Vida

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Un aroma familiar, ese que se impregnaba sobre su piel cada día y que había aprendido a adorar más que a nada, hizo que se removiera en la cama, intentando evadir la presión húmeda que insistía en posarse sobre sus mejillas, sus labios y su cuello, sacándola de su plácido sueño.

-Arriba, vejestorio, es hora de sacar ese lindo trasero de la cama- rio al escuchar a Yuqi y se restregó los ojos, intentando ajustar su visión a la claridad de la mañana. Encontró a su querida molestia sentada en el borde del colchón, mirándola con cariño mientras sostenía una taza de café entre sus manos- Feliz cumpleaños, mi amor- canturreó, mientras ella se acomodaba contra el respaldo del lecho. Recibió la bebida y también un suave beso en los labios, apenas una caricia casta que se mezcló con la sonrisa de ambas.

-Gracias...- le respondió aún somnolienta y su pareja se movió para tomar una bandeja de la mesa de noche, estaba llena de sus muffins de limón favoritos, se veían hermosos y por eso no entendía porqué se podía sentir un ligero olor a masa chamuscada en el aire- ¿No quemaste la casa? - indagó, Yuqi rio.

-Casi, pero no. Me levanté para hacer esto por mi cuenta, salió terrible como puedes imaginar, sin embargo tu preciosa cocina sobrevivió no te preocupes.

-No se ven terribles...

-Los que hice están en el cesto de basura, fui a tu panadería favorita a comprar estos...

-Oh, eso explica todo- Recibió un golpe juguetón en el hombro antes de que la joven se colocara a su lado para desayunar junto a ella- De todas formas aprecio que lo hayas intentado.

-Sí, supongo que no puedo ser perfecta en todo, el universo no quiso dotarme con habilidades culinarias. - mordió un pastelillo y masticó rápido antes de añadir- Pero me dio otras que son muy buenas, ¿Estás de acuerdo?

Soyeon se mordió el labio y bajó la vista azorada, sabiendo que no acabarían el desayuno si respondía a esa pregunta. Si alguien le hubiese dicho siete años atrás que su vida sería de esa manera no podría siquiera creerlo, todo había cambiado, todo era hermoso, no le hacía falta nada y cada día parecía ponerse mejor.

Luego de su reencuentro, decidió que la ciudad natal de Yuqi era un buen lugar para echar raíces. Al principio se quedó con Minnie, quien la recibió encantada y también le consiguió trabajo en el hotel mientras pensaba en cómo encaminar su vida, Yuqi habría deseado que se instalara con ella pero no quería molestar a su madre, quien además en aquel entonces no tenía idea de las preferencias sexuales de su hija y se mostraba completamente reacia a aceptar a las parejas de un mismo genero, como muchos en la sociedad.

Se enteró de la relación de la peor manera, ella visitaba a su lugareña favorita todos los fines de semana y la ayudaba en algunas tareas del rancho o simplemente pasaban tiempo de calidad juntas, fueron cuidadosas durante el primer año y su suegra jamás había sospechado nada, creía que era una vieja amiga que Yuqi había conocido de camino al rodeo y con quien había tenido el gusto de reencontrarse, de hecho se llevaban muy bien y era invitada a cenar en la residencia Song con frecuencia. Entonces, un domingo por la tarde en el que creyeron que ella estaría ocupada con sus actividades parroquiales, las cosas se habían puesto un poco calientes luego de que Yuqi le enseñara a montar y antes de que pudieran pensar razonablemente tuvieron las manos ocupadas en sus cuerpos, por suerte no de una forma demasiado íntima, la señora Song interrumpió antes de que llegaran a eso.

Aún en la actualidad ella no conseguía aceptarlo, aunque su trato progresaba a pasos pequeños, al principio ni siquiera quería ver a Yuqi y a ella la trataba como a una ramera que había pervertido la mente de su hija, pero con los años fue ablandándose al comprender que la pareja no hacía más que fortalecerse.

No day but TodayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora