Aquella noche había sido un infierno para Marinette. Intentó llamar al móvil de Adrien después de que se marchara sin más, pero el buzón de voz saltaba y no había modo de dar con él.
Decidió esperar hasta la mañana siguiente, pero igual seguía sin estar de suerte al tratar ponerse en contacto con el peripuesto rubio.
Sí, había metido la pata hasta el fondo y no tenía ni idea de qué hacer para enmendarlo. Por lo general, los chicos eran los que acababan fastidiándola y debían implorar perdón. Pero... ¿Qué pasa cuando quien lo manda todo al cuerno es la chica?
Entendía que comprar flores o algún regalo no serviría con él, así pues... ¿Qué le quedaba?
Se miró en el espejo de su habitación con determinación, apartando las gotas que aún rodaban por sus mejillas.
—Si lo que quiere es perderme de vista, tendrá que decírmelo a la cara...
Hizo de tripas corazón, dándose una rápida ducha y arreglándose mínimamente para disimular sus notables ojeras. Acto seguido, se vistió con una falda negra y una camiseta roja de tirantes, dejando la melena al aire.
Estaba decidida a aclarar las cosas. Pues si algo caracterizaba a Marinette Dupain-Cheng, era su insistencia y cabezonería.
Tomó el autobús al salir de casa, dirigiéndose al barrio dónde vivía Adrien para enfrentarlo directamente. Mentiría si dijera que no estaba muerta de miedo, pero no podía quedarse en casa de brazos cruzados.
Estuvo parte del trayecto imaginando el panorama que podía darse y los nervios empeoraban. Obligándose a mantener la mente en blanco hasta que hubo llegado a sitio.
A cada paso que avanzaba hasta el edificio, los latidos rezumbaban con fuerza contra sus oídos y sus piernas temblaban por el temor que la embargaba. De todas formas, no se frenó y subió en ascensor hasta la planta correspondiente.
Estaba en un constante estira y afloja consigo misma al avanzar en dirección a la puerta del apartamento de su de momento novio. Sintiéndose desfallecer al presionar el timbre y esperar petrificada en el descansillo.
Luego de unos segundos, la puerta se abrió, apareciendo Adrien tras ésta. Las ojeras bajo sus ojos evidenciaban su ausencia de sueño y lo irritados que lucían los mismos dejaban más que evidente la razón.
Un desolador silencio se hizo presente entre ambos y, aún cuando una parte suya la detestaba, la otra la extrañaba y necesitaba de esa chica que hermosos ojos azules como nunca.
—¿Qué haces aquí...? —Preguntó finalmente mientras sujetaba con fuerza la manija de la puerta.
Ella titubeó al descubrirlo en aquel estado. Aún así, se armó de valor y cuadró los hombros.
—Quería verte y... Hablar. —Apretó los puños, respirando hondo—. Sé que probablemente sea lo último de lo que tú tengas ganas, pero... Yo necesito hablar contigo..
—¿No crees que es muy tarde para eso? —Se frotó el rostro, mirándola después a los ojos. Su corazón dolía pero al mismo tiempo, sentía la necesidad de abrazarla y no dejarla ir jamás —Marinette... Lady, lo que seas —Soltó un suspiro, desviando la mirada a un lado —No estoy de humor para hablar.
—Estupendo, aparta. —Se abrió paso por su propia cuenta hacia el interior del piso, avanzando hasta la sala de estar—. Si no quieres decir nada, no lo hagas, pero yo sí pienso hacerlo. —Se cruzó de brazos, dándose la vuelta en una pose inquisitiva—. ¿Vas a venir o piensas quedarte ahí parado todo el rato?
Él rodó los ojos, cerrando finalmente la puerta para después dirigirse a la sala, tomando asiento en uno de los sillones.
—Bien... Habla —Masculló mientras la observaba desde su posición y se cruzaba de brazos —Quiero saber porqué carajos jugaste conmigo de esa maldita manera.

ESTÁS LEYENDO
𝐁𝐀𝐃 𝐓𝐇𝐈𝐍𝐆𝐒 | Adrinette | Feat Marichat8989
Fiksi PenggemarDos almas corrompidas que se complementan a la perfección. Marinette Dupain-Cheng, una estudiante ejemplar que guarda celosamente su más grande y oscuro secreto. Adrien Agreste, despreocupado y atrevido joven, adicto a las emociones fuertes y al pel...