J U E G O

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Para Clint, la vida era como un juego de mesa.

Cada partida era una experiencia excitante y cuando era su turno de avanzar siempre estaba listo para las sorpresas, porque cómo podía caer en una trampa y retrasar su camino como también podía encontrar un atajo y seguir hasta alcanzar el final del juego.

No podía predecir las consecuencias de sus movimientos y ese hecho lo emocionaba. Se consideraba un adicto al juego por ese motivo, porque al no saber cómo terminarían las cosas hasta el último momento no podía considerar si su jugada fue un éxito o un fracaso.

Era lo más divertido, incluso cuando él no manipulaba el juego.

Porque si lo hiciera, hubiera previsto los acontecimientos de aquella mañana.

Salió de la torre a la misma hora de siempre siguiendo el mismo sendero que sus pies recorrieron días atrás. Acomodó su bufanda para que ésta cubriera su cuello y parte de su boca para después meter sus manos en sus bolsillos en un intento por buscar calor que lo cubriera del viento frió.

A pesar de que aún faltaban días para navidad ya se sentía el espíritu festivo en el aire, los locales ya estaban adornados de luces y figuras como duendes y muñecos de nieve. Unas personas corrían con bolsas de regalo en las manos y otras paseaban cantando villancicos con entusiasmo y fervor. Más de un auto pasaba por la calle teniendo un árbol encima. Era un ambiente efusivo, se sintió tan motivado y feliz que empezó a tararear mientras seguía su camino.

Pero su entusiasmo fue fugaz porque sintió la presencia de una persona que lo seguía desde la distancia.

No detuvo su paso, tampoco intentó no mirar atrás, no quería que el espía supiera que había sido descubierto. Su primer pensamiento fue guiar a su acosador hasta un lugar poco concurrido y esperarlo para poder enfrentarlo usando el ataque sorpresa a su favor.

La idea de cambiar su destino original pasó por su mente pero la descartó de inmediato, a donde se dirigía era un lugar ideal para acorralar a alguien.

Una sonrisa se dibujó en su rostro cubierto, como si de un niño apunto de hacer una travesura se tratara.

Al llegar al lugar se detiene y pone toda su atención en sus sentidos. No había personas cerca y el ambiente lúgubre se sentía hasta en sus poros, ningún ruido perturbaba la atmósfera, era una ventaja, ya que, sabría el momento exacto cuando el ignoto se presentará.

Esperó pacientemente, no se movió en ningún momento hasta que el sonido de la nieve removiéndose lo puso alerta. Las manos en sus bolsillos se hicieron puños y su respiración se alteró ligeramente, las pisadas se escuchaban más cerca al igual que la respiración del desconocido.

Cuando sintió que la presencia estaba a pocos metros de él sacó sus manos de sus bolsillos y se giró velozmente para atacar a la persona que lo había estado siguiendo, pero antes de dar el primer golpe sus ojos conectaron con la mirada del acosador quien lo miraba con una expresión divertida.

-¿Lang? -pregunta consternado con el brazo en el aire.

-Debo de admitir que no esperaba que me emboscaras en un cementerio -habla el hombre observando a su alrededor. -Ver tantas películas de terror ha distorsionado tu mente, Barton.

-¿Por qué me estabas siguiendo? -preguntó el arquero con suspicacia. -¿No tienes mejores cosas que hacer que acosarme? ¿Tu vida es tan aburrida para que caigas en tal bajeza?

-Necesitaba hablar contigo -contestó con calma.

-Si necesitabas hablar conmigo me hubieras dicho en la torre o me hubieras llamado como una persona normal, en lugar de seguirme como un asesino serial por toda la ciudad -responde con brusquedad -y dices que él que tiene la mente distorsionada soy yo.

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