CAP 11

614 57 0
                                    

------Mei-------
No sé cómo llegué a esta situación y, cada vez que lo pienso, me cuesta creerlo, pero me encontraba escondida entre unos setos, observando a unos chicos entrenar sin camiseta en un campo arenoso.

Recapitulemos cómo llegué aquí. Estaba caminando por los pasillos cuando encontré una puerta que conducía al exterior y decidí salir para ubicarme un poco. Al escuchar varias voces masculinas, me tensé y rápidamente me escondí detrás de unos setos. ¿Por qué me escondí? Porque los grupos de chicos o chicas me ponían bastante nerviosa; solía evitarlos en mi otro mundo. Cuando decidí echar un vistazo para salir, me di cuenta de que era demasiado tarde, ya que estaba rodeada de hombres. Lo peor era que todos ellos no llevaban camisetas, solo unos pantalones blancos bastante anchos. Estaban entrenando con espadas.

—¡Soldados, antes de terminar el entrenamiento, veinte vueltas al campo! —ordenó un hombre que debía ser el que los lideraba.

Era la ocasión perfecta para escapar. Me puse de pie lentamente, sin hacer ruido. Mis rodillas dolían por haber estado en cuclillas tanto tiempo.

—Oye tú —escuché una voz detrás de mí—. ¿Qué haces espiando? —sonaba molesto.

En ese momento sentí algo frío en el cuello y me di cuenta de que era el filo metálico de una espada. Estaba muerta, muy muerta. Mi reputación estaría por los suelos y me llamarían "la pervertida". De solo pensarlo me daba vergüenza. Si hubiera estado más tiempo escondida, tal vez no me habría encontrado.

—Hola... —me di la vuelta y sonreí—. ¿Quién es usted? —intenté sonar lo más angelical posible para evitar malentendidos.

El chico al verme se sorprendió. Tenía ojos morados, el pelo rubio ondulado un poco largo, y estaba vestido de pies a cabeza con un uniforme verde y una capa roja bastante distintiva.

Supongo que verme no le apetecía y era normal; a mí tampoco me gustaría toparme con un pervertido.

—Tú... lady Keila, ¿qué hace aquí? —parecía atónito—. ¿Acaso...?

—¡Me he perdido! —corté antes de que terminara la frase—. Me he perdido, jajaja —definitivamente no me creería, pero había que intentarlo.

—Pero lady Keila, usted conoce la mansión como la palma de su mano —rió un poco, extrañado—. No sabía que usted viniera aquí... ya sabe...

—No menciones nada de lo ocurrido —dije muy sonrojada—. Ni una palabra, o ya sabe.

—Lo prometo —contestó, algo divertido por mi reacción—. Puede confiar en mí.

—¿Cómo te llamas? —pregunté mientras tocaba mis manos, un gesto que solía hacer cuando estaba nerviosa.

—¿Desde cuándo te interesa el nombre de los demás?

—Desde hoy —intenté mirar a otro lado para evitar sus ojos, ya que me incomodaba.

—Me llamo Redrick, aunque creo que ya lo sabes. Soy el guardia personal de Hazhiel —dijo mientras guardaba su espada en la vaina.

—¿Quién es Hazhiel? —pregunté curiosa.

Por su expresión, estaba muy confundido y me di cuenta de que había metido la pata. Supongo que era alguien importante. Siempre tenía que hacer algo mal; así soy yo.

—No quería decir eso... jajaja, quería decir que tienes mucha suerte de ser su guardia personal... y ahora que lo pienso, ¿no se supone que tú deberías estar corriendo con los demás? —cambié de tema rápidamente, temiendo parecer patética.

—Estoy lesionado —señaló su tobillo derecho.

Me agaché para ver, pero no llevaba ninguna venda ni algo parecido.

—Debe de doler mucho. Eres una persona fuerte; yo seguramente no me movería sin algo en qué apoyarme.

Cuando alcé la mirada, vi que estaba sonrojado y no entendía la razón. Esto NO era un acto bonito, sino más bien raro. Este tipo de cosas solían pasar mucho en las películas, series o mangas.

Me convertí en una villanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora