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Escuchó el ruido de la puerta bloqueándose y observó la espalda de Yuqi mientras se quitaba las hebillas de su largo cabello rubio. Sé preguntó cómo debería de proceder exactamente porque, a pesar de que las intenciones estaban más que claras, nunca había entablado el tipo de conexión que parecía tener con la lugareña.
Encendió la lámpara sobre una de las mesas de luz, haciendo que la habitación adquiriera un fulgor tenue que les permitiría ver sin que el brillo fuese demasiado molesto. Yuqi se dio vuelta y sus ojos la estudiaron con lentitud, tomando cada pulgada de ella. Se aclaró la garganta y avanzó unos pasos, la joven la imitó.
-Lamento haber hablado mal antes, sé que solo quieres ayudar- le sonrió, probablemente intuía que no era una persona que ofreciera disculpas a menudo.
-No te preocupes, sé que puedo ser tediosa-Una de sus manos se elevó para acariciar su pelo libre de toda atadura, quitándolo de su rostro. Solía ser negro hasta hace unos días, debió pintarlo para escapar, el cambio de apariencia era vital para una huída certera.- No sé si ya te dije lo bonita que eres...
La contempló sin encontrar palabras para responderle, sin creer del todo que hicieran falta. Escuchó la inquieta voz de su cuerpo que le pedía más proximidad y se puso en puntillas de pie, rozando sus labios con los suyos de una forma tentadora, sin tocarlos por completo. Un suspiro de impaciencia rebotó contra su boca antes de que Yuqi la besara con pausa, saboreando cada porción de ella tal y como lo hizo en la tarde, con esa tranquilidad que indicaba que no tenía ninguna prisa ni ningún deseo de cortar el contacto.
Lejos de enredar los brazos en su cuello las manos de Soyeon viajaron directamente a su cintura, atrayéndola más cerca, el movimiento hizo que sus cuerpos colisionaran y ardieran instantáneamente. Yuqi apresó sus mejillas cuando la sintió profundizar el beso, gimiendo con sorpresa ante su arrebato y la forma en la que había tomado la delantera, dejando en claro que no era su costumbre quedarse relegada en ese tipo de actividades... Eso sería un problema, porque tampoco era la suya.
Batallaron para llegar a la cama sin dejar de besarse, Soyeon cayó de espaldas y su acompañante no perdió oportunidad de colocarse sobre su cuerpo menudo, apenas tomándose un momento para admirar la forma en que su cabello rubio se desparramaba a su alrededor como un alo. Era una completa contradicción porque mientras su aspecto pequeño y poco amenazante la asemejaban a un ángel, sus ojos rasgados revelaban que en realidad se trataba de un demonio, una especie de súcubo que se cruzó en medio de su camino en el desierto para hacerla perder la cabeza y sumirla en la tentación. Debió haberse distraído más tiempo del necesario porque una de las piernas de la joven se enredó tras su rodilla, el mundo dio vuelta rápidamente y ella se encontró a sí misma de espaldas al colchón, con Jelly mirándola divertida desde su nueva posición dominante.
-No eres la única que sabe montar cosas por aquí- comentó descarada mientras intentaba aplastar toda la gasa de su vestido pomposo entre sus manos pequeñas, desde donde estaba apenas lograba ver bien su rostro y eso le sacó una carcajada.- Parece que Miyeon tenía serios planes de arruinar mi diversión... - Yuqi tomó un pequeño impulso para sentarse y dejarla en su regazo, eliminando el obstáculo en que se había convertido su vestimenta. Ella sabía que la sicaria probablemente estaba acostumbrada al contacto rudo, rápido y satisfactorio, y también sabía que dejarla a cargo podría ser más que divertido, pero en la primera ronda deseaba demostrarle que podía haber mucho más que eso, que de hecho ella también tenía derecho a ser tratada con gentileza.
-¿Por qué no dejas que me encargue?- preguntó mientras acomodaba un mechón de cabello detrás de su oreja- Prometo que tendrás tu turno luego. - Soyeon enarcó una ceja, no muy convencida al respecto y Yuqi supo que necesitaría más que palabras para disuadirla. Sus manos se movieron a la cintura desnuda de su amante, acariciándola con ligereza, sintiendo como las chispas parecían saltar de su piel y el calor se filtraba por cada poro, haciendo que la ropa comenzara a molestar. Al igual que ella con su vestido, detestó la elección de ropa que hizo Miyeon, el top que tenía puesto no dejaba su cuello libre por lo que debió conformarse con asaltar sus labios, sus mejillas y la línea de su mandíbula, relajándola poco a poco hasta que volvió a tenerla bajo su merced, sin ningún tipo de disgusto o resistencia.
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No day but Today
RomanceJelly. Ese era el único nombre por el cual la habían conocido durante los últimos diez años, lo obtuvo luego de que la mafia asesinara a sus padres, seres honestos que no cedieron ante las presiones y decidieron evadir la supuesta protección que e...