vamos a camuflar la verdad  respiró con seguridad y continuó  Luego te fuiste a la cama con él varias veces.
- No es lo mismo. David llamó mi atención, pero cuando miro al profe, no encuentro nada atractivo en él.
- ¿Puedes, por favor, decirme qué hay de atractivo en David?
- No es su físico, eso es seguro, tal vez sea su personalidady de nada vale mentir, lo bueno que es en la cama también cuenta.
- Y en tu sueño…  Johana puso cara pícara - ¿Cómo era de bueno el profe?
- Maravilloso, todo un experto en el asunto. No, no me gusta.
- ¿Qué tal su personalidad?
- Tampoco, lo único que sabe hacer es regañarnos.
- Lo hace porque se preocupa por nosotros. Le importa que aprendamos. Pero tu caso es complicado: no te gusta su personalidad, no te gusta que en tus sueños sea bueno en la cama y odias que te regañe. Entonces no entiendo lo que soñaste.
- En eso tienes razón, pero
- Pero nada. Tú eres masoquista, sus regaños te excitan  solucionó Johana  Te gusta el profe y no quieres admitirlo, aunque tu sueño lo confirma totalmente.
- Bueno, dejemos de hablar de mí. He visto como miras a Alessandro.
- Y ¿se puede saber cómo lo miro?
- Como si estuvieses frente a un bombón de chocolate con licor que no te puedes comer.
- Es un buen símil  rió  Pensé que eras tú quien lo miraba así, pero por lo que veo, mi odio es bastante agridulce.
- Ambas sabemos que no lo odias. Eres incapaz de odiar.
- Tienes razón, no lo odio a él, odio su arrogancia, su picardía, su inteligencia y, sobre todo: odio la forma en que me mira, con esa sonrisa cínica tan perfecta; y esa mirada penetrante que parece que me estudia como un gato a su presa antes de lanzársele encima.
- Es cierto, es muy inteligente, fue campeón nacional de ajedrez.
- De algún sitio tenía que salir tanta autosuficiencia. Pero de todo lo que dije, ¿lo único que escuchaste fue que es inteligente?
- Sí, dijiste eso y que tiene una sonrisa perfecta.
- Nunca vas a cambiar, ¿verdad?
- Dale una oportunidad. Habla con él. Te sorprenderías de lo buena persona que es; y de cómo puede llegar a ser un amigo genial.
- Y tú, ¿desde cuándo lo conoces tan bien?
- No lo conozco bien, pero me agrada.
- Y quieres que, por fuerza, me agrade a mí también.
- Por fuerza no, quiero que veas lo equivocada que estás juzgándolo de esa forma. Además, necesito que lo aceptes, eres mi mejor amiga y no quiero no quiero tener que escoger.
- No puedes hablar en serio.
- No  rió  Pero no quiero que me tortures con mi sueño, necesito algo con lo que vengarme; y sé que te enamoras de los que odias, eres así.
- ¡Te odio!  gritó  Y dudo que me enamore de ti algún día. Pero como eres mi amiga y te quiero, intentaré soportarlo; y así podré torturarte con el profe cuando quiera. Sabes que lo adoras.
Johana se marchó aquel día dejando a su amiga con la preocupación por aquel sueño y la duda acerca de sus sentimientos. Cada uno de esos pensamientos circuló por la mente de Alma millones de veces; y la respuesta era siempre la misma: otra interrogante.
Del mismo modo, Johana llegó a su casa preocupada. La cabeza le daba vueltas volviendo borrosa cada visión a su paso. Alma había pensado que ella sentía algo por Alessandro; y su sueño con el profe complicaba aún más las cosas. Por culpa del profesor y de ella misma, Alessandro se había quedado sin posibilidades con su amiga  Lo odiaba, pero no al punto de querer arruinarle la vida metiéndome en medio de lo que pudo haber sido una linda relación. Es cierto que no me cae muy bien, pero sé que no es mala persona; y Alma le interesa, hay que ver con la dulzura que la mira cuando ella no está prestando atención  pensó Johana entristecida.

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