XI."Incredulidad"

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—¡Vamos Diane, se nos hace tarde! —Elizabeth corría de un lado para otro, estaba a nada de la inauguración de la taberna, Elaine ya estaba allá en compañía de Ban, solo quedaban ella y Diane para iniciar

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—¡Vamos Diane, se nos hace tarde! —Elizabeth corría de un lado para otro, estaba a nada de la inauguración de la taberna, Elaine ya estaba allá en compañía de Ban, solo quedaban ella y Diane para iniciar.

—¡Ya voy, ya voy! —La castaña bajo corriendo las escaleras, ambas salieron y subieron al elevador. En el estacionamiento subieron al auto de Elizabeth saliendo con velocidad hasta el 'The Boar Hat'.

La gente se ponía en los alrededores de la taberna, las decoraciones eran llamativas y llamaban la atención de todos los que pasaba.

—Vaya, vaya, vaya —acomodó su roja corbata al verla fuera de lugar. —Parece que tenemos mucho publico.

—Y la señorita Elizabeth no aparece —se unió King asomándose por la ventana del local. La gente comenzaba a hacer fila de la tanta que había.

—Tal vez se retraso un poco, ya no debe tardar.

Elaine cargaba las ultimas cajas vacías de cerveza junto con Ban. —Si, Elizabeth no tarda de entrar por esa puerta.

—¡Disculpen la demora! —entró la albina, tratando de volver a llevar aire a sus pulmones después de haber corrido hasta el lugar desde su auto.

—Nishishi, tenias razón Ban —habló Meliodas, haciendo que el aludido guiñara el ojo.

—Cuanto lo sentimos, nos retrasamos un poquito —habló Diane con un tono jocoso mientras acomodaba sus coletas.

—No se preocupen, apenas llegan las personas —se acercó a Elizabeth dándole un beso casto en los labios.

—Hola, Mel —Saludó la albina separándose a escasos centímetros para luego besar su mejilla.

—Hola preciosa, ¿estas lista? —Preguntó tomando su mano.

—Claro que si —Apretó la mano de su acompañante; su sonrisa era inmaculada, sus manos temblaban ligeramente y cuando por fin dejó pasar los nervios, salió junto con sus amigos recibiendo aplausos de parte de la gente al rededor.

—Hola amigos, ¡Sean bienvenidos al sombrero de Jabalí! 

Las bullas se oían y los amigos de Elizabeth aplaudían sin control. Todo parecía sacado de una bella película.

—La señorita Goddess, hizo una gran constancia con este lugar, ¡Es hora de disfrutar de ello! —vociferó Meliodas volteando a verla con una sonrisa.

—¡Les damos las gracias por estar aqui! —gritó Diane con entusiasmo haciendo que el público aplaudiera con más ganas.

—¡Bienvenidos! —Gritaron los demás al ver cómo Elizabeth se preparaba para cortar el listón.

Casanova ¦ Melizabeth ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora