Cinco
El teléfono de Alma sonó hasta casi reventar. Luego comenzó a sonar también su móvil y por último escuchó el tono de un mensaje de texto. Salió corriendo del baño, envuelta en una toalla grande y con el pelo mojado. Revisó: cinco llamadas perdidas de Daniela y finalmente el mensaje: Johana y tú siempre desaparecen a la vez. ¿Por qué ninguna responde mis llamadas? No importa. Voy saliendo para tu casa. ¡Espérame!
Alma se molestó por lo imperativo del mensaje, lo releyó y comprendió que su amiga estaba desesperada, eso la hizo asustarse; y finalmente decidió esperarla.
El timbre de la casa sonó dos veces.
- Hola sonrió al abrirle la puerta a su amiga.
- Hola dijo como un lamento y borró cualquier posibilidad de alegría.
- ¿Estás bien? se preocupó Alma No tienes buena cara.
- No se desplomó Daniela en el sillón Dentro de una semana me operan.
- ¿De qué?
- Tengo una úlcera en el duodeno. Es necesario extirpar gran parte de él para deshacernos de la misma.
- ¿Es una operación complicada?
- No, es bastante simple. Pero eso no me quita el miedo. También se desharán de una de mis costillas flotantes.
- ¿Por qué?
- Razones estéticas y profesionales. Yo se los pedí. Me ayudará a ser mejor bailarina.
- Dani, eres campeona de gimnasia rítmica; y no es porque seas mi amiga, pero también eres la mejor bailarina que conozco. No necesitas que te extirpen tantas cosas.
- Ya está decidido. Mis médicos dicen que lejos de causar problemas, le hago un favor a mi cuerpo.
- Claro, a ellos lo que les importa es cobrar; y mientras más intervenciones hagan en ti, más ganan. Yo no sé nada de medicina, pero por lo que he leído, el duodeno es la parte del estómago por donde comienza la absorción de vitaminas, proteínas y minerales que son necesarios para el buen funcionamiento de tu cuerpo.
- Sí, pero no lo perderé del todo, es mejor intervenir ahora antes de que la úlcera se expanda, solo tendré que cuidar un poco más mi rigurosa dieta.
- Y ¿lo de las costillas? Eso sí que no lo entiendo. Si realmente fueran innecesarias nadie las tendría.
- Lo de las costillas tiene explicación, no son tan necesarias como tú crees; Shakira y Thalía tampoco las tienen.
- Ya; ambas son cantantes famosas, además de millonarias; Y Shakira gasta millones de dólares al año en tratamientos para su columna. ¿Por qué será?
- Eso no lo sé, tampoco me importa. Si me va a dar más flexibilidad me hace feliz.
- Veo que estás bastante segura. No entiendo a qué le temes.
- Sabes que toda mi familia está trabajando en el extranjero. No le temo a la operación, sino al post-operatorio.
- ¿Hay algo que pueda hacer por ti?
- Quería hablarlo contigo y con Johana, pero no está en su casa ni responde mis llamadas.
- Tal vez no tenga en móvil encima.
- Lo sé, pero nos hemos distanciado tanto últimamente que incluso me preocupa cómo se tomará esta noticia repentina.
- Como mismo me la he tomado yo: sorprendida, asustada, preocupada; y, sobre todo, antes de hacer preguntas, te habría ofrecido su apoyo incondicional.
- Lo sé, pero ahora mismo debo irme a prepararlo todo. ¿Se lo dirías por mí?
- Claro. Te acompañaremos antes, durante y después de la operación. Somos tus amigas.
- Gracias.
Alma vio el auto de su amiga salir disparado y se quedó pensativa unos segundos. Nunca pensó que algún día se vería en una situación así. Sus amigas eran fuertes, en su opinión, Daniela era la más fuerte de las tres, jamás se enfermaba y ahora ahora estaba a punto de ser operada por más de una razón. Tomó el móvil y llamó a Johana, no respondía, entonces le envió un mensaje: Tenemos que hablar. Daniela está en problemas y solo nosotras podemos ayudarla. Llámame.
Horas más tarde Johana llamó a su amiga:
- Dime respondió Alma.
- Me preocupas habló con voz temblorosa.
- No lo suficiente regañó Sino hubieses llamado antes.
- Perdona se molestó Pero no andaba con el móvil. Acabo de ver el mensaje y sin terminar de leerlo te llamé.
- Lo siento reconoció Sabes que me altero mucho con este tipo de cosas.
- Te alteras mucho con casi cualquier cosa. ¿Me puedes decir qué está pasando?
- A Daniela la operan la semana que viene.
- ¿De qué? se preocupó.
- Tiene una úlcera en el duodeno y además le extirparán una costilla flotante.
- ¿Hay algo que podamos hacer por ella?
- Sí. Recuerda que sus padres están trabajando en el extranjero; necesita a alguien que la ayude en casa durante su recuperación.
- Sabes que iré sin problemas, supongo que tú también.
- Sin problemas.
- La llamaré ahora mismo.
- Chao.
Johana estaba molesta con Daniela, desde aquel último almuerzo no habían vuelto a hablar, pero la preocupación por su amiga pudo más que la incomodidad por su distanciamiento repentino. Tomó el móvil y llamó.
- Hola respondió Daniela con voz cansada.
- Hola. ¿Cómo estás?
- Cansada. Tengo que hacer muchísimas cosas antes de la operación.
- Perdona por no haberte llamado antes.
- No te preocupes, yo tampoco te llamé; ni siquiera tuve el valor de contarte lo que estaba pasando.
- No sé porqué nos hemos distanciado de esta manera.
- Yo sí. Vivimos en mundos muy diferentes, yo voy de gira en gira y apenas tengo tiempo para ustedes.
- Al menos a Alma la ves más que a mí.
- Sí, pero eso tampoco significa que hable mucho con ella. Cuando supo de la operación no hizo otra cosa que acribillarme a preguntas.
- Ella es así, pero lo hace sin maldad, solo se preocupa.
- Necesito apoyo.
- Sabes que por nuestra parte lo tienes.
- Gracias.
- Llámame si necesitas cualquier cosa además de apoyo. ¿Está bien?
- Sí. Chao.
Daniela se acostó en su cama, pensativa, indecisa y sorprendida por la reacción de su amiga. Pensaba que iba a reprocharle la distancia, que se molestaría porque se lo dijo a Alma, quien apenas había aparecido hacía unos años, antes que a ella, a quien conocía de toda la vida. Pero Johana siempre estaba presente, en los malos momentos tendía su mano, consolaba; y borraba con su sonrisa cualquier rastro de culpa. Era incondicional; y esa idea la hizo respirar aliviada.