CAP 2

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-------Mei-------

     Al abrir mis ojos, lo primero que sentí fue un dolor punzante en la cabeza, tan intenso que no me permitía pensar con claridad.

     Al intentar moverme, me di cuenta de que tenía agujetas por todo el cuerpo, lo que dificultaba mi movimiento.

     Decidí descansar un rato y, más o menos cuando sentí que mi cabeza estaba mejor, me encontré confundida, ya que no conocía el paradero en el que me encontraba.

     La habitación en la que me hallaba era bastante grande, decorada con cortinas rojas de terciopelo que caían en una cascada de hilos dorados. La cama de matrimonio en la que yacía estaba cubierta por una tela blanca, fina y suave. Los muebles del dormitorio eran de marfil y oro.

     ¿Qué hacía en un lugar como este? ¿Dónde estaba? ¿No había muerto? ¿Acaso era un sueño?

—Lady Keila, su desayuno está preparado —dijo una voz femenina que provenía fuera de la habitación. ¿Me permite entrar?

     ¿Quién es Lady Keila? Me rasqué la cabeza confusa. Al tocarme la cabeza, sentí que algo no iba bien con mi cuerpo. Extendí los brazos nerviosa y al ver que mis manos eran más pálidas y pequeñas de lo normal, y mi cabello largo y negro, solo pude estremecerme, ya que solía tener todas estas características al contrario.

     Rápidamente me levanté, ignorando las agujetas, y me acerqué al espejo de la esquina. Era bajita, delgada, casi plana, de piel pálida, y poseía unos ojos rojos bastante bonitos. Vestía un camisón verde. Creo que tenía alrededor de dieciséis años.

     —¿Quién se supone que soy? —Me toqué la cara y los brazos alarmada por si se trataba de un sueño, pero no lo era. —Es extraño —pensaba mientras volvía y me tiraba a la cama. ¿Acaso le habré robado el cuerpo a otra persona?

—¡¿Señorita, se encuentra bien?! —gritó la misma voz de antes un poco agobiada.

—Vaya, me había olvidado de esa persona.

—¡Pasa, pasa! —contesté rápidamente.

     Una chica con dos moños entró en la habitación, se acercó a mí temblando. Llevaba consigo un carrito lleno de pasteles muy apetecibles que comenzó a servir en una bandeja lo más calmada posible. Cuando alzaba la cabeza, evitaba mirarme, no quería hacer contacto visual conmigo por algún motivo.

     Lo que caracterizaba a esa muchacha era su lunar en el hombro y su figura esbelta. Iba ataviada con una camisa de manga larga y una falda que le llegaba hasta los tobillos. Encima de esa vestimenta llevaba un delantal blanco. Me suponía que era una sirvienta o que simplemente era una chica haciendo cosplay, aunque esa era la idea más descartable.

     Este lugar en el que había despertado era extraño y misterioso. Tenía muchas preguntas respecto a lo que me estaba pasando, pero debía comportarme tranquilamente; si no, podrían tomarme por loca. Lo peor es que todavía no sabía si estaba en mi mundo o si había viajado al pasado como en las pelis, aunque costaba admitirlo.

—Que tenga un buen desayuno, Lady Keila —habló la joven después de un tiempo en silencio.

—Disculpe... —pregunté tímidamente—, ¿Cómo se llama?... creo que he perdido la memoria.

     Maldije mi lengua por ser tan directa. ¿Sonaba creíble lo que había dicho? En mi mente todo era tan negativo y es por eso que sentí que mi pecho explotaría en cualquier momento.

     La chica se arrodilló y pegó su frente al suelo. A juzgar por su cara, se encontraba nerviosa.

—No me atrevería a decir mi nombre —contestó—. Una criada como yo no está a la altura de tal honor.

Me convertí en una villanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora