XII."Desconfianza"

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—¿Ya va de salida? —indagó la recepcionista al ver salir a su jefe por el elevador

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—¿Ya va de salida? —indagó la recepcionista al ver salir a su jefe por el elevador.

—Si, ¿King ya se retiro? —la azabache asintió. Meliodas paso saliva y la observo atento al verla acomodar sus cosas. —Oye, Nicole.

—¿Qué pasa joven Demon? —dejó sus cosas para prestarle atención. Meliodas rascó su nuca nervioso y soltó un suspiro para continuar.

—Bueno, me gustaría un consejo de parte de una chica.

—Claro —se levantó de su lugar para quedar frente a él. —¿De que se trata?

—Verás. Elizabeth se comportó rara conmigo en la tarde, me contestaba con monosílabos y cuando trate de besarla se aparto —bajó la mirada al recordarlo. —No entiendo su comportamiento, estábamos muy bien. Nos mirábamos en varias ocasiones y me sonreía o me mandaba besos y de un de repente, ¡pum! me ignora —la joven recepcionista sonrió, acomodo sus lentes y se acerco al rubio.

—¿Ya le preguntaste por que se comporto así? —Meliodas negó con la cabeza. —Entonces debe ser por algo que vio o le dijeron. Verá joven Meliodas, las chicas tenemos un sexto sentido que a veces puede ser útil y otras inútil —el blondo alzó una ceja sin entender, haciendo que la chica buscara otro significado. —Resumiendo, vaya, y busque a Elizabeth; habla con ella, se atento y considerado, haz esos pequeños detalles que a ella le gustan, y deje de andar de mujeriego que de seguro es por eso que se enojo con usted —un puchero se poso en sus mejillas, haciendo reír al rubio.

—Gracias Nicole —la chica asintió volviendo a su trabajo, despidiéndose con un ademán. —Nos vemos mañana temprano.

Meliodas salió a paso apresurado de la empresa, subió a su deportivo y puso marcha a la taberna 'The Boar Hat'

En treinta minutos ya estaba ahí, bajo al estacionar su auto. Entro a la taberna, no había nadie ni siquiera estaba Elizabeth; temeroso recorrió el lugar con la esperanza de encontrarla, ¿se había ido sola?, preocupado salió por la puerta trasera y ahí la encontró. Estaba parada observando la luna con una mano en el pecho y la otra caída, un escalofrió recorrió la espalda de Meliodas, presentía que algo estaba mal; se acerco a ella lentamente con las manos en los bolsillos.

—Hola Ellie —Saludó el rubio quedando a su lado.

—¿Eh? —Volteó a verlo sin importancia, ya sabía de quién se trataba. —Hola Meliodas —volvió a mirar la luna haciendo que el rubio cambiara su semblante a uno más serio, más sin embargo aún se atrevía a preguntarle porqué estaba así.

Casanova ¦ Melizabeth ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora