CAP 12

572 51 0
                                    

---------Mei--------
Redrick y yo nos miramos. Admito que era guapo, y por eso me desagradaba un poco, al igual que Arthur. También es cierto que siempre tuve un cierto desdén hacia el género masculino; tras aquel accidente, mi percepción de los hombres cambió completamente.

—Lady Keila, no es bueno que un noble se arrodille ante un guardia —dijo preocupado, mirando a su alrededor—. Si alguien nos ve, podrían aprovechar para decir cosas malas sobre usted y empeorar su reputación, al igual que la mía.

En realidad, no estaba de rodillas; él lo estaba exagerando un poco. Me levanté.

Sabía perfectamente que él no estaba preocupado por mi reputación, sino por la suya.

—Llámame "Keila", el "lady" delante me incomoda un poco —dije, haciendo caso omiso a su advertencia y cambiando de tema.

—Pero señorita, si alguien sabe que le hablo de forma cercana, sería un desastre para los dos —exclamó nervioso.

—Pues llámame así cuando estemos a solas —dije, cada vez más segura de que solo le importaba él mismo.

—Realmente no entiendo —Redrick se tocó la barbilla pensativo mientras me examinaba.

—¿Qué es lo que no entiendes? —pregunté, ya algo irritada.

—Que usted ha cambiado mucho, parece como si no fuera la misma. Recuerdo que siempre estaba de mal humor.

—¿Eso es un cumplido?

—Podría serlo —contestó, visiblemente intranquilo.

Nos quedamos en silencio. Este era el típico momento incómodo en el que no sabías qué decir o hacer.

—Oye, Keila...

—¡Redrick! ¿Con quién hablas? —escuché la voz de un hombre proveniente de detrás de los setos, alarmándome. Me había olvidado de mi objetivo, que era escapar de este campo de entrenamiento. Soy muy despistada. ¿Qué debería hacer?

—Ve a la izquierda, todo recto y, sobre todo, pegada al muro —me susurró Redrick, como si me hubiera leído la mente.

Sin saber a dónde me dirigía, me despedí de él y salí corriendo tan rápido como una gacela, siguiendo sus instrucciones. No permitiré que me encuentren; si lo hicieran, sería un desastre.

Paré de correr cuando creí que ya estaba a salvo. No sabía dónde estaba, pero al menos no era un lugar con mucha muchedumbre; era un jardín normal, nada especial.

—Keila... —dijo una voz que me parecía muy familiar—. ¡Así que estabas aquí!

Al darme la vuelta, vi que era Meth. Rápidamente la abracé.

—Pensé que me iba a perder de por vida —exageré, sin soltarme de ella.

—Tranquila.

Sus palabras fueron un poco frías, pero me bastaban.

—Volvamos a la habitación y te enseñaré el mapa de la mansión —me sugirió—. Así no volverás a perderte.

Seguí a Meth todo el trayecto, intentando recordar el camino. Ahora sería más fácil escapar con el mapa. Quería salir de este lugar, era como una cárcel. También era el deseo de la verdadera Keila y me prometí que lo lograría por ella. Ahora que lo recuerdo, Redrick iba a decirme algo, pero aquella voz lo interrumpió.
   

Me convertí en una villanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora