T R A Q U I L I D A D

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A lo largo de su vida Steve había pasado por momentos difíciles donde se ponían a prueba su fuerza y perseverancia, lo veía como retos, retos que sí sabía que los vencía obtendría una recompensa. Nada lo había hecho retroceder o parar, el rubio pensaba que cada uno de esos momentos lo volvía más fuerte, más sabio y más agradecido con la vida.

Era fiel creyente que todo lo que pasaba en su vida era por algo, que el destino tenía grandes planes para su futuro y que el tiempo era un sabio consejero.

Estaba agradecido con la vida. Tenía una esposa amorosa a su lado, amigos que lo acompañaban y le eran incondicionales, un empleo que a pesar de no ser el más seguro lo amaba porque le daba la oportunidad de ayudar a los más vulnerables.

Lo tenía todo para ser feliz

Pero nada dura para siempre, mucho menos la felicidad.

—¡Steve! —Al escuchar su nombre alza la cabeza encontrándose con la figura de su amiga corriendo hacia él. Sin pensarlo se levanta del asiento metálico y se deja abrazar por la pelirroja. —¿Qué ha dicho el doctor?

—Tuvo una convulsión —Responde el rubio separándose de Natasha lo suficiente para mirar su rostro —Ahora está con ella.

—Verás que todo va a salir bien. Peggy es una chica fuerte —La anima su amiga tomando sus manos en una señal de apoyo.

—Lo sé —Se limita a decir y levanta el rostro para ver a los acompañantes de su amiga —Gracias por estar aquí —agradece mirando a Scott y Tony alejados a pocos metros de distancia.

—Siempre estaremos aquí para apoyarte Cap —habló el pelirrojo con una sonrisa que corresponde al líder de los vengadores.

—Parientes de Margaret Elizabeth Rogers —El rubio se separa inmediatamente de su amiga y se dirige al doctor.

—Soy su esposo —Responde ansioso.

—Se encuentra bien —Steve sintió como si su alma volviera a su cuerpo al escuchar las noticias del doctor —Está confundida y no recuerda lo sucedido pero es normal.

—¿Puedo verla?

—Solo unos minutos —Expresa el hombre —necesita descansar —El soldado ansioso de ver a su esposa se dispuso a caminar a su habitación, pero la mano del doctor lo detuvo —Ya tenemos los resultados de la resonancia magnética.

—¿Cuáles fueron los resultados? —Su alivio fue reemplazado por preocupación al ver la expresión del doctor.

—Lo siento Señor Rogers.



Cerró los ojos y repasó en su mente las palabras que iba a decir, tenía que cuidar lo que saliera de su boca. Tomó el pomo de la puerta y la giró con decisión dejando ver a su esposa acostada en la cama matrimonial de la habitación.

La habitación en la que se quedaba era tan bonita y acogedora que no parecía el cuarto de un hospicio a simple vista. Era grande y espaciosa de colores pastel llena de muebles y decoraciones rústicas y hogareñas. Las paredes estaban adornadas por cuadros de paisajes y fotografías antiguas.

Pero lo que más le gustaba a Margaret de la habitación era el balcón, tenía una vista espectacular de la zona dejando que la imagen y serenidad del pequeño bosque entrara por aquella plataforma que sobresalía de la construcción. Su esposa le pidió que no dejará que pusieran cortinas en los ventanales que daban al balcón, ya que, no quería que nada se interpusiera entre ese paisaje natural y ella, el líder de los vengadores sin poder negarse lo hizo y ahora que miraba aquel balcón y la vista que ofrecía en ese momento entendía porque su pareja había quedado fascinada.

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