VIII."Indefensa"

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[ Sábado, 8:30 a.m ]

Elizabeth estaba envuelta en cobijas de pies a cabeza, su cuerpo temblaba de frio. Sentía todo su cuerpo temblar y su piel se erizaba con cualquier movimiento. —Odio estas fechas — Susurro la albina estirándose con flojera. Se levanto de la cama y entro al baño con los pies descalzos. Al terminar sus necesidades se coloco un resplandeciente vestido tinto junto con una chamarra con pelaje detrás.

—Creo que ya es hora —Suspiro mientras tomaba unas tijeras plateadas y las acercaba a su flequillo.

[🥀]

Elizabeth se alistaba para su cita con Meliodas. Por toda una semana el rubio no dejaba de sorprenderla. Le traía rosas rojas y blancas todas las mañanas, un detalle que la hacia saltar de emoción.

El Lunes en la mañana, llegó con un sorprendente ramo de rosas rojas. Venia vestido de traje que le sentaba exquisitamente bien, estaba con el cabello ordenado, su moño rojo estaba perfectamente puesto y ni hablar de la colonia que llevaba puesta. Elizabeth sentía que sus mejillas estaban a punto de estallar al verlo así mientras un cosquilleo en su parte intima la hacia ponerse aún más nerviosa.

 Elizabeth sentía que sus mejillas estaban a punto de estallar al verlo así mientras un cosquilleo en su parte intima la hacia ponerse aún más nerviosa

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La llevó a un elegante lugar de la ciudad, "Place des déesses". Era su primera cita a solas después del incidente en su departamento. El rubio la llamó para decirle que su promesa de cambiar seguía en pie. La cena paso con tranquilidad, compartieron gustos y pasatiempos. Hubo coqueteos y risas de parte de ambos, sin duda reprendían un aura de pasión y amor entre los dos.

[*]

 El martes la invito a un baile de gala, inspirado en las tradiciones de hace años. Con vestidos despampanantes y deslumbrantes, corsés y moños exagerados. Trajes con cinturones y mangas largas que hacían relucir a los hombres. la música lenta inundaba todo el lugar, los pilares de mármol y las decoraciones de oro brillaban como nuevos y los pisos relucían tanto que podías ver tu reflejo en ellos, los meseros vestían trajes antiguos y los músicos llevaban los mejores instrumentos de colores cafesinos y beiges, la comida en un rincón de esquina a esquina hacia que los comensales babearan de tan solo verla. Las escaleras fueron decoradas con alfombras rojizas que llegaban hasta el vestíbulo donde las parejas bailaban al ritmo de la canción.

Casanova ¦ Melizabeth ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora