XV."Punto y aparte"

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—Hola, esposo mío.

Meliodas tuvo que apretar los dientes para no decir una maldición. 

—No me llames así, tu bien sabes que tu y yo, ya no somos nada —Liz volvió a reírse pero esta vez más fuerte, cómo si de un chiste se tratara, Meliodas solo torció los ojos. —No es para que te rías Liz, no te estoy contando chistes.

—Oh —alzó las manos con una gran sonrisa. —¿Dónde quedo tu sentido del humor, guapo? —preguntó, acercándose a él para cubrirlo con su paraguas. 

—No te me acerques —Liz lo ignoro y se puso a su lado abrazando su antebrazo. —¿¡No me oíste!?, ¡Lárgate! —de un empujón la alejo de él, haciéndola poner sus labios rectos.

—Bien —dijo reincorporándose. —Lo haremos a tu manera Meliodas. Vamos a conversar como adultos.

—Aún no entiendo de que debemos hablar. 

Estaba molesto, MUY molesto.

—Puede interesarte lo que tengo por decirte.

—No me interesa nada que venga de ti.

—¿Ni siquiera esa tal, Elizabeth Goddess?

Meliodas abrió los ojos con sorpresa y su semblante cambio a uno melancólico, había olvidado por completo que su bella albina había cortado lazos con él.

—Vamos, no te hagas del rogar es solo un café —sonrió ladinamente volviendo a acercarse a él.

—Bien, pero si es otro de tus juegos me largo.

—Trato hecho —mostró los dientes y Meliodas torció los ojos de nuevo, comenzaba a creer que de tanto hacerlo sus ojos quedarían así.

Caminaron en silencio, Liz mantenía su sonrisa y Meliodas su semblante serio, estaba a un metro de distancia de ella por lo que seguía mojándose. No le importaba en lo absoluto, prefería estar cerca de un león que de esa chica.

[ Caffé Lioness ]

—¿No vas a abrirme la puerta? —dijo; esperando el lado caballeroso del de ojos verdes, sin embargo este solo respingo.

—Para eso tienes manos —bufó Meliodas metiendo sus manos en sus bolsillos.

Liz solo rio y abrió la puerta pasando al elegante lugar, Meliodas la siguió por detrás con una cara rezongada y caída. No tenía tiempo para los juegos de la pelirroja.

Se acercó la camarera, haciendo una pequeña reverencia para ambos. —Buenas tardes, ¿Mesa para dos? 

—Si, por favor —se adelanto Liz cerrando su paraguas al entrar por completo en el lugar.

Casanova ¦ Melizabeth ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora